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—Nick...

—lo sé, no. Debí...—se bajó de la mesada—debí guárdame eso. No, no... No puedo quedarme aquí —caminó rápido sin mirar ni de casualidad al mayor.

Pero Charlie actuó. Corrió a la puerta con velocidad, evitando que Nick tocara siquiera el picaporte.

—no Nick, no te vayas —posó sus manos en las mejillas del rubio—no quiero que te vayas.

—pero...

No alcanzo a decir una misera palabra que sus labios fueron sellados por un beso. Un beso que ambos deseaban.
Unas lágrimas salían de los ojitos de Nick. Ambos saboreaban el sabor salado de estas.

—¿Por qué lloras chiquito?— preguntó en un susurro luego de separarse.

—es que no quiero que me dejes —lo abrazó desesperado por atención, afecto.

—¿Por qué te dejaría?—limpió las lagrimitas.

—porque eres mayor y tienes un trabajo que cuidar. Además te deben seguir chicos y chicas y...—Charlie evitó que siguiera hablando con un "shh".

—no me gustan ninguna de las chicas y los chicos que me siguen.

—¿Ninguno?

—hmm, ahora que lo pienso... sí, uno solo—sonrió y colocó su mano en la nuca del menor.

—oh...—decepcionado, con ganas de llorar.

—si, ¿Sabés como se llama?—negó—¿Quiéres saber?—le susurró al oído. El chico solo se encogió de hombros —Nicholas. Nicholas Nelson.

El corazón del rubio latía de la emoción. ¿Era acaso cierto que él, un tonto adolescente, le gustaba a un hombre mayor y tan guapo?.

—¿Es...es en serio?

Charlie lo besó nuevamente de forrma tranquila.

—Nick, quiero esto.

—¿Qué cosa?

—que seamos algo. No solo trato acompañante terapéutico y paciente. Hablo de novios.—le tomó la mano—¿Quisieras?

—pero... ¿Qué con tu trabajo?.

—no me importa —acarició el cabello del contrario con suavidad y una sonrisa— o quizá sí. Pero lo solucionaré, tranquilo.

—¿Me das otro beso?—pidió.

Charlie sonrió y accedió.

—¿Te quedarás hoy? —rodeaba el cuello de Nick con sus brazos —puedo hacerte unas ricas pastas.

—dejame pensar...—una mueca pensativa—es que me esperan mis tíos en casa—se encogió de hombros.

—¿Qué? ¿Es en se....-
Nick reía. Esto le dió la señal a Charlie de que era una broma—pequeño mentiroso—lo atacó con cosquillas, haciendo que cayera al suelo.

—me quedaré con una condición....

—dime—le besó el cuello.

—dormiremos juntos.

El rizado rió—no señorito, cada uno en su cama.

—maldito.

—ya ya. Es obvio que no te dejaré dormir solo. Hoy, tu y yo, juntos.

—asi me gusta— plantó un besito en la mejilla.

acompañante terapéutico ; hearstopper Donde viven las historias. Descúbrelo ahora