Domingo, 27/02/11
El día anterior, Francisco me llamó antes de que yo saliera al escenario. Me preguntó a dónde me había ido, con quien estaba. Pero algo no me cerraba, no tenía sentido que me haya llamado tan tarde. ¿A qué hora se había ido de mi casa?
Su excusa había sido que no tenía batería en el celular, pero nada ahí hacía sentido.
Ahora lo esperaba en la puerta de mi nuevo edificio, pero parecía no querer aparecer.
—¿Sabés qué? Ni vengas—Bufé, enojada—. Una vez que te pido un favor y no sos capaz de cumplir.
—No es el primer favor que me pedís, pero tenés que entender que tengo cosas que hacer—Intentaba justificarse mi novio.
—Claro, porque ver un partido con tus amigos es algo importante—Rodé los ojos—. Dejá, Francisco.
Le corté y no quise llamar a las chicas para eso, ya todas me habían ayudado lo suficiente, no quería joderlas más. Entonces le mandé mensaje a los Sardelli en el grupo que tenían solo conmigo. No porque mis amigas le caigan mal, solo por el hecho de que las chicas nunca estaban muy pendientes y el grupo que teníamos todos juntos había quedado en el olvido. Entonces habíamos hecho otro, porque las chicas se quejaban de los mil mensajes por minuto que mandábamos entre los cuatro.
Cuty me dijo que justo estaban volviendo los tres de lo de sus viejos en Don Torcuato y que podían venir a ayudarme. Así que sonreí aliviada.
El departamento estaba casi en Palermo, en una zona bastante linda y, por eso, bastante cara. Eso me rompía las pelotas, terminaba pareciendo una chetita careta.
Entré al edificio con las llaves que me habían dado mis viejos y subí, era en el séptimo piso. Pasé y estaba todo amueblado con cosas bastante lindas, agradecí que la luz no fuera fría, porque detestaba que mi casa pareciera un quirófano. Lo único que no estaba era la cama, pero según lo que había entendido, iban a traer la de dos plazas que tenía en lo de mis papás. Apenas entraba, tenía la cocina a mi derecha, separada del comedor, el cual consistía en una mesa, y el living solo por una barra. Al lado del living tenía el balcón. Frente a todo eso, estaba la pieza, en donde tenía un espacioso placard con una puerta de espejo y un baño, al cual también se podía acceder desde el comedor o living. No era un lugar gigante, pero el espacio que había estaba bien aprovechado.
Había llevado dos valijas con toda mi ropa, y empecé acomodando eso en lo que mis amigos llegaban. Pasó una media hora y el portero eléctrico sonó. Suprimí toda la bronca y la frustración que me había dejado la pelea con Fran, bajé a abrirles y los vi cargados de cosas.
—Buenas, wachina—Saludó Pato, entrando al lobby del lugar.
—¿Y todo eso? —Pregunté, mirando todas las bolsas que traían.
—Supusimos que ibas a necesitar comida y algunas boludeces más—Dijo el bajista, sonriente.
—No hacía falta—Sonreí mientras agarraba alguna de las bolsas que tenía el mayor. Me siguieron todos al ascensor.
—¿Entonces? ¿A qué hora viene el flete? —Preguntó el rubio, impaciente como siempre.
—A las cinco se supone que está acá—Respondí—. Bah, no sé si es un flete, no tenía tantas cosas en mi pieza.
—¿Sabés que no te creo nada? —Se rio Cuty, desconfiando. Me reí con él y justo llegamos a mi piso.
Bajamos del ascensor y, como pude, abrí la puerta. Casi que tiré todo al piso por el esfuerzo que suponía para mí levantar esas bolsas.
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Ángel Eléctrico
Fanfiction¿Cómo dejar de huir de lo que siento? Si es más fácil perderme en el caos que aceptar lo que realmente somos. Atrapada entre el caos de la toxicidad y su miedo a amar, encuentra en él un refugio que amenaza con convertirse en algo más profundo de lo...