La mañana era un caos típico en la estación King's Cross. El ruido de los trenes y las despedidas llenaba el aire mientras los Weasley se apresuraban hacia la plataforma 9 ¾. La familia iba cargada de baúles, jaulas y maletas, tratando de mantener el ritmo del pequeño Ginny, que caminaba de la mano de Molly mientras miraba todo con ojos curiosos.
Arthur observaba en silencio cómo Ron caminaba detrás de sus hermanos mayores, arrastrando su baúl con esfuerzo pero sin decir una palabra. No había alegría en su rostro como en otros años. La conversación de la noche anterior todavía resonaba en la mente de Arthur, y sabía que Ron merecía algo más.
Cuando finalmente llegaron al tren, Molly comenzó a despedirse de todos, abrazándolos y dando los típicos consejos maternales.
Fred, George, nada de travesuras este año —dijo con severidad mientras abrazaba a ambos al mismo tiempo.
Claro, mamá —dijeron los gemelos al unísono, sonriendo con picardía.
Después abrazó a Percy, que estaba especialmente orgulloso de su insignia de prefecto, y luego se volvió hacia Ron.
Cuida tus cosas, Ron, y asegúrate de escribirme... —comenzó a decir mientras extendía los brazos hacia él. Pero justo en ese momento, Ginny rompió a llorar en los brazos de su padre.
¡Oh, mi pequeña! —exclamó Molly, olvidándose de inmediato de Ron y dirigiéndose hacia su hija.
Ron se quedó inmóvil por un momento, con los brazos medio levantados, esperando un abrazo que nunca llegó. Poco a poco los bajó, sintiendo cómo algo dentro de él se encogía.
Arthur, que estaba justo detrás de Molly, vio todo con claridad. Apretó los labios con frustración, pero antes de poder decir algo, sintió una mano en su hombro. Era Sirius, disfrazado con una túnica vieja y un sombrero que le cubría el rostro.
¿Te das cuenta? —murmuró Sirius, mirando a Ron con el ceño fruncido.
James, Remus, Peter, Harry y Lily también observaban la escena. Harry, que conocía bien a su mejor amigo, vio cómo Ron se alejaba hacia el tren con los hombros caídos, sin mirar atrás.
Pobre chico... —dijo Lily con tristeza, mirando a su esposo
Es un buen chico. Solo necesita que alguien se lo diga más seguido.- James asintió.
Arthur, sintiéndose culpable por no haber intervenido antes, decidió compensar el descuido.
¡Ron!- Se acercó rápidamente a Ron antes de que subiera al tren.
El pelirrojo se giró, algo sorprendido.
Estoy orgulloso de ti, hijo. Quiero que lo sepas.- Arthur se inclinó hacia él y lo abrazó con fuerza
Ron tardó un momento en reaccionar, pero finalmente correspondió al abrazo.
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