Cuando el verano acabe || Griff Jones

11

El verano continuaba su curso, y cada día me sentía más en casa en el campamento. La amistad con Griff se había vuelto un pilar en mi vida, una fuente de alegría que iluminaba incluso mis días más grises. Habíamos compartido risas, aventuras y momentos de vulnerabilidad que nos habían unido de formas inesperadas.

Una mañana, mientras desayunábamos, el campamento anunció una actividad especial: una búsqueda del tesoro en el bosque. La noticia generó una oleada de entusiasmo entre todos, y rápidamente se formaron equipos. No tardé en notar que Griff y yo teníamos una conexión especial en este tipo de actividades.

—¿Te gustaría que fuéramos un equipo? —le pregunté, sintiendo una mezcla de emoción y nervios.

—Por supuesto. Solo asegúrate de no dejarme atrás —respondió él, con una sonrisa traviesa.

El campamento se dividió en equipos, y pronto comenzamos la búsqueda. Los organizadores habían escondido pistas y desafíos en varios puntos del bosque, y nuestro objetivo era ser el primero en encontrar el "tesoro". Mientras corríamos de un lado a otro, la adrenalina fluía por nuestras venas, y no podía evitar reírme con cada nuevo obstáculo que enfrentábamos.

A medida que resolvíamos las pistas, la química entre Griff y yo se hacía más evidente. Sus ojos brillaban con entusiasmo y alegría, y a menudo nos encontrábamos intercambiando miradas que decían más que mil palabras. Era como si cada pequeño triunfo nos acercara un poco más.

Después de varias pruebas, llegamos a una pista que nos llevó a un claro donde había un viejo árbol con un tronco hueco. Al acercarnos, notamos que había algo dentro.

—¿Qué crees que será? —pregunté, llena de curiosidad.

—Solo hay una forma de averiguarlo —respondió Griff, sonriendo mientras se agachaba para investigar.

Al sacar un viejo cofre de madera, mi corazón latió con fuerza. Era el momento culminante de la búsqueda del tesoro. Griff lo abrió, y dentro encontramos una colección de objetos: fotos antiguas, cartas y algunos recuerdos de campistas anteriores.

—Mira esto —dijo Griff, sosteniendo una foto de un grupo de campistas sonriendo en el mismo lugar donde estábamos. —Es genial ver cómo la gente ha compartido momentos como estos a lo largo de los años.

Mientras revisábamos el contenido del cofre, Griff se detuvo en una carta. Su expresión cambió a medida que leía las palabras en voz alta.

—"No importa cuánto tiempo pase, siempre llevaré conmigo los recuerdos de este lugar. Los amigos que encontré aquí son mi tesoro más grande..." —su voz se detuvo y miró hacia mí.

—Eso es hermoso —respondí, sintiendo que las palabras resonaban profundamente en mi corazón.

—Sí, y creo que este lugar tiene algo mágico. No solo por los recuerdos, sino por las conexiones que hacemos aquí —dijo, su mirada fija en la mía.

En ese momento, algo en el aire cambió. La intensidad de su mirada me hizo sentir vulnerable y expuesta, pero también increíblemente viva. Era un instante en el que todo lo que habíamos compartido se consolidó en una verdad innegable.

—Griff —comencé, sintiendo que las palabras fluían de mí—, estos días contigo han sido realmente especiales. Siento que hay algo más entre nosotros, y no puedo ignorarlo.

Él se acercó un poco más, su voz suave pero firme. —Lo siento también, Lola. Me siento diferente contigo, como si realmente pudiera ser yo mismo. Y eso es algo que nunca había experimentado.

Nuestras manos se encontraron nuevamente, y en ese momento, supe que estábamos en la misma sintonía. La búsqueda del tesoro se había convertido en algo mucho más profundo, y el cofre no solo contenía objetos olvidados, sino un símbolo de lo que habíamos construido juntos.

—¿Qué piensas que deberíamos hacer con esto? —pregunté, mirando a nuestro alrededor.

—Quizás deberíamos añadir algo de nosotros. Un pequeño recordatorio de nuestra amistad —sugirió Griff, y su idea me encantó.

Así que decidimos escribir una carta de nuestro propio puño y letra, describiendo lo que significaba el campamento para nosotros. Hablamos sobre la amistad, las aventuras y la magia de esos días juntos. Cuando terminamos, metimos nuestra carta en el cofre junto con algunas piedras brillantes que habíamos encontrado.

Cuando volvimos al campamento, el ambiente estaba lleno de risas y emoción. La búsqueda del tesoro había sido un éxito, y todos compartían sus hallazgos. Griff y yo, sin embargo, sabíamos que habíamos compartido algo que iba más allá de la competencia.

Mientras el sol comenzaba a ocultarse, nos sentamos juntos cerca de la fogata. Zuri y Jack estaban bromeando, y el grupo se llenaba de historias divertidas y anécdotas.

—¿Te imaginas lo que pasará el próximo año? —pregunté, mirando a Griff.

—Espero que sigamos siendo parte de esto, de alguna forma —respondió él, con una mirada soñadora. —Esto es especial, y quiero que siga siéndolo.

La risa y las historias de los demás campistas nos rodeaban, pero Griff y yo sabíamos que habíamos cruzado un umbral importante. Habíamos compartido una conexión que era fuerte, pero no necesariamente romántica todavía. Era un lazo profundo de amistad que podría llevar a algo más en el futuro, y eso me emocionaba.

A medida que la noche avanzaba y las estrellas brillaban en el cielo, sentí que estaba en un lugar perfecto. No había necesidad de apresurarnos. La magia de lo que estábamos construyendo estaba en el aire, y todo lo que queríamos era disfrutar de cada momento, sin presión ni expectativas.

—Este verano ha sido increíble, y no puedo esperar a ver qué nos depara el futuro —dije, mirando a Griff.

Él sonrió, una sonrisa llena de comprensión. —Yo tampoco. Disfrutemos del viaje, paso a paso.

Así, en la cálida noche del campamento, con las llamas danzando a nuestro alrededor, supe que estaba exactamente donde debía estar. Era un nuevo capítulo, lleno de amistad y posibilidades, y lo más emocionante de todo era que aún quedaba mucho por descubrir.