Capítulo 17: El Descubrimiento de los Reyes

870 137 18
                                    

El amanecer iluminaba suavemente las calles de Volterra mientras Lyra contemplaba la ciudad desde la ventana de su habitación de hotel

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El amanecer iluminaba suavemente las calles de Volterra mientras Lyra contemplaba la ciudad desde la ventana de su habitación de hotel. No había dormido en toda la noche, atrapada en sus pensamientos y emociones. La conversación con Marcus seguía resonando en su mente. "No me iré a ninguna parte", había dicho, pero eso no aliviaba el torbellino de sentimientos que se agitaban en su interior.

Finalmente, cuando el sol comenzó a ascender sobre los tejados de Volterra, Marcus volvió a buscarla. Esta vez, con una propuesta inesperada.

—Quiero que vengas conmigo al castillo —dijo, su mirada tranquila pero llena de determinación—. Aro y Caius deben conocerte.

Lyra parpadeó sorprendida. —¿Por qué? —preguntó, aunque en el fondo sabía que la respuesta no sería sencilla.

—Hay... algo que debo compartir con ellos, algo que está relacionado contigo. —Marcus hizo una pausa, sin querer abrumarla—. Ven conmigo. Prometo que no dejaré que te sientas incómoda.

Aunque dudaba, algo en la seriedad de su tono la hizo aceptar. Había decidido dejar los Cullen, y no tenía mucho más que perder. Tal vez encontrar respuestas en Volterra era lo que necesitaba, al menos para aclarar sus pensamientos.

El trayecto hacia el castillo fue silencioso. Marcus caminaba a su lado, a un paso calmado, como si supiera que todo debía manejarse con cuidado. Mientras cruzaban las calles empedradas, el imponente castillo de los Volturi se alzó ante ellos, dominando el paisaje. Era majestuoso y aterrador a la vez, una fortaleza que albergaba más secretos de los que podía imaginar.

Cuando llegaron a las puertas del castillo, Marcus guio a Lyra hacia el interior, donde los altos techos y el eco de sus pasos la hicieron sentir pequeña y vulnerable. A pesar de la magnificencia del lugar, había algo ominoso en su atmósfera.

—Aro y Caius están esperando en la sala del trono —le dijo Marcus, observando cómo sus ojos recorrían el lugar—. No te preocupes, estarán encantados de conocerte.

Pero Lyra no podía evitar sentir una punzada de nervios. Había escuchado lo suficiente sobre los Volturi como para saber que no eran vampiros comunes. Y ahora, iba a estar cara a cara con dos de los reyes más poderosos de su mundo.

La puerta de la sala del trono se abrió lentamente, revelando a Aro y Caius, ambos sentados en sus tronos, observando su llegada con curiosidad. La mirada de Aro, en particular, brillaba con una mezcla de interés y fascinación. No era frecuente que Marcus les trajera visitas.

—Ah, Marcus —dijo Aro con su tono melodioso, levantándose de su asiento—. ¿Qué es esta sorpresa que nos traes?

Marcus, con su habitual calma, caminó junto a Lyra hasta estar frente a los reyes. —Aro, Caius... —comenzó, con una ligera vacilación—. Esta es Lyra. Mi compañera.

La declaración hizo que Aro arquease una ceja, sorprendido, mientras una sonrisa lenta y calculadora comenzaba a formarse en su rostro. Caius, por su parte, mantenía una expresión más neutral, pero sus ojos no podían ocultar la curiosidad.

—Tu... compañera, dices —repitió Aro, con los ojos fijos en Lyra—. Oh, qué fascinante. No esperaba esto de ti, Marcus. Después de tantos años... ¿Y has venido a presentárnosla?

Marcus asintió, pero antes de que pudiera decir algo más, Aro dio un paso adelante y extendió su mano hacia Lyra. —¿Puedo? —preguntó suavemente, refiriéndose a su habilidad de leer pensamientos.

Lyra vaciló, pero con un ligero asentimiento de Marcus, extendió su mano, permitiendo que Aro tomara la suya. El toque fue suave, pero apenas sus manos se encontraron, Aro cerró los ojos, concentrándose en la marea de pensamientos, memorias y emociones que fluyeron hacia él. Cuando finalmente soltó su mano, abrió los ojos lentamente, y una sonrisa aún más amplia cruzó su rostro.

—Oh, querida Lyra... —dijo, su voz suave pero impregnada de emoción—. Parece que no solo eres la compañera de Marcus... sino también de Caius y mía.

El shock recorrió el cuerpo de Lyra como una descarga eléctrica. ¿Compañera de Aro y Caius también? No, no podía ser. Ya había tenido cuatro compañeros antes, y todos la habían dejado de lado. ¿Ahora tenía más?

—No puede ser —susurró, retrocediendo un poco—. Esto... esto es demasiado. No entiendo.

Caius, que había permanecido en silencio hasta ahora, finalmente se levantó de su trono. Su expresión, aunque más controlada que la de Aro, revelaba un atisbo de sorpresa, incluso incomodidad. Había vivido siglos, igual que Marcus y Aro, y nunca había esperado encontrarse en una situación así.

—Parece que el destino ha decidido entrelazar nuestras vidas de una manera inesperada —dijo Caius, su voz baja y firme—. Pero no me malinterpretes, Lyra. No planeamos forzarte a nada. Sin embargo, ahora que lo sabemos, no podemos ignorarlo.

Aro sonrió con entusiasmo, dando un paso más hacia ella. —Lyra, querida... el destino puede ser caprichoso, pero también puede ofrecer oportunidades que no debemos rechazar. El hecho de que seas nuestra compañera significa que estamos conectados de una manera que va más allá de lo que imaginabas. No queremos que te vayas.

Lyra estaba abrumada. Los ojos de Aro brillaban con una mezcla de euforia y fascinación, mientras que Marcus permanecía en silencio a su lado, su presencia calmante. Pero todo esto era demasiado. Había huido de Forks para escapar del dolor de ser ignorada por sus compañeros, y ahora se encontraba en una situación aún más complicada.

—No sé si puedo manejar esto —dijo, su voz temblorosa—. Vine aquí para alejarme de todo. No sé si puedo estar aquí... con ustedes.

—Entendemos tu conflicto, Lyra —respondió Marcus suavemente—. Pero no estamos aquí para imponernos sobre ti. Si decides quedarte, tendrás todo el tiempo que necesites para procesarlo. Si decides irte... lo respetaremos, aunque será difícil.

Aro y Caius intercambiaron miradas rápidas, y Aro fue el primero en hablar de nuevo.

—No queremos que te sientas presionada. Sabemos lo que has pasado y lo difícil que es para ti aceptar más vínculos. —Aro le lanzó una mirada comprensiva—. Pero si decides quedarte, te ofreceremos un lugar seguro. Tenemos habitaciones en nuestra ala privada. Podrías instalarte allí, donde estarás lejos de cualquier presión o interferencia externa.

—Queremos que te sientas parte de esto, Lyra —agregó Caius—. Pero la decisión es tuya.

Lyra miró a los tres vampiros frente a ella, cada uno de ellos poderoso, temido, pero ahora todos conectados a ella de una manera que ni siquiera podía empezar a comprender. El peso de la situación la aplastaba, y no sabía qué hacer.

—Necesito tiempo para pensar —murmuró, sintiendo que el mundo se le venía encima.

Aro asintió, respetuoso. —Por supuesto, querida. Tómate todo el tiempo que necesites. Tu habitación estará lista cuando lo desees.

Marcus la tomó suavemente del brazo, guiándola fuera de la sala del trono mientras su mente luchaba por procesar todo lo que había sucedido. Cuando llegaron a una puerta más apartada, Marcus se detuvo.

—Aquí estarás a salvo —le dijo, abriendo la puerta hacia una elegante habitación que emanaba paz y tranquilidad—. Si decides quedarte, este será tu refugio.

Lyra entró, observando el lujoso entorno, pero sin sentir alivio alguno. Todo era demasiado, y mientras se sentaba en la cama, comenzó a preguntarse si alguna vez podría sentirse realmente en paz consigo misma.

𝑫𝒆𝒂𝒓 𝑪𝒖𝒍𝒍𝒆𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora