Capítulo 35: Preparativos para el Gran Día

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La luz del sol se filtraba a través de las cortinas, creando un suave resplandor en la habitación. Leo se despertó primero, sintiendo la calidez de las sábanas y el suave aroma de la mañana. Se dio la vuelta y vio a Alex dormido, con el rostro tranquilo y una ligera sonrisa en los labios. No pudo evitar sonreír al contemplar a su lado, sintiendo una oleada de ternura.

Decidió que era el momento perfecto para despertarlo de una manera especial. Con cuidado, se inclinó sobre Alex y comenzó a dejar una serie de suaves besos sobre su torso, deslizando sus labios por debajo de las sábanas. Cada beso era un susurro de cariño, una promesa de que el día iba a ser maravilloso.

-Alex, despierta... -murmuró Leo con una voz suave, casi como un canto.

Alex, sintiendo la calidez de los besos, comenzó a despertarse lentamente. Abrió los ojos, entrecerrándolos al principio y luego sonriendo al ver a Leo inclinado sobre él.

-¿Qué haces? -preguntó Alex, su voz aún adormilada, pero con un brillo de felicidad en sus ojos.

-Despertándote de la mejor manera posible -respondió Leo, sonriendo mientras se retiraba un poco, dejando que Alex se incorporara.

Alex se estiró, sintiendo cómo el sueño se desvanecía. -Bueno, definitivamente has logrado eso -dijo, sintiendo una mezcla de alegría y amor en su pecho.

Se levantaron juntos, todavía sintiendo la calidez de la cama. Ambos se vestían rápidamente, y Alex se sintió un poco más nervioso al pensar en la reunión que tendrían con su padre y los otros invitados. Se preguntaba cómo sería el día, pero al ver la sonrisa de Leo, se sintió un poco más tranquilo.

Después de prepararse, ambos se dirigieron a la cocina. El aroma del café recién hecho y el sonido de tostadas en la tostadora los recibieron. Sandra ya estaba en la mesa, revisando su teléfono mientras tomaba un sorbo de su bebida.

-¡Buenos días, chicos! -saludó Sandra, levantando la vista. -¿Listos para el gran día?

-Casi -respondió Alex, sirviéndose un café. Miró a Leo, quien se había acercado a la tostadora, y se sonrieron entre sí. Era agradable tener una rutina normal y familiar, a pesar de la tensión que podría haber en el día.

Después de un desayuno rápido, Alex y Leo se sentaron a planificar lo que harían.

-Necesitamos algo de ropa nueva para la reunión -sugirió Leo, mientras se pasaba un mechón de cabello detrás de la oreja. -Algo que haga que te veas aún más increíble.

-Buena idea. Mi padre siempre se fija en eso -respondió Alex, pensativo. -Pero no quiero que parezca que estoy tratando demasiado. Solo un buen atuendo.

-¿Qué tal si vamos a la tienda del centro? -propuso Leo. -Siempre tienen buena selección y podríamos pasar un rato agradable.

Alex asintió, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo por lo que estaba por venir. -Sí, vamos.

Mientras se preparaban para salir, la conversación fluyó naturalmente entre ellos, compartiendo risas y sueños sobre cómo sería el día. La conexión entre ellos se hacía más fuerte con cada instante.

Una vez listos, se dirigieron a la tienda, con Leo tomando la mano de Alex en el camino. La brisa fresca de la mañana les acarició el rostro mientras caminaban, y Alex se sintió aliviado por la presencia de Leo a su lado. A medida que llegaban a la tienda, Leo miró a Alex con complicidad.

-¿Listo para encontrar algo que haga que tu padre se quede sin palabras? -bromeó Leo.

-Solo espero que no le dé un ataque al corazón -contestó Alex con una risa nerviosa.

Dentro de la tienda, comenzaron a mirar las prendas. Leo eligió algunas camisas elegantes y pantalones que podrían quedar bien a Alex. Después de varios cambios, Alex se vio a sí mismo en el espejo con una camisa de color azul marino que realzaba sus ojos y un pantalón negro que acentuaba su figura.

-Te ves increíble -dijo Leo, sonriendo ampliamente mientras se apoyaba contra la puerta del vestidor.

-Gracias. Es... bueno, estoy nervioso, pero creo que esto puede funcionar -respondió Alex, sintiéndose un poco más seguro.

Finalmente, después de elegir algunas prendas y pagar en la caja, salieron de la tienda. La risa y la emoción llenaron el aire mientras caminaban de regreso a casa.

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