Los días en Volterra comenzaron a adquirir una nueva normalidad para Lyra. El jardín con Marcus, las sesiones de pintura con Caius y las conversaciones intelectuales con Aro se habían convertido en parte de su rutina diaria, y aunque su corazón aún cargaba con cicatrices, esas pequeñas citas le habían traído una paz inesperada. Pero mientras su nueva vida avanzaba, la sombra de su pasado con los Cullen seguía acechando, un recordatorio constante de lo que había dejado atrás.
Una tarde, después de una tranquila caminata por el castillo, Lyra se encontró a solas en su habitación, sus pensamientos llenos de recuerdos de Forks. Se preguntaba si ellos, los Cullen, habrían leído su carta. ¿Habrían notado su ausencia? ¿Se habrían dado cuenta de lo que la habían hecho pasar? No sabía si esos pensamientos la enfurecían o la entristecían.
Justo cuando sus emociones empezaban a agolparse de nuevo, alguien llamó suavemente a su puerta. Era Marcus. Su expresión, normalmente tan calmada, tenía un matiz de preocupación.
—¿Puedo pasar? —preguntó con su voz baja y tranquila.
Lyra asintió, sentándose en la cama mientras él entraba en la habitación y se acercaba a ella. Podía sentir su presencia reconfortante, pero también podía notar que algo no estaba bien.
—¿Todo está bien? —preguntó Lyra, su voz suave pero teñida de preocupación.
Marcus se sentó a su lado, mirándola con una seriedad que rara vez mostraba. —He notado que últimamente has estado más pensativa, más distante. ¿Es por los Cullen?
Lyra se tensó ante la mención de ellos. No había hablado de los Cullen con Marcus desde que llegó a Volterra, aunque sabía que él, Aro y Caius estaban al tanto de lo que había pasado. Aro había visto sus recuerdos y lo había compartido con sus hermanos. Marcus, sin embargo, siempre había respetado su silencio.
—No puedo evitar pensar en ellos —admitió Lyra, mirando hacia sus manos entrelazadas—. Sé que me hicieron daño, que me dejaron de lado... pero aún me duele. Me pregunto si siquiera se dieron cuenta de lo que hicieron.
Marcus suspiró y tomó su mano con suavidad. —Es normal que te sientas así. El vínculo que compartiste con ellos era profundo, y aunque se rompió, no desaparece de la noche a la mañana. Pero quiero que sepas que aquí, en Volterra, tienes un nuevo comienzo, y no necesitas volver a ese dolor si no lo deseas.
—Lo sé —respondió Lyra, agradecida por su comprensión—, pero a veces... siento que necesito respuestas. Quiero saber si les importé alguna vez, si ahora lamentan lo que me hicieron.
Marcus la miró con compasión. —Si eso es lo que necesitas para encontrar paz, entonces deberás enfrentar esos sentimientos. Pero también debes ser consciente de que, aunque ellos te hayan fallado, no define quién eres ni cuánto vales. Aquí eres querida, Lyra, no solo por mí, sino por todos nosotros.
Lyra asintió lentamente, las palabras de Marcus resonando en su interior. Sabía que él tenía razón, pero su corazón aún luchaba por encontrar un cierre.
—Gracias, Marcus —dijo finalmente, con una pequeña sonrisa—. No sé qué habría hecho sin ustedes.
Marcus le devolvió una sonrisa suave y, como siempre, su presencia calmó un poco su tormento interno. —Estaremos aquí para ti, pase lo que pase.
***
Al día siguiente, Lyra decidió que necesitaba despejar su mente y aceptó la invitación de Caius para pasar un rato más en su estudio. Él la había estado enseñando a pintar, y aunque no se consideraba una gran artista, encontraba la experiencia relajante y terapéutica.
—Hoy intentaremos algo diferente —dijo Caius, entregándole un lienzo en blanco—. Quiero que pintes lo que sientas.
Lyra levantó una ceja, sintiéndose algo intimidada. —¿Lo que siento?
—Exacto —respondió Caius, cruzando los brazos mientras la observaba—. No pienses en lo que debería ser perfecto. Solo deja que los colores te guíen.
Ella tomó el pincel y, después de un momento de duda, comenzó a mezclar colores. Al principio, sus movimientos fueron inseguros, pero pronto se encontró perdiéndose en la actividad. Los recuerdos de su tiempo con los Cullen se agolparon en su mente, mezclándose con los nuevos momentos en Volterra.
Caius observaba en silencio, sin interrumpirla, pero cuando terminó, Lyra miró su obra: manchas de color oscuro mezcladas con destellos de luz, una representación abstracta de su lucha interna.
—Es... interesante —comentó Lyra, sintiéndose algo vulnerable.
—Es honesto —dijo Caius, acercándose para mirar más de cerca—. Y eso es lo que lo hace valioso.
Lyra sonrió, sintiendo una pequeña chispa de satisfacción. Tal vez no era una artista profesional, pero había dejado algo de sí misma en ese lienzo, y eso era suficiente.
***
Más tarde esa noche, fue Aro quien la encontró en la biblioteca, con un libro en la mano, pero la mente perdida en otro lugar.
—Lyra, querida —dijo Aro mientras se acercaba—, parece que tienes algo en mente.
Ella lo miró y dejó el libro a un lado. —Estaba pensando en lo que hablamos el otro día... sobre leer "Harry Potter".
Aro sonrió suavemente. —Ah, sí. No he olvidado mi promesa de leerlo.
—Bueno —dijo Lyra con un toque de humor—, si realmente quieres entender la magia, debes empezar pronto. Es una historia sobre encontrar tu propio poder, incluso cuando el mundo te ha dejado de lado.
—Parece que conoces bien ese tema —comentó Aro, su tono lleno de comprensión.
—Lo hago —respondió ella—, pero también sé que a veces, necesitamos ayuda para encontrar ese poder. Y ustedes me han ayudado más de lo que pueden imaginar.
Aro tomó su mano, y aunque su sonrisa era leve, Lyra podía sentir la sinceridad detrás de sus palabras. —Lyra, no importa lo que decidas en el futuro. Aquí siempre tendrás un lugar, una familia.
—Lo sé —dijo Lyra suavemente—. Y por eso... tal vez esté lista para empezar a dejar el pasado atrás.
Aro asintió, satisfecho con su respuesta, y ambos se sumergieron en una conversación sobre libros y magia, pero esta vez, el peso del pasado se sentía un poco más ligero sobre los hombros de Lyra.
Poco a poco, con cada pequeño momento, con cada cita y conversación, Lyra estaba comenzando a reconstruir las piezas de su vida. Y aunque sabía que el camino hacia la completa curación aún sería largo, al menos ahora sentía que no estaba sola.
Y, por primera vez, empezó a preguntarse si tal vez, en Volterra, había encontrado el lugar al que realmente pertenecía.
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𝑫𝒆𝒂𝒓 𝑪𝒖𝒍𝒍𝒆𝒏
VampireLos Cullen tenían a su preciada Alma gemela, la amaban como ella a ellos, pero un gran cambio se avecina. Traiciones, corazones rotos y sucesos inesperados Cómo la típica frase cliché dice: No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes y tarde o temp...