Martes, 11/10/11
Era ella.
Después de meses incomunicados me llamaba. Con las manos temblorosas atendí, preguntándome qué me diría.
—Almi, por dios, ¿Estás bien? —Pregunté apenas atendí su número, casi aliviado. Pero su llanto irregular me preocupó otra vez—. Morocha, por favor decí algo.
A pesar de que todos en la mesa me miraban expectantes y preocupados, me alejé un poco para tener más privacidad, incapaz de deducir lo que pasaría.
—Te amo, Patricio. Te amo con todo lo que soy nunca te olvides de eso, por favor, recordalo siempre—Su voz se oía rasposa, no parecía ella y un nudo atrapó mi garganta. No entendía qué era lo que pasaba y me estaba desesperando—. Te amo tanto... y por eso te alejé. No me queda tiempo para explicarte, pero nunca dejé de amarte.
¿No tenía tiempo? ¿Qué era lo que estaba pasando? Cada una de sus palabras me hacían dudar más, sin entender por qué me decía todo eso.
—¿De qué hablás, Almu? ¿Qué pasa? —Pregunté cada vez más desesperado por respuestas que no llegaban. Algo estaba pasando y ella no quería decirlo.
—Siempre te voy a cuidar, Pato, siempre—Susurró la de ojos verdes, cada vez le costaba más dejar salir las palabras. Entendí lo que pasaba y mis ojos se llenaron de lágrimas—. Te amo.
—¡Alma! ¡ALMA! —Grité al aparato, pero ella ya había cortado.
Mi corazón empezó a palpitar desesperado y tiré el celular por ahí para buscar las llaves del auto y de su departamento. No podía ser lo que estaba pensando.
—¿Qué pasó, Pato? —Preguntó Sofi, mirándome con preocupación mientras yo daba vuelta la casa para encontrar sus llaves. Sentía que cada segundo contaba mientras no encontraba lo que necesitaba.
Era incapaz de dejar salir lo que pensaba, de que eso se volviera real. Cada vez me desesperaba más, se me estaba terminando el tiempo igual que a ella. Su vida resbalaba entre mis manos. Sentí cómo mi garganta se cerraba ante ese pensamiento.
—Ey, ey, Pato—Me llamó Cuty, preocupado—. ¿Qué te dijo?
No pude hablar y seguí llorando, aliviándome un poco al encontrar las llaves del edifico. Agarré las del auto y salí disparado de ahí, sin saber cómo haría para llegar sin derrumbarme antes.
Manejé saltándome todos los semáforos y casi chocando varias veces, incapaz de frenar ni por un segundo. Sentía que se me acababa el aire. El dolor en mi pecho se incrementaba a cada minuto.
Llegué y mientras subía al ascensor me preparaba para lo peor, sollozando sin poder parar, incapaz de procesar lo que estaba pasando. Solo rogaba estar equivocado, encontrármela bien, que eso solo fuera un mal sueño y despertar entre sus brazos una vez más.
Abrí la puerta con mis manos temblorosas y el panorama solo me destrozo más. Estaba todo en penumbras, desordenado, con olor a porro, cigarrillo y alcohol, la mesa estaba llena de polvo blanco y las cosas estaban tiradas por todos lados. Mis ojos derramaban lágrimas al recordar lo felices que en algún momento habíamos sido en ese lugar, cómo lo habíamos llenado de nuestras risas y nuestra música, dándole vida. Ahora eso eran solo lejanos recuerdos.
No perdí tiempo y corrí hasta su pieza escuchando el sonido de mis propios pasos en el silencio, pero no estaba ahí. Abrí la puerta del baño y me encontré una imagen que supe que me iba a atormentar toda la vida. Su cuerpo estaba inerte en la bañera llena de agua roja, de sangre. Sentí que se me iba el alma del cuerpo y como un vacío se apoderaba de mi pecho, en shock. Algo en mí se había ido con ese escenario.
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Ángel Eléctrico
Fanfiction¿Cómo dejar de huir de lo que siento? Si es más fácil perderme en el caos que aceptar lo que realmente somos. Atrapada entre el caos de la toxicidad y su miedo a amar, encuentra en él un refugio que amenaza con convertirse en algo más profundo de lo...