Jueves, 07/07/11
Mis manos iban una y otra vez a mis labios, arrancándoles la piel. Pato dormía a mi lado, con una expresión de calma impasible. Yo era todo lo contrario, no podía evitar pensar qué hablaríamos con Angie transcurrido un año de la última vez que la había visto, sin contar el reencuentro afuera del estudio. Mi cabeza maquinaba sin descanso, pensando en qué querría la castaña esta vez. Miré mis uñas y me di cuenta de la sangre, no podía reventarme los labios así. Relamí mis labios en el momento que Pato empezó a moverse, desperezándose.
—Buen día, Patito—Sonreí levemente, pasando mi dedo suavemente por el puente de su nariz.
—Buenas, morocha—Saludó el violero con la voz ronca de recién despierto que a mí me encantaba—. ¿Qué hora es?
—Las nueve—Respondí en un murmullo, intentando esconder el hecho de lo nerviosa que estaba por esa tarde.
—Quedémonos un ratito más en la cama—Pidió Pato, abrazándome y acercándome más a él. Yo me reí, acurrucándome contra su cuerpo.
—¿Tenés fiaca? —Pregunté sonriente, acomodando su rebelde pelo. Él asintió sin despegarse de mí.
Pasamos una media hora acostados sin emitir palabra, hasta que decidí separarme de él para por lo menos poder sentarme en la cama.
—¿Te peleaste con el peine a la noche? —Preguntó sonriente el morocho. Me miré al espejo, viendo como las trenzas cocidas que me había hecho estaban totalmente deshechas y arremolinadas.
—¿Te viste a vos, Patricio? —Devolví, señalándolo con una ceja levantada. Él en respuesta levantó su remera del piso y se la ató en la cabeza como si fuera una bandana, cubriendo su pelo revuelto.
—¿Ahí te gusta más? —Sonrió de lado el violero, agarrando la acústica de al lado de mi cama.
—¿Tan temprano y ya tocando? —Pregunté, mirando como soleaba sin ningún rumbo fijo. Agarré mis cigarrillos y me prendí uno
—... De volver a empezar, mejor que antes, quiero darte cada uno de mis instantes, nunca más voy a mentir de nuevo, porque no voy a olvidarte nunca más—Empezó a cantar Pato, haciéndome sonreír como boluda—. Va a ser mejor que te empiece a olvidar, porque queda mucho tiempo por delante, yo te voy a recordar todos los días, porque un amor así nunca se olvida.
—A las chicas lindas nos gusta Metallica, morocho—Reclamé, golpeando el pucho con mi dedo para que caigan las cenizas sobre el cenicero. Lógicamente, Calamaro me gustaba, pero más me gustaba romperle las pelotas a Pato.
—No da tocar Metallica con la acústica, Almita—Se rio Pato, levantándose por fin de la cama—. ¿Mate o café?
—Café con muchos alfajores Guaymallén de fruta, Patito—Pedí, estirándome en la cama ahora vacía.
—Cómo te gusta chorearme los gustos—Bufó el violero, poniéndose los pantalones para salir de la pieza.
Sonreí viéndolo salir de la pieza, segura de que dentro de poco me animaría a decirle que me estaba pasando algo más con él, algo más allá de lo físico.
—Buenas tardes, Tani—Me sonrió la pelirroja cuando entré al local, con esa despreocupada sonrisa que la caracterizaba y ese apodo que había mutado desde Tana.
—Hola, Simuchi—Le sonreí, dejando mis cosas en un pequeño armario que había atrás en el local—. Hace un frío de re cagarse afuera, ¿Viste?
—Sí, boluda, no se puede estar—Se rio Simo, pero mi mirada estaba en otra parte, perdida en mis propios pensamientos—. Ey, estás en otra, nena, ¿Qué pasa?
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Ángel Eléctrico
Fanfiction¿Cómo dejar de huir de lo que siento? Si es más fácil perderme en el caos que aceptar lo que realmente somos. Atrapada entre el caos de la toxicidad y su miedo a amar, encuentra en él un refugio que amenaza con convertirse en algo más profundo de lo...