Capítulo 40: Nuestro Secreto

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   Los amantes, los amigos, los familiares, los conocidos y los no tanto, cada uno guarda secretos, sean de algo malo o de algo bueno, pero, cuando guardas un secreto, que no es tuyo, la carga es más pesada, puesto, que si alguien se entera, serás, el primer culpable, pero, cuando guardas un secreto que implica a ambos, ese secreto, se vuelve, un lazo, que nunca se romperá, o por lo menos, no tan fácil.

● ¿Qué usted, está que? — grita la guardiana, de la impresión.
● Preñada, Seeker, dijo, preñada — repite Ghost, por si, no lo entendió a la primera.
● Y, ¿quién fue el bastardo que la pervirtio? — sigue vociferando Seeker.
● Nadie — niega Light y tomando la garra de su guardiana, agrega — esto, se hace entre dos y no, nadie me convenció de hacerlo, de hecho, fue algo que deseaba, sin siquiera percatarme — suspira — además, sino tenía descendencia ahora, nunca podría tenerla, recuerda que no podré tener crías, después de devolver a todos los insectos de Hallownest.
● Lo sé — asiente la guardiana — pero, recuerde que usted es nuestra pequeña.
● Ya, no soy pequeña, Seeker — sonríe amablemente la sanadora.
● Sólo espero que hayas encontrado un buen macho — susurra Ghost, abrazando a su dama.
● Tú, eres mi estándar — sonríe Light, acurrucándose al dios del vacío — ven aquí gruñona — habla la joven diosa, estirando su garra a Seeker, quien la toma y se une al abrazo.
● Espero que el idiota del progenitor, la deje ir con sus crías, a la tierra de las tormentas — preocupada, menciona la guardiana.
● No te preocupes, él y yo, tenemos un trato — sonríe la sanadora, sin dejar de abrazar a su familia.

En eso, llega Joni, quien al ver la escena, también corre y se abraza al grupo.

● Y, ¿por qué nos estamos abrazando? — suelta de pronto la escarabajo azul.
● Porque pronto, la familia crecerá — cuenta el dios del vacío.
● ¡Ghost! — exclama la sanadora, a modo de acallarle.
● Mi señor, ¡por el trueno y la lluvia!, ahora todo el palacio sabrá que la señora Light, está preñada.
● ¡Seeker! — vuelve a quejarse la joven diosa.
● ¡Hey!, tranquilos, no diré nada, enserió — piensa un segundo — la verdad, no prometo nada, soy pésima para guardar secretos, ahora entiendo por qué Pálido, me alejo de todos — se queda divagando la escarabajo azul — ¡espere!, ¿está qué?
● Que la señorita, perdón, señora Light, está preñada — responde Ghost — pero, esto, es nuestro secreto, ¿entendido enana?
● ¡Entendido, señor! — asiente la pequeña Joni y se acurruca más a Light.

En tanto, a la hora del desayuno, en el comedor, del palacio real.

● Buena jornada Dryya — saluda Iselda a su compañera y al verla de cerca, se espanta — ¿qué te pasó?, ¡te ves terrible!, pareciera que hubieras trabajado cuatro jornadas, sin descanso — y, al ver que su amiga, solo pone su frente en la mesa, menciona — creo que, dos jornadas de descanso, no fueron suficientes.
● Lo hubiesen sido, si no fuera por Ze'mer — gruñe Dryya.
● ¿Qué tiene que ver Ze'mer? — confundida se pregunta Iselda.
● Lo diré en cuatro palabras — habla la feroz guerrera, aún con la frente en la mesa — Ze’mer, tiene demasiada energía.

Esto deja pensando por unos segundos a la hormiga, hasta que...

● ¡Oh!, entiendo — reacciona Iselda y luego medio burlándose, continúa — y, tan sereno que se ve nuestro caballero — luego pone cara pícara y agrega — ahora, tengo curiosidad, de ver como luce hoy, nuestro querido Ze'mer.
● Como si nunca hubiere hecho nada — responde media molesta, Dryya.

Y antes de que Iselda, siga torturando a la feroz, llega Sly, al rescate.

● Dryya, disculpa que te importune, pero, el rey necesita que lleves a la Dama Blanca, a la parte alta del castillo.
● Enseguida, Sly — se levanta de golpe la mencionada, haciendo una reverencia.
● ¡Por la diosa del geo!, ¿qué te pasó?, creí que tenías dos jornadas de descanso, al igual que Ze'mer — grita el primer caballero de la impresión.

Hallownest; El Reino por Reconstruir (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora