Capítulo 1: La vida perfecta de Alex

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Alex siempre había sido el chico que todos admiraban. Con 21 años, se había acostumbrado a la idea de que su vida era, a ojos de los demás, envidiable. Hijo único de una de las familias más influyentes de la ciudad, creció rodeado de privilegios. Su padre, un exitoso empresario con negocios, y una madre que en su momento también fue destacada, eran personas de prestigio en el círculo social de la ciudad. El apellido de Alex no solo significaba dinero, sino respeto y poder. Donde quiera que fuera, siempre estaba bajo la mirada atenta de aquellos que esperaban algo de él.

Con su 1,80 metros de altura, su cuerpo delgado pero marcado por el ejercicio, y esos ojos verdes que parecían capturar la luz en cualquier lugar, Alex era el tipo de chico que no podía pasar desapercibido. Sin embargo, más allá de lo que su apariencia o su apellido proyectaban, había una parte de él que siempre había querido encontrar algo más profundo, algo más significativo de lo que su vida "aparentemente perfecta" le podía ofrecer.

En su vida también estaba Luna, su novia desde hacía ya cinco años. Habían comenzado a salir cuando él tenía apenas 16, y desde entonces no se habían separado. Luna era el tipo de chica que, si la veías una vez, era imposible de olvidar. Su cabello largo y rubio caía como una cascada dorada, y sus ojos azules brillaban con una intensidad que parecía adivinar todos los secretos de las personas. Era hermosa, inteligente y decidida, una combinación que la hacía destacar en cualquier lugar.

Estaban sentados juntos en la sala de la casa de Alex, una mansión moderna situada en las afueras de la ciudad, rodeada de jardines impecables y con una vista panorámica hacia las colinas. Esa tarde, mientras el sol caía y las luces doradas inundaban la estancia, Luna se acercó a él y tomó su mano. La calidez de su piel era familiar, reconfortante.

—"Cinco años, Alex. ¿Te das cuenta? Cinco años desde que estamos juntos," —dijo ella con una sonrisa nostálgica mientras lo miraba a los ojos. Alex la miró, dejando que esas palabras se hundieran en su mente. Cinco años. Una gran parte de su vida la había compartido con ella.

—"Es increíble, ¿no?" —respondió Alex, esforzándose por mantener el tono alegre que siempre solía utilizar cuando hablaban de su relación.

—"Te amo," —dijo Luna, esta vez con una profundidad que parecía atravesar el aire entre ellos. Había algo en su mirada que era diferente esta vez, como si estuviera buscando algo más en él, como si esperara una confirmación. Alex lo sabía, era la misma conversación que habían tenido varias veces en los últimos meses.

—"Yo también te amo," —contestó él, acariciando su mano. Y lo decía en serio, de alguna manera. Amaba a Luna, de eso no había duda. La conocía mejor que a cualquier otra persona en el mundo, habían compartido tanto juntos, desde sus años adolescentes hasta ahora, cuando ya estaban a punto de dar el siguiente paso hacia la adultez. Pero el amor que sentía por ella era... distinto. No era el amor arrebatador que solía ver en las películas, ni ese deseo inexplicable que muchos describían. Con Luna, era más una sensación de confort, de estabilidad. Ella era su mejor amiga, su compañera.

—"A veces siento que estamos destinados a estar juntos para siempre" —continuó Luna, acomodándose en el sofá y apoyando su cabeza en el hombro de Alex—. "Pienso en todo lo que hemos pasado, las veces que hemos tenido altibajos, pero siempre nos mantenemos unidos. Eso es amor verdadero, Alex. Es lo que siempre he querido."

Alex sintió el peso de esas palabras. Luna siempre había sido clara en lo que quería para el futuro: estabilidad, una familia, un camino que pudieran recorrer juntos. Y, de alguna manera, Alex también había creído que eso era lo que quería. Pero ahora, mientras la escuchaba hablar sobre su futuro, una ligera incomodidad comenzó a crecer en su interior, una que había sentido antes pero que siempre había evitado confrontar directamente.

—"Sí, hemos pasado por mucho" —dijo Alex, intentando evitar el silencio incómodo que sabía que estaba a punto de formarse—. "Hemos crecido juntos, y eso es algo que siempre voy a valorar."

Luna levantó la cabeza y lo miró directamente. Sus ojos azules estaban llenos de una mezcla de amor y expectación.

—"¿Y entonces?" —preguntó ella suavemente—. "¿Tú también sientes que estamos destinados a estar juntos para siempre?"

Alex dudó, solo un segundo, pero lo suficiente como para que Luna lo notara. Era la pregunta que más le costaba responder últimamente, porque no tenía la respuesta clara en su mente. "Para siempre" era una palabra que sonaba bien cuando la decían, pero en lo profundo de su ser, Alex no podía evitar sentir que algo en esa afirmación no encajaba del todo.

—"Claro Luna, llevamos tanto tiempo juntos que no imagino la vida de otra manera" —contestó finalmente, y aunque Luna sonrió, había una sombra en su expresión, una que demostraba que no estaba del todo convencida.

Era en momentos como ese cuando Alex se daba cuenta de cuán atrapado se sentía. No atrapado por Luna, sino por la expectativa de la vida que siempre había proyectado, la vida que todos esperaban que tuviera. Ser el hijo de una de las familias más poderosas de la ciudad venía con su propio peso. La perfección era parte de la imagen que debía mantener. Una relación perfecta, una vida perfecta, una carrera perfecta. No había espacio para dudas ni para preguntas sobre lo que realmente quería.

Aquella tarde, después de la conversación, Luna se marchó temprano. Tenía que preparar un trabajo para su clase de derecho. Antes de irse, le dio un beso largo en los labios, un beso que para ella parecía decir "hasta siempre" en lugar de "hasta luego". Alex se quedó solo en la sala, mirando el techo, como lo había hecho tantas veces antes, reflexionando sobre esa sensación de vacío que seguía creciendo dentro de él.

Se preguntó si realmente estaba destinado a esta vida que todos daban por sentada. Sabía que había más allá, pero no sabía cómo encontrarlo, ni siquiera sabía por dónde empezar a buscar.

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