Capítulo 34: Bajo el Manto de la Noche

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El suave murmullo del viento se filtraba por la ventana abierta, trayendo consigo el frescor de la noche. Alex y Leo estaban en la cama, acurrucados bajo una manta ligera, mientras la tenue luz de la luna iluminaba el cuarto con un brillo plateado. La atmósfera era tranquila, pero el silencio también estaba lleno de preguntas y tensiones que debían ser abordadas. A lo lejos, el canto de algunos grillos acompañaba el ambiente, creando una sinfonía de calma y serenidad.

-Así que, ¿tienes esa reunión de negocios el sábado? -preguntó Leo, jugando con el borde de la manta mientras miraba a Alex con interés, sus ojos reflejando una mezcla de curiosidad y preocupación.

Alex sintió un nudo en el estómago al recordar la reunión. -Sí, es una reunión bastante importante. Mi padre siempre espera que me presente a alguien, ya sabes, un amigo o algo así. No estoy seguro de cómo reaccionará.

Leo se sentó un poco más recto en la cama, su expresión se tornó seria. -¿Quieres que me haga pasar por tu amigo? No me importa actuar.

-Es una buena idea, pero no quiero que te sientas incómodo. Es solo... no quiero que se interponga en nuestra relación. -La voz de Alex se tornó un poco más baja, mientras miraba al suelo, sintiéndose vulnerable al compartir esos pensamientos.

-Lo entiendo. Pero si hay algo que puedo hacer para ayudarte, quiero hacerlo. No tienes que enfrentarlo solo -dijo Leo, su voz llena de sinceridad. Había una calidez en sus palabras que le reconfortaba a Alex.

Mientras hablaban, Alex sintió cómo la ansiedad comenzaba a desvanecerse. Era un alivio tener a Leo a su lado, dispuesto a apoyarlo. -Mi padre no es un mal tipo, pero tiene ideas muy tradicionales. Siempre ha querido que yo siga un camino específico en el mundo de los negocios, y tengo la sensación de que espera que le presente a un amigo que se ajuste a su visión.

Leo asintió, comprendiendo la carga emocional de Alex. -¿Cómo es él?

-Es estricto y un poco reservado. Siempre ha estado muy enfocado en su carrera y espera que yo siga sus pasos. Lo último que quiero es que piense que estoy decepcionándolo. -Alex dejó escapar un suspiro, sintiendo el peso de la expectativa de su padre sobre sus hombros.

-No tienes que cargar con ese peso, Alex. Lo más importante es que eres feliz, y si eso implica estar con alguien como yo, deberías dejarlo claro -dijo Leo, su voz suave como un susurro. La intensidad de su mirada hizo que el corazón de Alex latiera más rápido.

Alex se giró para mirarlo, notando la calidez en sus ojos. -Gracias, Leo. Eso significa mucho para mí. Es solo que... quiero que todo salga bien.

Ambos se quedaron en silencio, disfrutando del momento compartido. Las horas pasaban lentamente, llenas de conversaciones sobre sus sueños, anhelos y temores. Hablaron sobre sus vidas, sus experiencias y las cosas que realmente importaban. Poco a poco, el cansancio comenzó a hacer mella en Alex, que se sintió más cómodo y seguro. La conexión entre ellos se sentía más fuerte con cada palabra, y el tiempo parecía volar sin que se dieran cuenta.

-¿Sabes? Me alegra haberme encontrado contigo -dijo Alex, su voz ahora más suave y casi soñadora. Sus ojos se perdieron en los de Leo, atrapado en la profundidad de su mirada.

-A mí también. No cambiaría nada de lo que hemos vivido juntos -respondió Leo, acariciando la mano de Alex con ternura, haciendo que un escalofrío agradable recorriera su cuerpo.

Las luces de la ciudad brillaban a través de la ventana, y el ruido de la noche llenaba el ambiente. Alex sintió cómo sus párpados se volvían pesados, el sueño comenzaba a llamar.

-Deberíamos intentar dormir un poco. Mañana puede ser un día largo -sugirió Leo, aunque su tono indicaba que no estaba del todo dispuesto a dejar de hablar.

-Sí, tienes razón. Aunque me gustaría seguir hablando de nosotros... -respondió Alex, mientras se acomodaba más cerca de Leo, sintiendo el calor de su cuerpo.

Un momento después, ambos se acomodaron, dejando que el silencio de la noche los envolviera. La conversación se desvaneció lentamente, hasta que finalmente se quedaron dormidos, abrazados, con el suave sonido de la brisa y el murmullo distante de la noche como telón de fondo.

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