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Con el basilisco derrotado y la Cámara de los Secretos cerrada, la calma regresó a Hogwarts. Los pasillos que antes estaban llenos de susurros de temor ahora volvían a resonar con risas y conversaciones. Los estudiantes petrificados, incluido Hermione, fueron restaurados a su estado normal gracias a la mandrágora, y la vida en el castillo comenzó a retomar su ritmo habitual.

Ron, aunque contento por el fin de la pesadilla, no podía evitar pensar en todo lo que había sucedido con Tom Riddle. Aunque era consciente de que Tom había sido el responsable de los ataques, una parte de él todavía sentía la pérdida de alguien con quien había compartido tantos pensamientos y emociones. Era un peso en su corazón, uno que no podía compartir con nadie.

El último día de clases llegó, y con ello, el momento de despedirse de Hogwarts. En la estación de tren, los estudiantes subían al Expreso de Hogwarts con el alivio de haber sobrevivido a un año turbulento. Harry, Ron y Hermione se reunieron en su compartimento, aunque esta vez había una nueva sensación de cercanía entre ellos, después de todo lo que habían enfrentado juntos.

Al fin volvemos a casa —dijo Hermione con una sonrisa.

Sí —respondió Ron, aunque su mente seguía ocupada en lo que había dejado atrás en la Cámara de los Secretos.

Cuando el tren comenzó a moverse, Ron miró por la ventana, viendo cómo el castillo de Hogwarts se hacía cada vez más pequeño en la distancia. Aunque el peligro había pasado, sabía que el próximo año traería nuevos desafíos. Y aunque el cuaderno de Tom Riddle había sido destruido, las emociones que había experimentado con él seguían vivas, en algún rincón oculto de su corazón.

A pesar de todo, Hogwarts había vuelto a ser el mismo lugar de magia y misterios, y mientras el tren avanzaba, Ron no pudo evitar pensar en cómo sería su tercer año, y qué nuevos secretos podrían estar aguardando en las sombras del castillo.

Ron llegó a la Madriguera junto a sus hermanos después de un largo viaje en el Expreso de Hogwarts. A pesar del cansancio, estaba emocionado por compartir con su familia todas las increíbles y aterradoras experiencias que había vivido durante el año. Sabía que había cosas que no podía contar, como lo que había pasado con Tom Riddle, pero las aventuras en la Cámara de los Secretos y los ataques petrificadores ya eran lo suficientemente emocionantes para relatar.

¡Mamá! —exclamó Ron con entusiasmo al entrar en la casa, esperando ver a Molly sonreír y emocionarse con sus historias. Quería contarle todo, desde cómo habían salvado a Hermione hasta la batalla final contra el basilisco.

Pero Molly estaba ocupada con Ginny, que aún era una bebé. La niña lloraba en sus brazos, y Molly intentaba calmarla mientras hacía malabares con los quehaceres de la casa. Cuando Ron entró emocionado, Molly apenas le dirigió una mirada cansada.

Hola, cariño, me alegra que estés en casa —dijo distraídamente, dándole una sonrisa breve antes de volver su atención a Ginny, que lloraba más fuerte.

El entusiasmo de Ron se apagó de inmediato. A pesar de haber vivido uno de los años más increíbles y aterradores de su vida, sentía que, una vez más, su madre no le prestaba atención. Ella estaba centrada en su pequeña hermana, y sus logros, por muy importantes que fueran para él, no parecían importarle. Ron intentó otra vez.

¡Mamá, casi fuimos devorados por un basilisco! —dijo, buscando captar su atención.

Eso suena aterrador, querido —respondió Molly mecánicamente, mientras seguía meciendo a Ginny, sin siquiera mirarlo.

Ron sintió un nudo en el estómago. No era que no quisiera a su hermana, pero desde su nacimiento, parecía que había perdido el lugar que antes ocupaba en el corazón de su madre. Aunque trataba de convencerse de que eso no le molestaba, cada vez se hacía más difícil ignorar la tristeza que lo embargaba.

Me enamore de un criminal (SIRIUS X RON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora