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El sol brillaba con fuerza cuando desperté al día siguiente, el aire fresco y el canto de los pájaros llenaban el bosque. El evento de la noche anterior seguía resonando en mi mente. Habíamos compartido tanto, y la idea de "La Caja de las Verdades" empezaba a tomar forma en mis pensamientos. ¿Sería posible que, al abrirnos, pudiéramos sanar juntos?

Desayunamos como de costumbre, pero había un aire de anticipación en la mesa. Todos estábamos emocionados por la idea de nuestro nuevo espacio seguro. Jack parecía particularmente entusiasmado.

—Hoy deberíamos buscar una caja —dijo, mientras devoraba un trozo de tostada. —Algo que realmente se destaque, para que todos quieran participar.

—Quizás algo decorado, con colores vibrantes —sugirió Zuri, con una chispa en sus ojos—. ¡Deberíamos hacerla nosotros mismos!

A medida que la conversación avanzaba, decidimos que, después de las actividades del día, nos reuniríamos para crear "La Caja de las Verdades". La idea de tener un proyecto en común me llenaba de entusiasmo. Sería una manera de unirnos más y, al mismo tiempo, ayudar a cada uno a liberar lo que llevaba dentro.

Después del desayuno, nos dirigimos a la zona de actividades. Ese día había planificadas competencias de escalada y un taller de manualidades, y todos estábamos listos para poner a prueba nuestras habilidades.

La escalada fue intensa. Mientras subía por la pared, sentí que cada movimiento era un desafío no solo físico, sino también mental. Miré hacia abajo y vi a Griff animándome. Su sonrisa era contagiosa, y eso me dio el impulso que necesitaba. Al llegar a la cima, levanté los brazos en señal de victoria, y todos aplaudieron desde abajo.

—¡Eres increíble, Lola! —gritó Jack, con una expresión de admiración.

—¡Sí! ¡Ahora solo nos falta la caja! —respondí, riendo.

Después de un día lleno de risas y competencia, regresamos al comedor, donde todos comenzamos a trabajar en la caja. Trajimos cartones, pinturas, pinceles y todo lo que se nos ocurrió. La idea era crear un espacio que no solo fuera funcional, sino también atractivo.

Zuri y yo nos encargamos de decorarla, mientras que Jack y Griff pintaban la base. Alex, por su parte, comenzó a escribir algunas ideas para las reglas de "La Caja de las Verdades". La atmósfera era creativa y colaborativa. Todos compartíamos risas mientras trabajábamos juntos, y poco a poco, la caja comenzó a tomar forma.

—¡Esto va a ser épico! —exclamó Jack, colocando un gran corazón de colores brillantes en un lado de la caja. —Cada nota será un pedazo de amor y apoyo.

—Exacto —respondí—. Esto será un lugar donde todos puedan sentirse seguros.

Mientras trabajábamos, la conversación fluía de manera natural. Zuri empezó a hablar sobre su pasión por la pintura y cómo a veces la usaba como una forma de expresarse. Griff compartió sus experiencias en el centro de detención, pero esta vez con una mirada más esperanzadora, como si hubiera encontrado paz en el proceso.

—La pintura me ayudó a salir de mi cabeza. A veces, solo necesitas poner tus sentimientos en algo tangible —dijo Zuri, mientras trazaba líneas coloridas en la caja.

Poco a poco, todos compartimos no solo nuestras habilidades, sino también nuestras historias. La caja se convirtió en un símbolo de nuestra unión y de las luchas que estábamos dispuestos a enfrentar juntos. Cuando finalmente terminamos, nos detuvimos a admirar nuestro trabajo.

—Es perfecta —dijo Griff, sonriendo—. Estoy emocionado por ver cómo funcionará.

Decidimos que el primer uso de la caja sería esa misma noche, después de la cena. La idea de compartir nuestras verdades y experiencias me llenaba de anticipación, pero también de nervios. ¿Estaría lista para abrirme más?

La cena transcurrió rápidamente, y la emoción creció a medida que nos dirigimos al lugar donde habíamos colocado la caja. Todos nos sentamos en un círculo, con la caja en el centro. La atmósfera estaba cargada de expectativa.

—¿Quién quiere empezar? —preguntó Jack, rompiendo el silencio.

Un momento de quietud se apoderó del grupo. Finalmente, Zuri se ofreció. —Yo puedo hacerlo. —Se levantó y tomó un papel en blanco, escribiendo rápidamente. Luego lo dobló y lo colocó en la caja.

—No sé si esto ayudará, pero es lo que siento —dijo, su voz temblando un poco.

El resto de nosotros aplaudió suavemente, alentándola. Zuri se sentó de nuevo, y una sonrisa nerviosa apareció en su rostro.

A medida que el ciclo continuaba, cada uno tomó un turno para escribir y depositar sus notas. La caja se fue llenando de verdades y sentimientos

Cuando el verano acabe || Griff Jones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora