Abrí los ojos lentamente. La luz me molestaba. Pero... no era la luz del sol. A ver, lo parecía, pero era de noche... Tampoco parecía la luz de una hoguera. Sí, se parecía a la luz del sol. Un momento, ¿era de noche? ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Y por qué había pasado?
Cuando me acostumbré a la luz heliaca, pude ver a un... No, uno, no; dos hombres, pero solo uno de ellos brillaba. El que brillaba era rubio y... tenía piel morada. ¿Acaso era un dios? A su izquierda y siendo iluminado por la luz de este, estaba mi señor, mirándome con preocupación.
—Alectrión... —dijo Ares con preocupación. Me acarició la mejilla con su mano (ni modo que con la oreja) —. ¿Estás bien? ¿Cómo te encuentras?
Estaba acostado, así que me levanté un poco, solo lo suficiente para estar sentado. Mi cuerpo ardía por todos lados y sentía un ciclón en mi estómago. Me miré la mano. Mi piel morena había perdido algo de color... Salí de la cama dónde estaba acostado. Era mucho más cómoda que mi inhóspito hogar, pero eso daba igual, me levanté de todos modos.
Grave error. Mis pies se sentían débiles y me caí. Bueno, casi. El señor me sujetó.
—¿Este el chico por el qué dejaste a Afrodita? —preguntó el hombre rubio, que era seguramente otro dios, mientras me miraba a los ojos.
Había dejado a la diosa del amor y la belleza... ¡¿POR MI?! Ay, madre... Miré al señor.
—¿Usted...?
—Sí, Alectrión, sí lo hice.
—Le lanzó una silla de lo enfadada que estaba —comentó el hombre rubio con una sonrisa divertida —. Aunque... no te culpo, Ares. Yo también lo hubiera hecho si era por este... —sentí que sus brazos me sujetaron con un poco más de fuerza, suficiente para no dañarme, según él. ¡Oye, qué yo no estoy hecho de cristal, podía aguantar de todo!—. Tranquilo, que no te lo voy quitar —me miró —. Por cierto, soy Apolo. El dios de la poesía, la música, la profecía, la belleza masculina, el sol, la medicina y, por ende, tu doctor.
Pues menos mal, no quiero convertirme en ensalada.
Por cierto, ¿si yo fuera una ensalada, cuál sería? La verdad, yo creo que sería una césar.
—Que sí, Apolo. Que sí, que te mide cuarenta centímetros y te la metes a ti mismo —dijo sarcástico mi señor —. ¿Me vas a decir qué le pasa a Alectrión o no?
El segundo dios rodó los ojos.
—Ay, ya. Tranquilo, que no se va a morir, tu novio (no de momento). Solo... es algo raro de explicar. No lo sé, es como que está dejando de ser un alfa. Nunca había visto nada así, es bastante extraño.
—¿A qué se refiere con eso? —pregunté.
—No lo sé.
Mi amado frunció el ceño.
—¡¿A qué te refieres con qué no lo sabes?!
—¡Ya te dije que es algo raro! —replicó —. Mira, ¿sabes qué? Salte un momento para poder hacerle preguntas a tu novio, ¿vale?
Él asintió, aunque un poco dudoso, y salió por la ventana. No sin antes dejarme sentado en la
El señor Apolo murmuró algo, solo pude entender "subnormal". ¿Acababa de insultar a mi señor? Estaba a punto de mandarlo a la mierda, pero me interrumpió.
—Vale, mi ciela, ¿qué síntomas sientes?
Reflexioné en dos segundos todo lo que me ocurría.
—Pues, siento náuseas, mareos... siento que mis órganos están jugando al escondite en mi estómago, porque siento como que se mueven o algo así. A ver, no se mueven, pero duelen por dentro, como si estuviera cambiando. Siento calor y me cuesta dormir. Dicen que mi humor cambia rápido. Y también me dijeron que mis feromonas ya no huelen a alfa. Lo digo por si tiene algo que ver con lo que usted dijo.
—Vale, ¿y qué tan seguido? ¿Hay algo qué te duela más que otra cosa?
—Normalmente, por las mañanas. Y... me duelen mucho más las partes privadas —murmuré.
Pareció que él no oyó mi murmuro.
—¿Qué te duele mucho más el qué?
—Las partes privadas —dije un poco más alto.
—Ah, vale. Oye, lo puedes decir sin vergüenza, ¿vale? Yo también soy bastante vulgar cuando quiero. ¿De casualidad, esos dolores llevan a ganas de tener relaciones sexuales?
Negué.
—Ya veo... —me tocó la frente, como hacía mi madre cuando tenía fiebre —. Ares me dijo que te desmayaste justo cuando estabas con él. ¿Por qué?
Le dije que no sabía exactamente el porqué.
—A ver, cuéntame EXACTAMENTE lo que pasó.
Alcé la ceja.
—¿Cómo "exactamente"?
—Pues que no te dejes ni un detalle.
Le expliqué todo mi día. Desde cómo me levanté con mareos y aún así fuí al entrenamiento hasta como caí dormido en los brazos magentas de mi hombre.
—Dices que caíste después de que él liberara sus feromonas, ¿no?
Asentí.
—¿Cree qué tenga algo qué ver?
—Mhmm... —se quedó pensativo —. Puede ser, pero no estoy seguro. Jamás ví algo así.
Dejó que mi guerrero favorito entrara y le dijo que me cuidara.
Repito, ¡no necesito que me cuiden! Soy un hombre adulto (aunque comparado con ellos, fuera un niño). No era nadie que necesitara ser cuidado. ¿Por qué no creían qué podía apañármelas yo?
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El Enigma del Gallo [Ares x Alectrión] [Omegaverse]
FanfictionAlectrión, un alfa y soldado del dios Ares, está enamorado de este, pero piensa ocultar sus sentimientos hacia este, ya que el dios de la guerra solo se acostaba con omegas femeninos... ¿O no? ¡Adéntrate en este omegaverse y descurbe lo que pasará c...