La noche cayó lentamente sobre Forks, envolviendo la casa Cullen en una tranquilidad engañosa. Dentro de la casa, cada miembro de la familia seguía su rutina habitual, completamente ajenos a la tormenta que se desataba en el interior de Lyra. Ella permanecía en su habitación, observando la lluvia golpear la ventana. El sonido repetitivo le daba cierta paz, pero también un eco de la tristeza que llevaba cargando desde hacía semanas.
Esa idea persistente de dejarlo todo atrás seguía rondando su mente. La desesperación había crecido tanto que ya no se trataba solo de un dolor emocional, sino físico, tangible. Cada día era una lucha para levantarse de la cama, para interactuar con quienes una vez había considerado su familia, sus compañeros.
Se sentía como si ya no perteneciera a ese lugar. Y, lo más doloroso de todo, es que nadie parecía notarlo.
Una tarde, mientras estaba en la cocina preparando una taza de té, Emmett entró sin darse cuenta de su presencia. Lyra lo observó desde la distancia, preguntándose si él todavía la veía como su compañera, si alguna parte de él aún la amaba. Pero Emmett parecía concentrado en otra cosa, probablemente en su próxima salida con Rosalie, quien lo acompañaba siempre como si fueran inseparables, aunque su relación no era romántica sino de hermandad.
Lyra respiró hondo y trató de romper el silencio, aunque su voz salió más suave de lo que esperaba.
—Emmett... —dijo, su voz temblando ligeramente.
Emmett apenas la miró, como si la palabra no hubiera sido dirigida a él.
—¿Sí? —preguntó distraídamente, sin girarse por completo.
—¿Podemos hablar? —intentó Lyra, esperando que tal vez, solo tal vez, pudiera recuperar algo de la conexión que una vez compartieron.
Emmett se detuvo por un momento, pero no había ningún destello de preocupación o interés en sus ojos. —Lo siento, Lyra, tengo que salir ahora. Quizás luego, ¿sí?
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𝑫𝒆𝒂𝒓 𝑪𝒖𝒍𝒍𝒆𝒏
VampireLos Cullen tenían a su preciada Alma gemela, la amaban como ella a ellos, pero un gran cambio se avecina. Traiciones, corazones rotos y sucesos inesperados Cómo la típica frase cliché dice: No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes y tarde o temp...