Capítulo 40: Plan Frustrado

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La fiesta en la villa seguía. La musica no dejaba de sonar, cuando la madre de Julen quien había pasado la mayor parte de la velada con el ceño fruncido, vio a Leo sangrando por la nariz, apoyado en una de las paredes de la casa, se acerco a el para ver que había pasado, mirando con desdén cómo su plan se desmoronaba. Su plan, tan cuidadosamente diseñado para separar a Alex y Julen, ahora pendía de un hilo. Y lo peor de todo, Julen ni siquiera había respondido a sus llamadas.

-¿Por qué no contesta? -gruñó entre dientes, apretando el teléfono con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos.

A unos pasos de ella, Leo permanecía de pie, incómodo, observando cómo la mujer luchaba por mantener la compostura. Era consciente de que, a pesar de sus esfuerzos, la situación había escapado de su control. Lo que había comenzado como un acuerdo sencillo, ahora se complicaba demasiado.

-Esto es un desastre, que te a pasado en la nariz si se puede saber. -dijo ella, soltando finalmente el teléfono en la mesa con frustración. Sus ojos se clavaron en Leo, quien mantenía la mirada baja-. Tú eras parte fundamental de esto. Tu trabajo era mantener a Alex distraído, alejado de Julen. ¿Qué ha pasado?

Leo, aún sintiendo la tensión en el aire, trató de encontrar las palabras adecuadas. Sabía que cualquier respuesta sería insuficiente para calmar el enojo de la madre de Julen. -Yo... lo intenté, Julen me hizo esto -dijo finalmente, con un tono de voz rabioso-. Al principio, todo iba según el plan. Pero las cosas se complicaron, Alex no es alguien fácil de manipular. Y luego... yo... me enamoré de él.

Las últimas palabras cayeron como un martillo sobre la habitación. La madre de Julen lo miró fijamente, incrédula, antes de que su expresión se torciera en una mezcla de desdén y furia.

-¿Enamorarte? -repitió con una risa amarga-. Esto no era parte del trato, Leo. No contraté a un sentimentalista. Te contraté para hacer un trabajo, y lo has arruinado. ¡Todo se ha arruinado!

Leo dio un paso hacia atrás, sintiendo cómo su corazón se aceleraba. Sabía que la situación se le había escapado de las manos, pero no podía controlar lo que había empezado a sentir por Alex. Todo el plan, la manipulación... con el tiempo, se había vuelto algo mucho más complejo de lo que jamás imaginó.

-No lo entiendes -trató de justificarse-. Al principio, lo veía como algo necesario, pero Alex... es diferente. No pude seguir fingiendo. Lo que sentí por él es real.

-¡Real! -La madre de Julen se levantó de la silla de un salto, fulminando a Leo con la mirada-. ¡Esto no se trataba de sentimientos! Esto se trataba de evitar que mi hijo cometiera un error. ¡Tú debías separar a Julen de Alex, no enredarte con él!

Leo intentó replicar, pero sabía que cualquier argumento sería inútil. La madre de Julen estaba demasiado enfadada para escuchar razones. Después de varios segundos de un incómodo silencio, ella hizo un gesto con la mano, como si lo estuviera despidiendo.

-Vete, Leo. Déjame sola. Necesito pensar.

Leo se quedó allí por un momento, sin saber qué hacer. Su pecho estaba apretado por la culpa y la confusión. Pero, sin decir nada más, se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando a la madre de Julen sola, sumida en su frustración.

Mientras tanto, a kilómetros de distancia, en el mirador, Alex y Julen estaban en un mundo completamente diferente. El aire era fresco y cargado de sal, el cielo estrellado sobre ellos brindaba una serenidad que contrastaba con el caos que habían dejado atrás en la villa.

Alex aún tenía el teléfono en la mano, habiendo leído varias veces el mensaje de su madre, pero no podía pensar en ello ahora. Estaba con Julen, su hermano, la persona que siempre había sido su ancla, su refugio. La grabación que Julen le había mostrado todavía pesaba en su mente, pero más allá de la traición de Leo, lo único que sentía en ese momento era el calor del cuerpo de Julen a su lado.

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