Los días se convirtieron en semanas, y Lyra apenas podía reconocer la vida que había tenido antes de llegar a Forks. La distancia entre ella y los Cullen no solo persistía, sino que se había vuelto una constante impenetrable. Las pocas palabras que intercambiaba con Emmett, Jasper, Edward y Carlisle eran superficiales, vacías. El tiempo que pasaba con ellos era simplemente una sombra de lo que había sido.
Una tarde, después de clases, Lyra decidió ir al claro que solía visitar con Emmett. Ese lugar siempre había sido su refugio, un sitio donde se sentía conectada con él y con el amor que compartían con los demás. Pero ahora, mientras caminaba por el sendero cubierto de hojas, todo lo que sentía era un vacío desgarrador.
Al llegar al claro, vio a Emmett sentado en una roca, mirando hacia el horizonte. Por un momento, su corazón se aceleró, esperando que tal vez esta fuera la oportunidad de recuperar algo, cualquier cosa, de lo que habían perdido. Se acercó lentamente, sin hacer ruido, pero Emmett la escuchó. Giró la cabeza y la miró, pero no con la calidez que solía tener en su mirada.
—¿Qué haces aquí? —preguntó él con voz suave, pero distante.
—Este solía ser nuestro lugar —respondió Lyra, sentándose a su lado, aunque el espacio entre ellos parecía más grande que nunca—. Pensé que... tal vez necesitabas hablar. O tal vez... los dos necesitamos hablar.
Emmett bajó la mirada, sus manos jugando nerviosamente con una hoja seca. —No sé si hay mucho que decir, Lyra. Las cosas han cambiado... lo sabes tan bien como yo.
—Sí, lo sé. Pero quiero entender por qué. Quiero saber si aún te importa, si aún nos importa lo suficiente como para arreglarlo —dijo ella, sintiendo cómo la desesperación comenzaba a filtrarse en su voz.
Emmett soltó un suspiro largo, como si llevara días acumulando palabras que no podía pronunciar. —No es que no me importe. Claro que me importa. Pero... las cosas ya no son lo mismo. Desde que llegamos aquí, todo ha cambiado. Edward está diferente, Jasper también. Incluso yo siento que no soy el mismo. Y tú... tú también has cambiado.
—¿Yo? —Lyra lo miró, sorprendida—. ¿Cómo he cambiado? Lo único que he hecho es tratar de mantenernos juntos, de no perder lo que teníamos. ¿Eso es lo que te molesta?
Emmett la miró por un momento, sus ojos oscuros reflejando algo que Lyra no podía descifrar. —No es que me moleste, Lyra. Es solo que siento que estás luchando contra algo que no tiene solución. Tal vez es mejor... dejar que las cosas sigan su curso.
Lyra sintió un nudo en la garganta. La idea de "dejar que las cosas sigan su curso" era algo que no podía aceptar. No cuando lo que estaba en juego era el vínculo que compartían todos.
—¿Dejar que las cosas sigan su curso? —repitió, incrédula—. ¿Eso es lo que realmente quieres, Emmett? ¿Simplemente rendirte?
—No es rendirse —dijo él en voz baja—. Es aceptar que las cosas cambian, Lyra. No podemos aferrarnos a lo que era si ya no existe.
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𝑫𝒆𝒂𝒓 𝑪𝒖𝒍𝒍𝒆𝒏
VampireLos Cullen tenían a su preciada Alma gemela, la amaban como ella a ellos, pero un gran cambio se avecina. Traiciones, corazones rotos y sucesos inesperados Cómo la típica frase cliché dice: No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes y tarde o temp...