¿viaje?

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Estoy rodeada de cajas. La mudanza ha sido mucho más agotadora de lo que esperaba, pero al menos ya está casi todo en su lugar. He pasado la mayor parte del día organizando mis cosas en la casa de Karina.
Me ha recibido con los brazos abiertos, ofreciéndome su hogar como refugio temporal mientras intento solucionar todo lo que está pasando en mi vida.

- ¿Necesitas ayuda con algo más? - pregunta Karina, asomando la cabeza por la puerta de la habitación donde estoy acomodando algunos libros.

Sonrío. Siempre ha tenido esa energía incansable, como si nada pudiera derribar su buen humor.

- Creo que ya está casi todo - le digo, dejándome caer en la cama, que aún no tiene ni sábanas - Solo quiero descansar. Hoy ha sido un caos.

- Lo sé, mover todas esas cajas no a sido fácil - responde Karina, entrando con dos tazas de té - Pero, mira, aquí estás, en tu nuevo hogar temporal. Te prometo que nos lo vamos a pasar genial.

Tomo una de las tazas, inhalando el aroma calmante del te de frutos rojos que se lo mucho que le gusta.

- Eres un amor - suspiro, sintiendo cómo, poco a poco, la tensión empieza a desaparecer -. No sé qué habría hecho sin ti.

Karina se sienta a mi lado en la cama, dándome un suave empujón en el hombro.

- Tonterías. Sabes que siempre tendrás un lugar aquí. Además, esto será como volver a los viejos tiempos. Tú y yo, juntas otra vez. Solo que ahora somos adultas y podemos pedir pizza cuando queramos, sin tener que pedirle permiso a nadie.

No puedo evitar reírme. Aunque la razón por la que estoy aquí no es la mejor —mudarse nunca es sencillo, y menos por rupturas amorosas —, la idea de pasar más tiempo con Karina me reconforta.

- Sí, pero también somos adultas que tienen que pagar las pizzas, no lo olvides - bromeo, tratando de aliviar la seriedad del día.

Karina pone los ojos en blanco, pero sonríe.

Nos quedamos en silencio un momento, pero no es incómodo. Al contrario, es un silencio que compartimos como solo las mejores amigas pueden hacer. Sabemos que esta convivencia será distinta a las fiestas de pijamas de nuestra adolescencia, pero también sé que será especial. Me acomodo mejor en la cama, disfrutando del calor de la taza y de la seguridad que la presencia de Karina me brinda.

- ¿Sabes qué? - dice Karina de repente, rompiendo el silencio - . Deberíamos hacer una lista de cosas para hacer mientras estés aquí. Como cuando éramos niñas y planeábamos nuestras vacaciones de verano.

Levanto una ceja.

- ¿Una lista de cosas por hacer? - pregunto, ya anticipando alguna idea loca.

- ¡Exacto! - Karina se levanta de la cama con la energía que la caracteriza y empieza a buscar un cuaderno -. Mira, podemos apuntar cosas como: probar todas las pizzas de la ciudad, hacer un maratón de películas de terror, salir a alguna excursión... ¡Lo que sea!

No puedo evitar reírme de nuevo al verla tan entusiasmada. Esa es una de las cosas que siempre he admirado de ella: tiene una capacidad única para encontrar lo positivo en cualquier situación.

- Bueno, está bien - digo, sentándome en la cama con las piernas cruzadas -. ¿Qué vamos a poner en primer lugar?

Karina me mira con una sonrisa traviesa, sosteniendo el cuaderno y un bolígrafo.

- Mmm... ¡Fiesta de bienvenida para Elaine! - anuncia, escribiendo las palabras con letras grandes y claras.

Abro los ojos de par en par.

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