Capítulo 10: El Último Hilo

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La casa Cullen estaba más silenciosa de lo normal, pero para Lyra, ese silencio no era algo reconfortante

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La casa Cullen estaba más silenciosa de lo normal, pero para Lyra, ese silencio no era algo reconfortante. A medida que los días pasaban, la soledad dentro de ella crecía, enroscándose como una serpiente fría y venenosa. Había tomado la difícil decisión de distanciarse de Edward, Emmett y Jasper, pero lo que más la había mantenido en pie era la conexión con Carlisle. Él había sido su único refugio, su apoyo incondicional.

Sin embargo, en las últimas semanas, Carlisle también había comenzado a distanciarse. Los turnos largos en el hospital y las exigencias de su rol como cabeza de la familia Cullen lo alejaban de ella más y más. Y, para Lyra, ese distanciamiento era el golpe más devastador de todos.





















































Una tarde, Lyra estaba sentada en el sofá del salón, abrazada a una manta

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Una tarde, Lyra estaba sentada en el sofá del salón, abrazada a una manta. Sentía el frío de Forks calando en sus huesos, pero era un frío diferente, uno interno que no se podía resolver simplemente con calor externo. Carlisle pasó rápidamente por la sala, con su maletín médico en la mano, listo para irse al hospital. Lyra levantó la mirada, con la esperanza de que se detuviera, pero él solo lanzó una sonrisa apresurada antes de salir por la puerta.

—Adiós, Carlisle... —murmuró, pero él no la escuchó.

El vacío en su pecho se expandió. Se sentía invisible, como si no importara a nadie. El sentimiento de desesperanza la invadió mientras el eco de la puerta cerrándose resonaba en la casa.

Lyra había empezado a pasar cada vez más tiempo sola en su habitación. Había días en los que apenas comía y las horas parecían desvanecerse en un vacío sin forma. Ya no tenía la energía para luchar por la atención de sus compañeros. A veces, se preguntaba si sería mejor desaparecer de sus vidas por completo.

***

Días después, Carlisle finalmente llegó a casa temprano. Lyra lo vio entrar desde la cocina, su mirada ya apagada y llena de incertidumbre. Decidió reunir el poco valor que le quedaba y lo abordó cuando él se estaba quitando el abrigo.

𝑫𝒆𝒂𝒓 𝑪𝒖𝒍𝒍𝒆𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora