23. Sombras del Ayer

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Sábado, 02/07/11

—¡Me encanta! —Sonreí al escuchar el último arreglo de la última canción del disco, "Sombras del Ayer"—. No puedo creer que con esto terminamos de grabar.

—Por fin, necesito que todo esto salga ya—Suspiró Luz, tirándose en el piso.

—El primer single sale dentro de poco y parece que la gente está ansiosa por escuchar—Dijo Pipe, apoyado contra la pared.

—Bueno, che, yo me tengo que ir yendo, me espera Sofi afuera—Habló Rodri, agarrando su campera de cuero.

—Ojito con mi amiga—Miré mal al violero, en joda, pero él sabía las consecuencias de hacerle algún mal.

—Me las tomo ya, antes de que me castren en vivo y en directo—Murmuró el morocho, saliendo rápido del estudio bajo mi mirada amenazante.

—Sí, ya no hay nada que hacer así que yo también me voy—Dijo el Ruso, seguido por Luz y Pipe, que también agarraron sus cosas para irse.

—Yo me quedo un rato viendo si falta ajustar algo, ustedes vayan—Le sonreí, sentada en la silla frente a la consola.

—No te quedes hasta muy tarde, Tana—Pidió Luz, dándome un beso en el cachete como despedida.

Asentí, saludé todos y volví a repasar cada canción, ajustando pequeños detalles. Hasta que un mensaje me sacó la concentración. Era Pato.

"Saliendo del estudio, ¿Vos seguís ahí"

"Sí, pero en diez me voy"

"Entonces en diez estoy ahí"

Sonreí y me quedé pensando un momento más. Esos últimos días se me estaba haciendo imposible ignorar la cálida sensación en mi pecho cada que estábamos juntos con Pato. Ante cada caricia, cada beso, cada comentario intencionado, mi corazón se desbocaba en emoción, incapaz de seguir fingiendo. Capaz era momento de ir aceptando eso que me estaba pasando y empezar a aceptar mis sentimientos. Salí del estudio para esperarlo mientras me fumaba un cigarrillo para despejar mi mente del bodrio que sería el almuerzo del día siguiente después de tocar esa noche. Iba a estar destruida.

—¿Almi? —Esa voz llamando mi nombre otra vez me descolocó por completo, haciéndome incapaz de girar a mirar a quién me hablaba hasta que estuvo frente a mí, confirmando mis sospechas—. Sabía que eras vos.

—Angie, tanto tiempo—Sonreí algo fingida, intentando destensarme. Había pasado un tiempo, podía ser que ella hubiera cambiado tal como yo—. ¿Qué hacés por acá?

—Paseo, Tanita, ¿Y vos? —Respondió la castaña, también sacando sus propios cigarrillos, pero de cereza.

—Recién salgo del estudio, terminaba de grabar mi disco—Respondí, sonando algo más amigable esta vez al notar que su aspecto era normal, sin ningún rastro de autodestrucción en sus acciones.

—¿Así que por fin consideraste ser solista? —Preguntó, interesada en saber más, viéndome con esa desafiante mirada en sus ojos.

—No, sigo con Metanoia—Respondí con una leve sonrisa.

—Che, vos desapareciste, pasame tu número así alguna vez nos juntamos a tomar algo, relajarnos prendiendo uno—Propuso Angie, sonriente. Otra vez subí mis defensas, viendo en su mirada ese dejo de complicidad consigo misma, con sus intenciones. Me tensé al instante.

—Bueno, dale, coordinamos algo—Acepté de igual manera, agendando mi número en el celular de la castaña. Agradecí que llegara Pato en ese mismo instante—. Bueno, me esperan, Angie. Nos vemos.

Ángel EléctricoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora