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El Expreso de Hogwarts llegó a su destino, y los estudiantes descendieron con emoción, listos para el nuevo año escolar. Sin embargo, mientras Harry y Hermione charlaban animadamente, Ron se quedó en silencio, todavía afectado por la despedida en la estación. El recuerdo de su madre concentrada en Ginny, sin siquiera mirarlo, pesaba en su corazón.

Al entrar en el Gran Comedor, Ron se sentó junto a sus amigos en la mesa de Gryffindor, pero no tenía el ánimo habitual. Las voces alegres de sus compañeros y el festín que aparecía frente a ellos no lograron levantarle el ánimo. Harry y Hermione intercambiaron miradas preocupadas, pero Ron simplemente les dio una débil sonrisa, fingiendo que todo estaba bien.

Esa noche, Ron durmió poco, pensando en cómo las cosas parecían haber cambiado en su hogar. A la mañana siguiente, las clases comenzaron, y los estudiantes se dirigieron a sus aulas. La primera clase del día era Pociones, con el siempre intimidante profesor Snape.

Ron se sentó junto a Harry y Hermione en la mazmorra fría y sombría. A medida que Snape empezaba a dar las instrucciones para la poción del día, Ron permaneció en silencio, con la mirada perdida. Mientras sus compañeros trabajaban en sus calderos, él seguía moviéndose lentamente, sin la energía y el entusiasmo que solía mostrar, incluso en una clase que no le gustaba particularmente.

Snape, quien siempre estaba atento a cualquier excusa para regañar a los estudiantes de Gryffindor, se dio cuenta del cambio en Ron. Se acercó a la mesa con su habitual semblante serio y observó cómo Ron revolvía su poción con desinterés.

Señor Weasley parece que está más distraído de lo usual. Espero que no crea que eso es una excusa para no prestar atención en mi clase.- dijo Snape con una voz baja pero firme

Ron levantó la vista y, por un momento, parecía que iba a responder, pero simplemente se encogió de hombros y siguió revolviendo su poción. Snape frunció el ceño, claramente intrigado. Normalmente, el joven Weasley siempre tenía una respuesta sarcástica o alguna excusa, pero esa actitud apática era nueva.

Snape se quedó un momento más, observando con los brazos cruzados, como si intentara descifrar qué estaba pasando por la mente de Ron

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Snape se quedó un momento más, observando con los brazos cruzados, como si intentara descifrar qué estaba pasando por la mente de Ron. Finalmente, se alejó, pero no sin echarle una última mirada, como si estuviera tratando de leer más allá de lo que Ron mostraba.

Después de la clase de Pociones, Snape no pudo evitar pensar en la actitud inusual de Ron. A lo largo de los años, había visto a muchos estudiantes pasar por altibajos, pero algo en la expresión del joven Weasley le resultaba diferente. No era simplemente el comportamiento de un estudiante desinteresado o perezoso; había algo más profundo, algo que no encajaba con el Ron Weasley que conocía.

Snape, conocido por su dureza, no solía preocuparse por el bienestar de los estudiantes, especialmente los de Gryffindor, pero esa tarde, mientras revisaba algunos trabajos en su despacho, no pudo sacarse de la cabeza la imagen de Ron con la mirada perdida. Decidió que, si la oportunidad se presentaba, indagaría un poco más.

La ocasión llegó unos días después. Tras otra clase de Pociones, Snape se dio cuenta de que Ron se estaba retrasando en recoger sus cosas, mientras el resto de los estudiantes salía del aula. Aprovechando el momento, Snape se acercó con calma, asegurándose de que su tono fuera menos intimidante de lo habitual.

Señor Weasley, Parece que últimamente ha estado... distraído.- comenzó, con voz suave.

Ron levantó la vista, un poco sorprendido de que Snape le hablara sin el tono de desprecio habitual.

Estoy bien, profesor- respondió, tratando de sonar convincente, pero su voz delató su estado de ánimo.

Eso no es lo que parece. Su rendimiento y actitud en clase han cambiado drásticamente. No es propio de usted ser tan... reservado- Snape entrecerró los ojos, como si estuviera evaluando cada palabra y gesto.

Es solo que... las cosas en casa son un poco complicadas ahora.- Ron suspiró, bajando la mirada. No estaba acostumbrado a que un profesor, y menos Snape, mostrara interés en su estado de ánimo

Entiendo que la vida familiar puede ser difícil a veces. Pero Hogwarts también es su hogar. Si hay algo que le preocupe, debería saber que tiene recursos aquí- dijo, su voz más comprensiva de lo que Ron esperaba.

Ron levantó la vista, sorprendido por las palabras de Snape. Por un momento, sintió el impulso de contarle todo, de desahogarse, pero al final solo asintió débilmente.

Gracias, profesor- murmuró antes de apresurarse a salir del aula, sin saber cómo interpretar el gesto inesperadamente amable de Snape.

Snape lo observó irse, con el ceño fruncido. Aunque no había obtenido una respuesta clara, sentía que había algo más profundo detrás de la tristeza de Ron. Y, por alguna razón que ni él mismo comprendía, se propuso seguir observándolo, dispuesto a encontrar una manera de ayudarlo, si se presentaba la oportunidad.

Durante varios días, la breve conversación que Ron había tenido con Snape no dejó de rondar en su mente. Nunca se habría imaginado que el profesor de Pociones, conocido por su severidad y desdén hacia los estudiantes de Gryffindor, le prestaría atención de esa manera. Sus amigos, Harry y Hermione, le habían advertido sobre Snape. Pero algo en la manera en que Snape lo había mirado, en cómo había hablado con él, le hizo sentir que tal vez había más en él de lo que los demás pensaban.

Una noche, mientras Harry y Hermione dormían, Ron se quedó despierto, mirando el dosel de su cama y pensando en lo que debía hacer. Sabía que sus amigos no estarían de acuerdo, pero sentía la necesidad de desahogarse, de contarle a alguien lo que llevaba tanto tiempo guardando. Decidido, se levantó en silencio y se vistió rápidamente. Tomando su varita, salió del dormitorio con pasos sigilosos para no despertar a nadie.

Las mazmorras estaban frías y oscuras, y cada crujido de las paredes parecía amplificarse en el silencio de la noche. Ron caminó con cautela, asegurándose de no encontrarse con ningún prefecto o profesor en patrulla. Al llegar a la puerta de la oficina de Snape, se detuvo por un momento, dudando." ¿Y si se equivocaba? ¿Y si Snape se burlaba de él o lo castigaba por haber salido de la torre de Gryffindor a esas horas?"

Con un suspiro profundo, reunió el valor y llamó a la puerta suavemente. Durante unos segundos, no hubo respuesta, y Ron casi pensó en darse la vuelta y regresar a su dormitorio. Pero entonces, la puerta se abrió lentamente, revelando a Snape, con su rostro inescrutable iluminado por la luz tenue de una vela.

Weasley, ¿Qué hace usted fuera de la torre de Gryffindor tan tarde?- dijo Snape, claramente sorprendido al verlo allí a esas horas.

Lo siento, profesor. Pero... necesito hablar con usted- Ron tragó saliva, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza.

Snape lo miró en silencio durante unos segundos antes de hacerse a un lado para dejarlo pasar. Una vez dentro, cerró la puerta y se dirigió a su escritorio

Esto mejor sea importante- comentó, aunque su tono no era tan severo como Ron esperaba

Ron respiró hondo y, por primera vez en meses, dejó salir todo lo que había estado sintiendo. Le contó a Snape sobre cómo se había sentido desplazado en casa desde que su hermana Ginny había nacido, cómo su madre parecía preocuparse solo por ella y cómo eso lo hacía sentirse invisible e insignificante. Mientras hablaba, las lágrimas que había estado conteniendo durante semanas comenzaron a fluir, y Snape lo escuchó en silencio, sin interrumpirlo.

Continuara...

Me enamore de un criminal (SIRIUS X RON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora