Parte 9

51 6 8
                                    

No debí emocionarme tanto, porque inmediatamente volví a sentirme enfermo. ¡Joder, por favor que termine ya esta especie de transformación, que no puedo hacer nada!

Terminé de vomitar y me levanté. Eros ya se había ido, pues dijo que solo quería conocerme. La verdad, no puedo evitar sospechar que venía a por otra cosa... ¿y si Afrodita lo mandó para hacerme algo, pero se lo replanteó? O, peor, ¿y si solo me está mintiendo para ganarse mi confianza y luego apuñalarme por la espalda? Eso era algo que los dioses harían sin duda... ¿Qué planeaban? Seguro que era algo que yo jamás podría imaginar.

Por muy descarado que sea a veces, sigo teniendo un mínimo de sentido común y tengo miedo a que en cualquier momento me caiga un rayo.

Pero Ares no dejaría que eso pase, ¿no?

¿A quién engaño? ¡Ni siquiera él podría evitar que algún dios me quisiera castigar! Además, no puedo esconderme detrás de él. Soy un guerrero, ¡el mejor de aquí!, no un simple cobarde que necesita ser cuidado...

Ay, dioses... ¡dadme fuerza para aguantar esta eterna tortura peor qué la muerte!

—¿Amor, estás bien? —preguntó la voz de mi amado, que había vuelto.

Por mucho que quisiera cuidarme, seguía teniendo responsabilidades las cuales estaba obligado a cumplir, por mucho que quisiera quedarse conmigo.

Lo miré.

—Sí, estoy bien... dentro de lo que significa estar bien en mi caso.

Él se acercó a abrazarme. Pareció notar algo y se puso a mirar alrededor.

—¿Estuvo alguien aquí? —me preguntó con la ceja alzada.

Fui honesto y le expliqué lo de Eros.

—¿O sea qué te visitó mi hijo?

Asentí.

—¿No crees qué es raro?

—La verdad que sí, pero, siendo sincero, todos los dioses sois bastante raros. Al menos para los estándares humanos.

—Los dioses somos raros hasta nuestros propios estándares, mi vida —rió.

Yo reí con él.

—Aún así es extraño...

***

—¿Hiciste lo qué te pedí? —preguntó mi madre.

No lo había hecho, pero le dije que sí.

Ella me había pedido que bajara a la tierra de los humanos e hiciera que quiénes sea que fueran destructivos (un sátiro, un minotauro, una ninfa e incluso un dios en sí), se enamoraran todos de Alectrión, para que esto causara celos y conflicto.

No juró nada por Estigia, me lo inventé así como me inventé todo lo que le dije a Psique de que yo era un monstruo.

A ver, psicológicamente, lo soy, pero le dije que también lo era físicamente, cosa que fue una mentira como un templo, porque yo soy DI-VI-NO.

De camino, había hecho que un lobo y un zorro se enamoraran, para tener menos flechas, porque sabía que, si llegaba con el mismo número de flechas con las que me fui, ella sospecharía.

Sé que las mentiras tienen patas cortas, pero quiero que mi padre sea feliz. Él también me defendió y convenció a mi madre de que perdonara a mi Psique. Ahora era mi turno...

El Enigma del Gallo [Ares x Alectrión] [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora