Capítulo 16: El Dilema del Corazón

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El aire de Volterra se sentía pesado cuando Lyra salió del jardín donde había tenido ese encuentro inesperado con Marcus. Caminaba rápido, tratando de alejarse de todo lo que acababa de ocurrir, pero cada paso que daba solo intensificaba la confusión en su mente. ¿Cómo era posible? Después de todo lo que había pasado con los Cullen, ¿ahora tenía otro compañero? Y no cualquier vampiro, sino uno de los Volturi, Marcus.

Lyra intentaba aclarar sus pensamientos, pero su corazón latía con fuerza, como si estuviera empujándola hacia algo que aún no podía aceptar. La conexión que había sentido con Marcus era innegable, pero su mente aún se resistía. Había pasado por tanto dolor, tantas decepciones con Emmett, Jasper, Edward... y Carlisle. No podía simplemente entregarse a esa nueva realidad. No tan rápido.

Llegó finalmente a su hotel, agotada emocionalmente. Mientras abría la puerta de su habitación, una oleada de cansancio la abrumó. Se dejó caer en la cama, mirando al techo, pero las palabras de Marcus seguían resonando en su mente.

"Eres mi compañera. Destinados, al igual que lo fuiste para ellos. Pero nuestra conexión... es única."

Cerró los ojos, tratando de apagar el eco de su voz, pero no podía. Se sentía atraída por la sinceridad en sus palabras, pero también aterrada por la posibilidad de que todo esto volviera a ser una trampa emocional. No quería volver a sentirse abandonada. No podía soportarlo de nuevo.

Horas más tarde, en el castillo Volturi...

Marcus se paseaba por los pasillos del castillo, aún impactado por el encuentro que había tenido. A lo largo de los siglos, había perdido la esperanza de volver a sentir esa conexión, la misma que había tenido con Didyme, su primera compañera. El dolor de su pérdida lo había consumido por tanto tiempo que vivir sin emociones se había vuelto una costumbre. Pero ahora, todo había cambiado en cuestión de segundos.

—Marcus. —Una voz suave interrumpió sus pensamientos.

Caius y Aro, sus hermanos, lo observaban desde la distancia. Aro, con su habitual sonrisa enigmática, lo miraba con curiosidad.

—Hemos sentido un cambio en ti —dijo Aro mientras se acercaba lentamente—. Algo en tu alma parece haber despertado. ¿Qué ha ocurrido?

Marcus no era un vampiro que soliera expresar sus emociones, pero no podía ocultar lo que sentía. Con un suspiro profundo, se detuvo y les contó sobre Lyra, la joven que había encontrado en el jardín, y cómo había sentido una conexión tan fuerte como la que había tenido con Didyme.

—Ella es mi compañera —afirmó Marcus con una seriedad que nunca antes había mostrado frente a ellos—. Lo sé.

Aro entrecerró los ojos, pensativo, y una ligera sonrisa cruzó su rostro. —Oh, qué fascinante. Después de tantos años, Marcus... has encontrado a alguien que te devuelve el alma.

Caius, por otro lado, no parecía tan entusiasmado. —¿Y qué piensas hacer con esto, hermano? La situación de los Cullen con esta humana que tanto adoran podría complicarse si te involucras. Ya conoces las tensiones que hay en ese frente.

—No me importa —dijo Marcus, con una determinación renovada—. He pasado siglos sumido en la indiferencia. Si ella es mi compañera, entonces haré lo necesario para estar con ella.

Aro asintió, satisfecho. —La situación será interesante de observar, sin duda. Pero ten cuidado, Marcus. Ella también tiene historia con los Cullen, y eso puede ser un desafío mayor de lo que crees.

En el hotel, más tarde esa noche...

Lyra estaba tumbada en la cama cuando su teléfono vibró. Sabía que no debería mirar, pero algo en su interior la empujó a ver quién le había escrito. Era un mensaje de Carlisle.

"Por favor, Lyra. No sé si vas a leer esto, pero estamos desesperados por hablar contigo. No sabíamos cuánto te habíamos herido hasta que encontramos tu carta. Yo... lo siento. Te extrañamos. Si decides hablar, estaré aquí, esperando."

Sus manos temblaban mientras leía el mensaje. Había una parte de ella que quería responder, que aún anhelaba una explicación, una disculpa, un final adecuado. Pero también había una parte que le decía que ya era demasiado tarde. Habían tenido su oportunidad, y la habían desperdiciado.

Justo en ese momento, un golpe suave en la puerta de su habitación la sacó de sus pensamientos. Su corazón se aceleró. No esperaba visitas.

—¿Quién es? —preguntó, su voz insegura.

—Soy yo, Marcus —respondió una voz conocida desde el otro lado.

Lyra se quedó paralizada. ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Cómo la había encontrado tan rápido? Con una mezcla de nervios y curiosidad, abrió la puerta lentamente. Ahí estaba él, con su habitual calma, pero con una intensidad en sus ojos que la hacía sentir expuesta.

—Marcus... —murmuró, sin saber qué decir.

Él dio un paso hacia ella, pero no intentó cruzar el umbral. —No quiero asustarte —dijo suavemente—. Solo quería asegurarme de que estás bien. Sé que todo esto es mucho para procesar, y no quiero presionarte. Pero tampoco quiero que te sientas sola.

Lyra lo miró, aún en conflicto consigo misma. Parte de ella quería invitarlo a entrar, dejar que la confortara, pero otra parte no podía evitar sentir el peso de todo lo que había vivido con los Cullen.

—Estoy... confundida —admitió finalmente—. Todo esto es demasiado para mí. No sé qué hacer, ni qué sentir. No sé si puedo confiar en ti, o en lo que siento.

Marcus asintió, comprensivo. —No espero que me aceptes de inmediato. Solo quiero que sepas que estoy aquí, y que no te dejaré sola. Si decides quedarte en Volterra o irte... esa será tu decisión, y la respetaré. Pero, por favor, no te cierres a lo que podríamos tener.

Lyra respiró hondo, sintiendo el peso de sus palabras. Durante tanto tiempo había estado buscando a alguien que la entendiera, que la viera completamente, y ahora, frente a ella, estaba Marcus, ofreciéndole eso. Pero el miedo a ser herida de nuevo era demasiado fuerte para simplemente entregarse.

—Déjame pensarlo —respondió, con la voz rota.

Marcus asintió de nuevo, con una sonrisa pequeña pero sincera. —Tómate todo el tiempo que necesites, Lyra. No me iré a ninguna parte.

Con esas palabras, se despidió y desapareció en la oscuridad de la noche, dejando a Lyra sola con sus pensamientos, pero no del todo abandonada. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que alguien realmente la entendía.

Y eso, más que cualquier otra cosa, la llenaba de esperanza, aunque aún no supiera qué hacer con ella.

𝑫𝒆𝒂𝒓 𝑪𝒖𝒍𝒍𝒆𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora