Mi madre me llamó con tono furioso y trague saliva. Ojalá no sea lo que yo pienso que es...
—¿Sí, madre? —pregunté, intentando hacerme el tonto.
—¡¿Cómo que "qué"?! ¡Pues qué me has desobedecido! —gritó —. ¡De nuevo!
Vale, estoy muerto...
—Madre, no sé de qué me hablas. Tú sabes que siempre te obedezco —intenté disimular.
—¡Eros, no me mientas! Te dije que hicieras que hicieras que criaturas divinas se enamoraran del hombre ese que me está quitando a Ares. ¡Y no hiciste.
Tragué saliva y me preparé para mi prematura muerte. Decidle a Psique que la amo.
—Mamá, puedo explicarlo...
—¡NO! Eros, ya te perdoné una vez... ¡Ahora mismo vas a ir y cumplir mis órdenes, o de lo contrario...! ¡Y qué haya pasado para cuándo vuelva de la reunión!
Lo siento mucho, Alectrión. Eres buena persona, pero mi madre es... complicada. Espero que puedas apañártelas solo contra sátiros, minotauros o lo que sea...
***
Ares se había ido a una reunión y yo estaba solo. Creo que ya me había convertido del todo en un omega (joder, cinco meses había durado el proceso), porque ya no me sentía tan enfermo y sentía que tenía la capacidad de volver a enfrentarme a cinco hombres a la vez.
En una pelea, claro.
Quería volver al campamento de Ares, donde habían miles de soldados entrenando, pero notarían que soy un omega y no me dejarían entrar, sin importar que tan buen guerrero yo era.
Supongo que iré a entrenar al monte, que era el segundo mejor lugar para entrenar. Normalmente, era un lugar solitario; con suerte te encontrabas a alguna ninfa recogiendo flores o sátiros con ánforas de alcohol, festejando ellos sabiendo el qué. Las náyades (ninfas de agua dulce) no solían irse demasiado lejos de sus lagos o ríos.
Encontré un árbol fuerte con el que poder entrenar. Primero hice algunos ejercicios de calentamiento. Hice sentadillas, diferentes tipos de flexiones, corrí... Luego comencé con lo serio: usé el árbol como saco de boxeo, dañando un poco la corteza de este y mis propios nudillos, pero, para mí, el dolor es lo mínimo. No se llega a nada sin dolor.
Hice todo tipo de ejercicios que podía hacer ahí. Sudé como un cerdo.
Dato: los cerdos no sudan.
¡Es una metáfora, Brian!
Entendí la referencia.
Entendí esa referencia x2.
Encontré un lago y me quité la toga blanca para bañarme ahí. ¿Por qué me sentía observado?
De repente, una figura femenina desnuda emergió del agua: una náyade... Me observaba de una forma que a mi me desagradaba mientras se acercaba a mi con obvias intenciones.
—Vaya, un mortal... uno bastante lindo. ¿Qué haces aquí, chico?
—No hago nada... ¿Puedo ayudarla en algo, señorita? —pregunté, sin dejarme inmutar por su tono lascivo o su desnudez.
En un abrir y cerrar de ojos, estaba delante de mí. Yo la miraba a los ojos, no queriendo ver lo que no debo.
—¿Puedo ayudarla? —volví a preguntar con el mismo tono.
Ella solo olfateó el aire.
—Además eres un omega. ¡Qué afortunada soy! —rió.
¿Qué estaba pasando?
Me intentó tocar la mejilla, pero inmediatamente salí del agua corriendo y quise agarrar mis ropas, pero no estaban... Miré alrededor y ví a un sátiro con una mirada tan malévola como la de la ninfa.
¡¿QUÉ ESTÁ PASANDO?!
—¡Señor, devuélveme eso! —exigí con un fruncido.
Él rió.
—¿Lo quieres, omega? ¡Ven y búscalo! —retó.
Me dirigí a él con paso enfadado, pues ya estaba hasta los cojones de esto.
—¡Estás como una cabra! —insulté —. ¡Y nunca mejor dicho, ¿eh?! —añadí.
—¡Oye, lo ví yo primero! —se quejó la ninfa, que había salido del agua para seguirme.
—¡Te jodes y bailas, puta, ahora lo tengo yo!
—¡Lo único que usted tiene es mi ropa!
Un sátiro y una ninfa peleándose por mi... ¡Esto no me había pasado nunca antes, era ridículo! El macho me miró.
—Si quieres tu ropa devuelta, móntame. Así de fácil, chaval.
Yo quedé boquiabierto del asco que me daba. ¡¿Quién se creía que era yo?! Bueno, mejor dicho, ¡¿quién se creía quién se creía que era él?!
Le metí una patada en los testículos, cosa que lo hizo caerse de inmediato al suelo, mientras él se sujetaba del dolor y yo aproveché esa distracción para recuperar mi ropa (sandalias incluídas).
—¡Oye, eso no vale! —se quejó mientras se levantaba —. ¡Me las vas a pagar, maldito omega!
La ninfa se burló.
—¡Ya ves! Ahora me lo quedo yo.
Estaba distraído vistiéndome, pero cuando terminé, ella me tomó de la cintura. Yo la aparté al instante, de un empujón.
—¡¿Qué crees que haces?!
—Oh, vam... ¿Qué es eso? —me miró el cuello —. ¿Estás marcado?
Ella señaló el lugar en el que Ares me había mordido hacía una semana. No me había dado cuenta de que seguía allí... ¿Era realmente una marca? ¿O simplemente era una mordedura que estaba tardando en desaparecer?
Ví que el sátiro se acercaba y salí corriendo.
¿Qué carajos estaba pasando? ¿Acaso eran las feromonas de omega?No... No creo que fuera eso. Esto tenía que ser algo de... algo de magia, ¿no?
ESTÁS LEYENDO
El Enigma del Gallo [Ares x Alectrión] [Omegaverse]
FanfictionAlectrión, un alfa y soldado del dios Ares, está enamorado de este, pero piensa ocultar sus sentimientos hacia este, ya que el dios de la guerra solo se acostaba con omegas femeninos... ¿O no? ¡Adéntrate en este omegaverse y descurbe lo que pasará c...