03. Creé En Vos

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Sábado, 05/02/11

Esa discusión me había confirmado lo pelotudo que era Francisco, por si tenía alguna duda. Veía el malestar plasmado en la cara de Almi y me jodía tanto que sufriera por un tarado así. Después de un rato de no verla, me levanté y fui a la cocina para ver si estaba haciéndose un trago, pero antes de entrar la escuché.

—Es que no tenías por qué decírmelo en frente de todos—Se quejó la morocha—. Podrías haber esperado a que estemos solos si te molestaba algo.

—Es que no me gusta que me dejes así de lado y que no te importe si me siento incómodo—Reprochó Francisco—. ¿Ves? Esto te pasa cuando te juntás tanto con tus amiguitas, te llenan la cabeza de boludeces.

—¿Qué decís? —Dijo Alma, confundida con las acusaciones de su novio.

—Sí, seguro ellas te dijeron que te pongas eso—Rio irónico el morocho—. Por eso están solteras, están todo el tiempo pensando en salir, tomar, provocar.

—No sé, Fran... No creo que sea tan así—Murmuró la de ojos claros, claramente sin saber qué decir.

—Mejor me voy, no quiero estar más acá—Bufó su novio—. Si te dejé venir es porque soy tolerante con todo esto, pero la próxima podríamos hacer algo más tranquilo... Digo, como los novios normales.

—Pero no quiero que te vayas así—Murmuró Almi, cohibida.

—No sé para qué querés que esté, si con Pato estás perfecta—Ironizó el morocho y escuché cómo se por el golpe de la puerta principal.

Entré a la cocina fingiendo no haber escuchado nada, para no incomodar más a la morocha. La vi apoyada contra la mesada, pasándose la mano por el pelo con sus ojos cerrados.

—¿Todo bien? —Pregunté, frunciendo el ceño con preocupación.

—Sí, solamente fue un día... Difícil—Suspiró Almi, abriendo los ojos.

—Un día... La noche parece que también te preocupa—Murmuré, intentando no ser demasiado invasivo—. ¿Querés contarme?

—Es solo mi familia... Lo normal—Empezó diciendo Almi—. Quieren que estudie, yo dejé la carrera, no me apoyan con lo que me gusta hacer, me comparan con mi hermana melliza y... Bueno, me echaron de casa.

—¿Qué? —Dije yo, pasmado con una expresión de incredulidad plasmado en mi cara—. ¿Cómo que te echaron?

—Sí, dos días antes de mi cumpleaños... No me sorprende, iba a terminar pasando de alguna manera u otra—Sonrió la morocha con un dejo de tristeza que me partió el Alma—. Al final tienen razón... Soy un fracaso en todos los sentidos.

—No digas boludeces, Alma—Bufé, sentándome en la mesada frente a ella.

—Pato, no trabajo, no estudio, vivo en lo de Coni, me drogo, fumo y ni siquiera sé qué voy a hacer para salir de esto—Escupió la de mechas celestes, con bronca consigo misma.

—Almi, yo de pedo terminé la secundaria y no tengo título, pero mirame ¿Me ves fracasando? —Me acerqué hasta agarrarla de los hombros con suavidad, para transmitirle apoyo—. Todo esto se va a resolver, solo tenés que volver a encontrar el camino.

—En donde estoy yo es un desierto, no hay ningún camino a seguir—Susurró la de ojos verdes.

—Este no es el fin de todo, morocha—Murmuré, cerca de ella, mirándola a los ojos—. Tenés que tener esperanza, aferrarte a esos vínculos que te hacen bien y deshacerte de esos que te hacen mal. Creé en vos.

—No es tan fácil, Pato—Siguió susurrando Alma, bajando su mirada—. Es muy difícil creer en mí cuando nunca nadie lo hizo.

—Yo creo en vos—Solté sin pensarlo demasiado—. No te conozco tanto, ya lo sé, pero tus ojos me dicen que no sos una mala persona, que no merecés esto.

Ángel EléctricoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora