Capítulo 1: Origen

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La historia de V comienza en el enigmático macizo de Larra, una vasta región kárstica ubicada en los Pirineos, dentro de la Comunidad Autónoma de Navarra, España. Una pareja de espeleólogos, Arkiz y Mikel, que llevaban años explorando las intrincadas cuevas de la zona, se adentraron en este inhóspito y fascinante paisaje, conocido por sus profundas simas y laberintos subterráneos. Sin embargo, en esta expedición, algo diferente comenzó a suceder.

A medida que se adentraban más en la cueva, Arkiz y Mikel notaron un comportamiento extraño en los animales. Los pocos murciélagos que habitaban la cueva parecían agitados, volando erráticamente y evitando ciertas zonas. El aire dentro de la cueva, que normalmente era frío y húmedo, comenzó a cargarse con un fuerte olor a azufre, algo completamente fuera de lo normal ya que ambos habían estado en esa cueva decenas de veces antes sin experimentar nada similar. El ambiente se volvió pesado, casi opresivo, llenando a los dos espeleólogos de una sensación de inquietud. A pesar del miedo creciente, la curiosidad de Arkiz y Mikel fue mayor, empujándolos a seguir adelante.

Mientras avanzaban, comenzaron a escuchar un sonido que los detuvo en seco: era el llanto de un niño, resonando débilmente a través de los oscuros pasadizos de la cueva. Este descubrimiento, más que atemorizarlos, despertó en ellos una necesidad de seguir adelante, de descubrir la fuente de ese llanto. El terror que sentían no fue suficiente para detenerlos; la curiosidad los empujaba a continuar.

Cuando finalmente llegaron a una sala oculta dentro de la cueva, donde la luz natural no alcanzaba, el olor a azufre era casi insoportable, y parecía emanar directamente del lugar donde encontraron al niño. Allí, entre las sombras, estaba él, sentado en el suelo de roca, solo y en silencio. Su cabello blanco resplandecía tenuemente en la oscuridad, y lo más perturbador de todo era que la cicatriz que cruzaba su rostro desde debajo del ojo izquierdo hasta cerca de la nariz parecía fresca, como si la herida hubiera sido reciente.

Arkiz y Mikel, sorprendidos y desconcertados, se acercaron con cautela. El niño, que más tarde sería conocido como V, no mostraba señales de miedo, pero sus ojos, de un azul oscuro penetrante, los observaban con una calma antinatural, como si esperara desde hacía mucho tiempo a ser encontrado. Incapaces de hallar ninguna otra pista sobre su origen dentro de la peligrosa cueva, Arkiz y Mikel lo llevaron a la civilización, entregándolo a las autoridades locales en Navarra.

Al ser llevado a las autoridades, se abrió una investigación para determinar la procedencia de V. Las autoridades locales, perplejas por el hallazgo, intentaron descubrir quién era este niño y cómo había llegado a refugiarse en una cueva tan inaccesible. Se realizaron búsquedas de registros de niños desaparecidos en la región, y se interrogó a las comunidades cercanas, pero no se encontró ninguna pista sobre su identidad o familiares. Tras meses de investigación sin resultados concluyentes, las autoridades llegaron a la conclusión de que V debía ser un niño que se había perdido en el macizo de Larra y, de alguna manera, había logrado refugiarse en la cueva. La falta de información y la incapacidad de encontrar a sus padres o algún rastro de su pasado llevaron a que V fuera trasladado a un orfanato en un pequeño pueblo de Navarra.

Desde su llegada al orfanato, V fue un enigma para todos. Su apariencia inusual, el cabello blanco, la piel pálida, y la cicatriz que marcaba su rostro lo diferenciaba de inmediato de los otros niños, convirtiéndolo en el centro de miradas y susurros. Pero lo que más intrigaba a quienes lo rodeaban era su comportamiento: V era silencioso, distante, como si su mente estuviera siempre en otro lugar. Desde el primer momento, V sintió que no pertenecía a ese entorno. Había algo en él que lo mantenía apartado, una sensación constante de no encajar, de ser diferente en un nivel más profundo que su apariencia.

Los otros niños, al principio, intentaron interactuar con él, pero pronto, la diferencia de V se convirtió en un motivo de burla y acoso. Su incapacidad para relacionarse bien con los demás niños solo exacerbó la situación, llevándolo a aislarse aún más. Sin embargo, V no era una víctima fácil. En una ocasión, cuando el acoso se tornó físico, V reaccionó con una violencia inesperada, casi ahogando a uno de sus agresores. Durante el altercado, sus ojos azules se volvieron de un rojo intenso, un cambio que llenó de miedo a los presentes. Después de ese día, V fue temido y dejado en paz, lo que solo incrementó su aislamiento.

Al cumplir 15 años, una mujer misteriosa llegó al orfanato, mostrando un interés particular en V. Se llamaba Amy y era de origen francés. Su cabello rubio, como el oro brillante al sol, y sus ojos verdes, inusualmente brillantes, captaron de inmediato la atención de todos los que la vieron. Amy parecía conocer más sobre V de lo que estaba dispuesta a revelar. Cuando V la vio, por primera vez en su vida, sintió algo familiar. Una sensación que nunca había experimentado antes, una conexión que no podía explicar. Amy intentó llevárselo, pero sin los documentos necesarios que probaran su parentesco o identidad, no pudo hacerlo. Su visita, aunque breve, dejó una marca en V, quien a partir de entonces comenzó a tener sueños extraños y perturbadores.

V el origen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora