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El aula de Pociones en las mazmorras de Hogwarts era fría y lúgubre, llena de estantes con frascos de extrañas sustancias que brillaban débilmente en la penumbra. Ron caminó junto a Harry, nervioso por su primera clase con el temido profesor Snape, de quien ya había oído hablar muchas historias. No solo era el Jefe de la Casa Slytherin, sino que también tenía fama de ser uno de los profesores más estrictos de todo Hogwarts.

Se sentaron en una de las últimas filas, tratando de no llamar la atención. Los demás estudiantes de Gryffindor y Slytherin, que compartían la clase, se acomodaron en sus sitios mientras el ambiente se llenaba de expectación. Ron intentaba concentrarse, pero la presencia de Draco Malfoy unos asientos más adelante, susurrando con sus compañeros de Slytherin, lo distraía.

De pronto, la puerta de la mazmorra se abrió con un crujido, y el profesor Snape entró en la sala con su característica túnica negra ondeando detrás de él. Su expresión era fría y severa mientras se movía por el aula, inspeccionando a los alumnos con una mirada que parecía atravesarlos.

Parece que tenemos un nuevo grupo de estudiantes que creen que saben algo sobre la magia, Les aseguro que en esta clase no habrá espacio para errores ni mediocridad. Aquí, aprenderán a preparar pociones que pueden curar... o destruir.- comenzó Snape, su voz apenas un susurro que, sin embargo, llegó a todos los rincones del aula.

Ron sintió un escalofrío al escuchar esas palabras. Snape caminó lentamente por la fila, deteniéndose junto a algunos alumnos y lanzando miradas de desprecio. Finalmente, se acercó a la mesa de Ron y Harry, y su mirada se detuvo en Harry por un instante, claramente reconociendo al hijo de James Potter. Pero después de un largo momento de tensión, su atención se dirigió a Ron.

Ah, Weasley. Otro Weasley en Hogwarts. Espero que seas mejor en Pociones que tus hermanos. Apuesto a que no - dijo Snape con desdén

Ron apretó los puños debajo de la mesa, sintiendo cómo el color subía a su rostro. Sin embargo, no respondió, decidido a demostrar que no era solo "otro Weasley". Sabía que no tenía la facilidad de sus hermanos mayores, pero estaba decidido a dar lo mejor de sí.

Snape comenzó a dictarles las instrucciones para preparar una sencilla poción para curar forúnculos, y los estudiantes rápidamente se pusieron manos a la obra. Ron trabajaba con Harry en un caldero compartido, siguiendo las indicaciones cuidadosamente. Mientras Snape se paseaba por el aula, lanzando comentarios críticos y sarcásticos a los estudiantes, Ron se concentraba intensamente en cada paso.

Cuando llegó el momento de añadir los ingredientes más difíciles, Ron trabajó con sorprendente precisión. A pesar de su nerviosismo, se las arregló para cortar las raíces de ortiga con exactitud y medir el jugo de higo de manera perfecta, algo que muchos otros estudiantes estaban haciendo mal. Incluso Harry parecía impresionado por lo bien que Ron se estaba desenvolviendo.

Snape, que se había acercado al caldero de Ron y Harry con la clara intención de encontrar algo que criticar, se detuvo en seco cuando vio la poción. Se inclinó ligeramente, inspeccionando el contenido con una expresión de sorpresa momentánea que rápidamente ocultó tras su habitual máscara de indiferencia.

Impresionante, Weasley, parece que, contra todo pronóstico, sabes lo que haces... en esta ocasión- murmuró Snape, más para sí mismo que para Ron.

La sorpresa se extendió entre los alumnos cercanos, incluidos los de Slytherin, que estaban acostumbrados a ver a Snape desdeñar a los estudiantes de Gryffindor

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La sorpresa se extendió entre los alumnos cercanos, incluidos los de Slytherin, que estaban acostumbrados a ver a Snape desdeñar a los estudiantes de Gryffindor. Ron, aún sin creérselo, intercambió una mirada con Harry. Había impresionado a Snape, algo que ni él mismo habría esperado.

Snape, aunque se negaba a elogiar abiertamente a Ron, se alejó sin más comentarios, lo cual era lo más cercano a un cumplido que alguien podría recibir del temido profesor. Ron, por primera vez en mucho tiempo, sintió que había hecho algo bien, y mientras continuaba trabajando en la poción, su confianza crecía.

Los meses en Hogwarts pasaron volando para Ron. A pesar de los nervios iniciales, la vida en el castillo resultó ser aún mejor de lo que había imaginado. Cada día traía nuevas aventuras, desde las clases de vuelo sobre escobas hasta las sesiones de quidditch, los festines en el Gran Comedor y las noches en la sala común de Gryffindor junto a Harry y Hermione. El trío pronto se hizo inseparable, enfrentándose a los desafíos del primer año juntos y descubriendo misterios ocultos en los rincones más recónditos del castillo.

Pero Hogwarts también tenía sus sombras. Desde el principio del año, Ron, Harry y Hermione habían notado que algo extraño sucedía en el castillo. Primero fue el misterioso corredor del tercer piso, prohibido para todos los estudiantes. Luego, descubrieron el enorme perro de tres cabezas que custodiaba algo en una trampilla debajo de las tablas del suelo.

Finalmente, a medida que los meses avanzaban, el misterio se fue desentrañando. El trío descubrió que el profesor Quirinus Quirrell, el aparentemente tímido y torpe maestro de Defensa Contra las Artes Oscuras, estaba envuelto en algo mucho más oscuro de lo que podían haber imaginado.

Una noche, después de unir las piezas del rompecabezas, Ron, Harry y Hermione decidieron que tenían que actuar. Quirrell estaba detrás de la Piedra Filosofal, un objeto mágico de inmenso poder, y si no lo detenían, alguien mucho peor podría obtenerla.

Bajo la luz de la luna, el trío de oro se dirigió sigilosamente al tercer piso. Su plan era arriesgado, pero no tenían otra opción. Sabían que Quirrell no podía estar muy lejos, y tenían que adelantarse a él.

Ron iba al frente junto a Harry, con Hermione siguiéndolos de cerca. Cuando llegaron al enorme perro de tres cabezas, Fluffy, Ron sintió cómo su corazón latía con fuerza. Sin embargo, con algo de astucia, lograron dormir al monstruo con la misma música que Hagrid les había mencionado accidentalmente. Mientras el perro roncaba, Ron, Harry y Hermione descendieron por la trampilla hacia lo desconocido.

Lo que siguió fue una serie de pruebas diseñadas para proteger la piedra. La primera era una maraña de plantas llamada el Lazo del Diablo, que casi los atrapó, pero gracias al conocimiento de Hermione sobre las plantas mágicas, lograron escapar.

La segunda prueba era una habitación llena de llaves voladoras. Harry, con su habilidad como buscador, logró atrapar la llave correcta y abrir la puerta. Pero la tercera prueba fue la que demostró la valentía de Ron.

Frente a ellos se encontraba un tablero de ajedrez mágico gigante. Para avanzar, tenían que jugar una partida, pero no era cualquier partida. Las piezas eran enormes y peligrosas, y el juego era mortal. Ron, sabiendo que era su momento de actuar, asumió el papel de estratega. Era el mejor jugador de ajedrez del grupo y sabía que, si no lo hacía bien, ninguno de ellos saldría vivo.

Ron dirigió la partida con frialdad, moviendo a Harry y Hermione por el tablero como piezas. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que, para ganar, tendría que sacrificarse.

Continuara...

Me enamore de un criminal (SIRIUS X RON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora