La semana había transcurrido lentamente para Lyra. Mientras el sol de Forks se ocultaba tras las nubes, ella se sentía atrapada en un ciclo interminable de tristeza y resignación. La lucha interna que había comenzado a confrontar se intensificaba con cada nuevo día. A pesar de los reconfortantes consejos de Carlisle, la herida en su corazón seguía abierta, y el dolor de ser ignorada por Edward, Emmett y Jasper se hacía cada vez más insoportable.
Una tarde, mientras se sentaba en su habitación, Lyra miró por la ventana y se encontró con el reflejo de su propio rostro. Había un destello de determinación en sus ojos que no había visto en mucho tiempo. Ella sabía que no podía seguir así, permitiendo que el sufrimiento de sus compañeros la arrastrara. Había tomado una decisión.
Con el corazón acelerado, se dirigió a la sala de estar, donde encontró a Edward, Emmett y Jasper reunidos. Sus risas resonaban en el aire, un sonido que una vez había amado pero que ahora se sentía como un cuchillo en su pecho. Se acercó a ellos, sintiendo que cada paso era un desafío.
—Chicos, necesito hablar con ustedes —dijo, tratando de mantener su voz firme.
Edward dejó de reír y la miró con una mezcla de sorpresa y preocupación. —¿Lyra? ¿Qué sucede?
—Es importante —continuó ella, respirando hondo—. No puedo seguir así. No puedo seguir siendo una sombra en sus vidas.
—¿De qué hablas? —interrumpió Emmett, su tono confuso—. Siempre estás aquí con nosotros. Eres parte de nuestro grupo.
Lyra sintió que la frustración brotaba dentro de ella. —Pero no como solía serlo. Ustedes no me ven. Me están ignorando por completo, y me duele. Cada vez que miro a Edward, lo único que veo es su atención en Bella. Y tú, Emmett, siempre estás con Jasper. No sé cuándo fue la última vez que realmente me prestaron atención.
Jasper bajó la mirada, como si su propia culpabilidad lo abrumara. —Lyra, no es que no queramos... es solo que estamos ocupados con... cosas.
—¿Cosas? —replicó ella, sintiendo que su voz se elevaba—. ¡No se trata de cosas! Se trata de mí. Se trata de cómo me siento. No puedo ser la que siempre está detrás, esperando que se den cuenta de mí.
Edward frunció el ceño. —No es nuestra intención hacerte sentir así. Te queremos, Lyra. Pero tienes que entender que...
—¡No! —la interrumpió—. No puedo seguir esperando a que "ustedes se den cuenta". He tomado una decisión. Ya no quiero ser parte de esto. Quiero dejar de sufrir por algo que no puedo tener.
Los tres la miraron, y un silencio abrumador llenó el espacio. Edward se acercó un poco, su expresión ahora grave. —¿Qué estás diciendo? No puedes simplemente...
—Lo estoy diciendo, Edward. Ya no quiero estar aquí. Ya no quiero ser parte de su mundo si eso significa que tengo que sentirme así. No puedo soportarlo más. —Lyra sintió que las lágrimas comenzaban a caer, pero se las secó rápidamente, decidida a no mostrarse débil.
—¿Quieres dejarnos? —preguntó Emmett, su voz llena de incredulidad. —No puedes estar hablando en serio.
—Lo estoy. He tratado de ser fuerte, pero he llegado a un punto donde ya no puedo seguir fingiendo que todo está bien. Nunca quise que esto se convirtiera en un conflicto, pero me estoy dando cuenta de que mi felicidad no puede depender de ustedes.
Jasper dio un paso adelante. —Lyra, por favor, no te vayas. Te necesitamos. Quiero que sepas que lamento que esto te haya afectado de esta manera. Pero hay cosas que...
—No quiero más promesas vacías —interrumpió ella, sintiendo cómo su corazón se rompía—. Cada vez que dicen que lo intentarán, me hieren más. No puedo seguir esperando a que se "den cuenta" de mí. Me estoy rindiendo.
Edward se sintió abrumado, buscando las palabras correctas. —Pero... no podemos perderte, Lyra. Eres parte de nosotros. Siempre lo has sido.
—No soy parte de nada si no puedo ser vista —dijo, su voz temblando de emoción—. Si no puedo contar con ustedes, ¿para qué quedarme?
El silencio se alargó, y Lyra sintió que sus palabras resonaban en la habitación. Finalmente, ella dio un paso atrás, sintiéndose más ligera pero también más triste. —No sé si esto es lo correcto, pero sé que no puedo seguir así. Es hora de que elija mi propia felicidad.
Esa noche, mientras se sentaba en su cama, una sensación de liberación y tristeza se mezclaban en su interior. Había tomado la decisión de dejar atrás a aquellos que una vez consideró sus compañeros más cercanos. La lucha constante había sido agotadora, y aunque aún sentía amor por ellos, no podía seguir sufriendo por algo que no existía.
Carlisle entró en su habitación, notando de inmediato su expresión sombría. —¿Estás bien, Lyra?
—No del todo, Carlisle —respondió ella, sintiéndose un poco más aliviada de poder compartir sus pensamientos con él—. He tomado una decisión.
Carlisle se sentó a su lado. —¿Qué tipo de decisión?
—He decidido distanciarme de Edward, Emmett y Jasper. No puedo seguir siendo parte de sus vidas si no hay espacio para mí. Es doloroso, pero tengo que cuidar de mí misma.
Carlisle asintió lentamente, comprendiendo la gravedad de su decisión. —A veces, es necesario tomar medidas para proteger tu bienestar emocional. Pero también es importante que lo hagas desde un lugar de amor, no de odio.
—No hay odio —dijo Lyra, sintiendo las lágrimas volver a acumularse en sus ojos—. Solo hay tristeza. Siempre los amaré, pero no puedo seguir viendo cómo se alejan de mí. Estoy cansada de luchar por algo que no puedo tener.
—Entiendo —respondió Carlisle, acariciándole el hombro—. Te admiro por tener la fuerza de tomar una decisión tan difícil. A veces, alejarse es lo más valiente que puedes hacer.
Lyra se dejó caer contra su hombro, sintiendo el calor de su cercanía. —Gracias, Carlisle. No sé qué haría sin ti.
—Siempre estaré aquí para ti, Lyra —dijo él con sinceridad—. Nunca lo olvides.
Esa noche, mientras cerraba los ojos, Lyra sintió un ligero alivio en su corazón. Había tomado una decisión dolorosa, pero también sabía que era el primer paso hacia la recuperación. Había dejado atrás el sufrimiento de tres de sus compañeros, y aunque dolía, en su interior empezaba a florecer una nueva esperanza.
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𝑫𝒆𝒂𝒓 𝑪𝒖𝒍𝒍𝒆𝒏
VampireLos Cullen tenían a su preciada Alma gemela, la amaban como ella a ellos, pero un gran cambio se avecina. Traiciones, corazones rotos y sucesos inesperados Cómo la típica frase cliché dice: No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes y tarde o temp...