Aro observaba a Lyra desde la distancia, con una mezcla de fascinación y enojo. Había visto todo en sus recuerdos cuando tomó su mano: los momentos de dolor, el desprecio, la indiferencia de los Cullen. Ver cómo sus compañeros, aquellos que debían amarla y protegerla, la habían abandonado poco a poco, lo enfurecía de una manera que no había sentido en siglos.
Mientras Lyra descansaba en la habitación que le habían preparado, Aro caminaba con rapidez hacia los aposentos de sus hermanos. No podía contener la ira que crecía dentro de él. Cuando llegó, encontró a Caius sentado, con su habitual expresión fría, pero algo en la manera en que Aro entró en la sala le hizo fruncir el ceño.
—¿Qué ocurre, Aro? —preguntó Caius, su tono tranquilo pero curioso.
Aro respiró hondo antes de hablar. —He visto lo que nuestra compañera, Lyra, ha tenido que soportar. Lo que los Cullen le han hecho... es imperdonable.
—¿Los Cullen? —Caius arqueó una ceja—. ¿Qué tiene que ver esa familia con ella?
Aro se acercó, aun visiblemente agitado. —Lyra fue su compañera... de cuatro de ellos. Edward, Emmett, Jasper... y Carlisle. Todos la dejaron de lado. Todos la hicieron sufrir. He visto cada momento de su dolor, Caius. La ignoraron, la trataron como si no importara, y ahora ella está rota, tratando de reconstruirse.
La furia comenzó a encenderse en los ojos de Caius. Para él, los vínculos de compañero eran sagrados, y traicionar ese lazo era un acto de la mayor traición. —¿Y qué hicieron exactamente? —preguntó, aunque ya sentía que no le iba a gustar la respuesta.
Aro tomó un profundo respiro antes de continuar. —Edward se obsesionó con la chica humana, Bella Swan, ignorando a Lyra por completo. Jasper y Emmett la apartaron, siguiéndolo en esa indiferencia. Y Carlisle... —Aro hizo una pausa, su voz más tensa—. Aunque intentó consolarla al principio, también se fue distanciando. Nunca la defendieron. Nunca se dieron cuenta de lo que ella estaba sintiendo.
Caius se levantó de su asiento, su rostro ahora teñido de cólera. —Eso es inaceptable. ¿Cómo pueden llamarse compañeros si la han dejado de esa manera?
—Exactamente —respondió Aro—. No merece haber pasado por eso. Ella buscaba amor y comprensión, y ellos la dejaron de lado sin remordimientos. Pero nosotros... nosotros no cometeremos el mismo error.
Caius asintió, sus ojos oscuros reflejando la determinación que Aro también sentía. Ambos sabían que no podían cambiar lo que Lyra había sufrido, pero podían asegurarse de que, a partir de ahora, fuera tratada con el respeto y el amor que merecía.
—Debemos ser pacientes con ella —dijo Aro, su tono suavizándose ligeramente—. Ha pasado por mucho, y no podemos apresurarla. Si decidimos formar parte de su vida, será bajo sus términos.
Caius miró a su hermano y asintió, comprendiendo la seriedad de la situación. —Tienes razón. Pero no permitiré que vuelva a ser herida de esa manera. Si esos Cullen intentan acercarse de nuevo...
—No lo permitiré —interrumpió Aro, con una mirada sombría—. Volterra es su refugio ahora. Aquí, nadie podrá lastimarla.
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Mientras tanto, Lyra estaba sentada en el borde de la cama en su nueva habitación, mirando por la ventana al vasto cielo italiano. Su mente aún estaba revuelta por todo lo que había sucedido. El hecho de que ahora tuviera más compañeros —Marcus, Aro y Caius— la abrumaba, pero algo dentro de ella comenzaba a cambiar.
Sabía que no estaba lista para lanzarse de lleno en otra relación tan intensa, pero, a diferencia de lo que había experimentado con los Cullen, Marcus, Aro y Caius parecían genuinamente preocupados por ella. No la habían presionado ni intentado forzarla a nada. Esto le daba una pequeña chispa de esperanza.
Cuando Marcus entró en la habitación, Lyra levantó la mirada, sintiéndose un poco más relajada con su presencia. Había algo en él que la hacía sentir en paz, como si pudiera respirar más fácilmente cuando estaba cerca.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Marcus suavemente, acercándose a ella.
Lyra se mordió el labio, sopesando sus palabras. —Confundida... y agotada. Todo esto... es mucho.
Marcus asintió, sentándose a su lado, sin acercarse demasiado. —Entiendo. No tienes que tomar ninguna decisión apresurada. Aro y Caius también lo comprenden. Queremos que te tomes el tiempo que necesites.
Ella lo miró a los ojos, buscando señales de presión o expectativas, pero no encontró nada más que calma y sinceridad. Eso la animó a decir lo que estaba pensando.
—No quiero repetir lo que pasó con los Cullen —dijo en voz baja, su mirada fija en el suelo—. No puedo soportar más dolor.
—No lo permitiré —respondió Marcus, su voz firme—. Nadie aquí lo permitirá.
Lyra respiró hondo, sintiendo el peso de sus palabras. Luego, con un suspiro largo, asintió lentamente. —No sé si estoy lista para algo grande, pero... tal vez... podríamos ir lento. Podríamos... empezar con algo pequeño, como... citas. Ver qué pasa después.
La sorpresa se reflejó en los ojos de Marcus, pero fue seguida rápidamente por una sonrisa cálida y comprensiva. —Me parece una excelente idea —dijo suavemente—. No hay prisa, Lyra. Te seguiremos a tu ritmo.
Justo en ese momento, la puerta se abrió suavemente, y Aro y Caius entraron en la habitación. Ambos llevaban una expresión más seria, pero cuando Aro habló, su voz fue sorprendentemente gentil.
—Lyra... hemos hablado sobre todo lo que has pasado —dijo Aro, con un toque de rabia aún presente—. No queremos que sufras más. Lo que te hicieron... es inexcusable.
—No estamos aquí para reemplazar lo que perdiste —agregó Caius, cruzando los brazos—, pero queremos ofrecerte algo mejor. Un lugar donde puedas sentirte segura. Y si decides darnos una oportunidad, iremos despacio, como tú prefieras.
Lyra los miró a los tres, sintiéndose abrumada por la intensidad de sus emociones. Sabía que era difícil confiar de nuevo después de lo que había vivido, pero también sabía que tal vez, solo tal vez, esta vez sería diferente.
—Está bien... —murmuró, con una leve sonrisa tímida—. Vamos lento. Citas primero... y veremos qué pasa después.
Los tres reyes intercambiaron miradas, claramente satisfechos con su decisión. Había un largo camino por recorrer, pero por primera vez en mucho tiempo, Lyra sentía que estaba empezando a encontrar algo de estabilidad en su vida.
Y quizás, solo quizás, había encontrado su verdadero lugar.
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𝑫𝒆𝒂𝒓 𝑪𝒖𝒍𝒍𝒆𝒏
VampireLos Cullen tenían a su preciada Alma gemela, la amaban como ella a ellos, pero un gran cambio se avecina. Traiciones, corazones rotos y sucesos inesperados Cómo la típica frase cliché dice: No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes y tarde o temp...