La sensación de seguridad que había encontrado al tomar la mano de Adam se desvaneció rápidamente, reemplazada por la agitación que sus palabras habían desatado en mi interior. Nos encontrábamos en un lugar intermedio entre sueños y realidad, enfrentando un destino cuyos contornos apenas comenzábamos a entender.
—Debemos empezar con lo básico —dijo Adam, soltando mi mano y volviéndose hacia la vasta extensión del bosque que nos rodeaba—. Necesitas conectarte con los elementos que te llaman: el fuego, el agua, la tierra y el aire. Cada uno de ellos desempeña un papel en el vínculo que compartimos.
Me sentía un poco abrumada, pero una chispa de curiosidad comenzó a brillar en mi interior. La idea de que había más por descubrir, más por aprender, me llenaba de energía.
—¿Cómo es que estamos conectados en esto? —pregunté, mi voz temblando ligeramente por la incertidumbre.
—Es sencillo —respondió Adam, con una confianza que me reconfortó—. Mi poder es la teletransportación, pero en estos meses compartiendo sueños contigo, he descubierto algo fascinante. Cuando pienso en ti rodeada de fuego, puedo hacer que una pequeña llama aparezca en mi mano. No porque la produzca yo, sino porque soy capaz de teletransportar parte de tu poder a mí.
Las palabras de Adam me dejaron atónita. La idea de que nuestros poderes estuvieran entrelazados era desconcertante, pero también despertaba en mí una ola de esperanza. Si él podía canalizar mi poder, quizás había una forma de unir nuestras habilidades para enfrentar la amenaza que se cernía sobre nosotros.
—Entonces, si logro conectarme con los elementos, ¿tú podrías hacerlo también? —empecé a preguntar, una posibilidad emocionante tomando forma en mi mente.
—Creo que sí —interrumpió, su voz firme y decidida—. Solo lo he logrado en sueños. Pero creo que si logramos unir nuestras fuerzas, podemos crear un vínculo más fuerte. Imagina lo que podríamos hacer si cada uno de nosotros canaliza los elementos en armonía. Seríamos imparables.
Su entusiasmo era contagioso. Aunque la incertidumbre seguía presente, la idea de tener a Adam a mi lado me otorgaba una renovada confianza.
—He aprendido a controlar el fuego, el agua y la tierra, pero aún me falta el aire. He viajado por todo el mundo, sumergiéndome en el estudio de mis poderes, pero en el fondo, sabía que necesitaba un respiro. Por eso volví a Madrid —le confesé, recordando mis experiencias y el deseo de encontrar estabilidad.
Adam asintió, comprendiendo la lucha que llevaba dentro.
—Este lugar tiene una energía especial —dijo, mirando a su alrededor—. Tal vez sea el espacio perfecto para que encuentres tu conexión con el aire.
Su mirada se iluminó con una chispa de determinación.
—Comencemos por el fuego. Es un elemento que representa la pasión y la fuerza. Necesitas sentirlo dentro de ti—. Me dijo
Cerré los ojos y respiré profundamente, recordando las llamas que había conjurado antes. Imaginé su calor, cómo danzaban a mi alrededor, llenando el espacio con una energía vibrante.
—Ahora, imagina que el fuego es una extensión de ti —me guió Adam—. Visualiza cómo se eleva desde tu interior, cómo se convierte en parte de tu ser.
Concentrándome, sentí el calor surgiendo de mi pecho. Una pequeña llama comenzó a formarse en mi mano, iluminando el claro del bosque. Era un fuego vivo, pulsante, que respondía a mi voluntad.
—¡Perfecto! —exclamó Adam, su voz llena de asombro—. Ahora, intenta expandirlo. Haz que crezca sin perder el control.
La llama titiló, pero me sentí firme. La conexión que había forjado con el fuego se sentía cada vez más fuerte. Visualicé cómo crecía, cómo iluminaba el bosque que nos rodeaba, y un sentimiento de empoderamiento comenzó a fluir en mí.
—¡Genial, Elaine! —exclamó Adam—. Ahora necesito que me visualices como parte de tu poder. Piensa que la llama que llevas dentro nos conecta, y que esa energía fluye de ti hacia mí. Yo me concentraré en la imagen de ti rodeada de fuego e intentaré establecer una conexión con esa llama interior que posees.
Observé cómo cerraba los ojos y extendía las manos. En cuestión de segundos, llamas comenzaron a surgir en ambas palmas. En ese instante, experimenté una conexión con Adam tan intensa que era difícil de describir, como si nuestras energías se entrelazaran en un solo ser.
Abrió los ojos, todavía con las llamas danzando en sus manos, yo también sentía el calor de las llamas en las mías. Su mirada se posó en la mía, y de repente, las llamas comenzaron a crecer sin cesar, pero de una manera controlada. No sabía exactamente qué sentía hacia Adam, pero era innegable que nuestra conexión era extraordinaria.
Pasamos un buen rato explorando lo que éramos capaces de lograr juntos. Pensábamos en diferentes movimientos con el fuego, variando la altura de las llamas. Intercambiábamos el poder entre nosotros constantemente y, para nuestra sorpresa, descubrimos que, incluso cuando yo no tenía llamas sobre mi cuerpo, Adam podía seguir manipulando el fuego sin problemas.
—Ahora, vamos al agua —dijo Adam, señalando el río cercano—. Necesitamos que te conectes con su fluidez. El agua es adaptabilidad, es cambio.
Nos acercamos a la orilla, donde el murmullo del agua fluyendo me llenó de calma. Me senté en el suelo, dejando que el aire fresco acariciara mi rostro. Con los ojos cerrados, extendí las manos hacia el río, sintiendo su energía fluir a través de mí.
—Imagina que cada gota de agua es una emoción, una experiencia —susurró Adam—. Deja que te envuelva y te enseñe a fluir.
Concentrándome, sentí el agua danzando en mi mente. Visualicé cómo se levantaba, creando ondas que danzaban a mi alrededor. En mi interior, sentí una ligereza, como si pudiera dejar ir todas las preocupaciones.
—¡Increíble! —dijo Adam, viendo cómo el agua respondía a mis pensamientos—. Ahora, combina el fuego y el agua. Debes encontrar el equilibrio entre ambos.
Afortunadamente, era una técnica que ya había practicado con mi maestro en Islandia. Concentré todo mi poder en fusionar el fuego y el agua, y, tras unos segundos, ambos elementos comenzaron a danzar a mi alrededor, formando una esfera de vapor.
—Ahora te toca, Adam —dije, mientras me enfocaba en la conexión que compartíamos y en cómo el fuego y el agua se unían de alguna manera a él.
Era asombroso lo rápido que Adam lograba controlar los poderes de los elementos, a pesar de no ser un elemental ni poseer directamente esas habilidades. Los manipulaba con una destreza tal que parecía que formaban parte de él. No tardó más de un par de segundos en conseguir que el fuego y el agua se fusionaran de manera perfecta, controlándolos con una precisión admirable.
Pasamos el resto de la tarde practicando con el fuego, el agua y la tierra, y fortaleciendo nuestra conexión. Con cada ejercicio que realizábamos juntos, sentía que nuestra unión se hacía más profunda, como si lo conociera desde hacía mucho tiempo.
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Elemental
Romance"Después de romper con su pasado, Elaine se embarca en un viaje por el mundo en busca de libertad y autodescubrimiento. Pero extraños sueños y un poder elemental que apenas entiende la llevan a un camino inesperado. Cuando se encuentra con Adam, un...