Lyra había llegado a Volterra después de lo que le pareció un interminable vuelo. La ciudad, con su aire antiguo y misterioso, era todo lo que esperaba y más. El sol apenas había comenzado a esconderse detrás de las montañas cuando decidió salir a caminar. Las calles empedradas, llenas de historia, parecían susurrar secretos al viento mientras ella caminaba, buscando su hotel. Pero en medio de sus pensamientos y emociones confusas, se desvió del camino.
Se encontraba perdida.
No era su intención, pero las estrechas calles de Volterra parecían un laberinto. Sin darse cuenta, había terminado en un pequeño jardín apartado, lejos del bullicio de los turistas y de la mirada curiosa de los habitantes de la ciudad. Los árboles altos creaban sombras danzantes a su alrededor, y el aire fresco del atardecer llenaba sus pulmones. Este lugar tenía una tranquilidad que la hacía sentir segura, aunque estuviera completamente sola.
O al menos eso pensaba.
El crujido de una rama hizo que girara rápidamente. Su corazón aceleró, pero no había miedo en sus ojos, solo curiosidad. En la penumbra, una figura emergió entre las sombras del jardín. Al principio no podía distinguir quién era, pero cuando los rayos del último sol del día iluminaron su rostro, Lyra dio un paso atrás.
Frente a ella estaba Marcus, uno de los miembros más poderosos y enigmáticos de los Volturi. El vampiro que había visto en las historias y que representaba una presencia imponente, pero apática. Pero lo que más la sorprendió no fue su presencia, sino la expresión en su rostro. En lugar del rostro distante y frío que esperaba, vio conmoción, incluso felicidad, como si algo increíble acabara de suceder.
—No puede ser —murmuró Marcus, su voz suave, casi como si hablara para sí mismo. Sus ojos la miraban fijamente, como si no pudiera creer lo que veía frente a él.
Lyra se quedó congelada, sin saber cómo reaccionar. ¿Por qué la miraba de esa manera? El aire entre ellos parecía cargado de una tensión extraña, pero no incómoda. Era como si algo muy profundo se moviera entre ambos, algo que no entendía, pero que Marcus parecía percibir con total claridad.
Él dio un paso hacia ella, y aunque sus movimientos eran lentos y cuidadosos, Lyra no pudo evitar retroceder un poco, sin poder apartar los ojos de los suyos.
—Tú... —La voz de Marcus temblaba ligeramente, algo que ella nunca había esperado escuchar de un vampiro tan antiguo—. Nunca pensé que volvería a sentir esto... nunca más.
—¿Sentir qué? —preguntó Lyra, su voz apenas un susurro, sin entender lo que estaba ocurriendo.
Marcus inhaló profundamente, como si estuviera absorbiendo su presencia, su esencia. Se detuvo a pocos metros de ella, observándola con una intensidad que casi la hizo temblar. A pesar de lo desconcertada que estaba, había algo en la mirada de Marcus que no podía negar. Era como si hubiera estado esperando por este momento durante siglos.
—Eres tú —dijo finalmente, su voz suave, pero cargada de emoción—. Mi compañera.
Lyra lo miró, boquiabierta, sin poder procesar sus palabras. Su mente daba vueltas, tratando de comprender lo que acababa de decir.
—¿Tu... qué? —murmuró, con los ojos llenos de confusión.
—Mi compañera destinada —repitió Marcus, dando un paso más hacia ella, aunque se detuvo, respetando su espacio—. Durante siglos, he vivido en una sombra. He visto a otros encontrar a sus compañeros, a sus almas gemelas, mientras yo caminaba en la oscuridad de la pérdida. Pensé que nunca volvería a sentir lo que una vez tuve, que mi destino estaba sellado en la tristeza eterna. Pero aquí estás.
Lyra se quedó sin palabras. No podía ser verdad. No después de todo lo que había pasado con los Cullen. Su mente trataba de rechazar la idea, pero algo dentro de ella, algo profundo e instintivo, le decía que Marcus estaba diciendo la verdad. Era una sensación familiar, una conexión que había sentido antes con sus otros compañeros... pero, de alguna manera, esto era diferente. Más fuerte. Más profundo.
—No... no puede ser —murmuró, sacudiendo la cabeza. Sus emociones estaban desbordadas—. Yo... ya he tenido compañeros antes... No puede ser que...
—Lo sé —la interrumpió Marcus suavemente, entendiendo su confusión—. Puedo sentirlo en ti. Las conexiones que has tenido, las heridas que llevas. Pero te aseguro que lo que sentimos ahora no puede ser negado. Somos compañeros. Destinados, al igual que lo fuiste para ellos. Pero nuestra conexión... es única.
Lyra dio un paso atrás, abrumada por la magnitud de lo que estaba sucediendo. Todo lo que había pasado con Emmett, Jasper, Edward, y finalmente Carlisle... ¿había sido por esto? ¿Había estado destinada a estar aquí, en Volterra, frente a Marcus, todo este tiempo? Era demasiada información para procesar, y su mente luchaba por encontrar alguna lógica en todo ello.
—No puedo... —murmuró, llevándose una mano a la frente—. No puedo manejar esto ahora.
Marcus, comprendiendo su lucha interna, suavizó su expresión. Aunque estaba claramente emocionado por haberla encontrado, no quería forzarla. Sabía que este descubrimiento era tan abrumador para ella como lo era para él, y no quería hacerle más daño del que ya había sufrido.
—Lo entiendo —dijo con calma, aunque en su mirada seguía brillando la alegría contenida—. No te estoy pidiendo que tomes una decisión ahora mismo. Sé que necesitas tiempo. Pero lo que siento por ti es innegable. No dejaré que sufras sola. Si alguna vez necesitas un lugar donde sentirte segura, estaré aquí.
Lyra lo miró, sin saber qué decir. Estaba asustada, confundida, pero también... conmovida. Era como si, después de tanto dolor y abandono, finalmente hubiera encontrado algo —o alguien— que la veía completamente.
—No sé qué hacer —admitió, su voz temblando.
—No tienes que saberlo ahora —respondió Marcus con suavidad—. Simplemente, déjame estar aquí para ti. Eso es todo lo que te pido.
Lyra asintió, sin confiar aún en sus palabras. Pero mientras miraba a Marcus, pudo ver en sus ojos algo que no había visto en mucho tiempo: esperanza. Una chispa que había creído perdida.
Y aunque no sabía qué le deparaba el futuro, por primera vez en mucho tiempo, se permitió sentir que tal vez, solo tal vez, las cosas pudieran mejorar.
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𝑫𝒆𝒂𝒓 𝑪𝒖𝒍𝒍𝒆𝒏
VampireLos Cullen tenían a su preciada Alma gemela, la amaban como ella a ellos, pero un gran cambio se avecina. Traiciones, corazones rotos y sucesos inesperados Cómo la típica frase cliché dice: No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes y tarde o temp...