Capitulo 0: Génesis.

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La curiosidad no fue nuestra condena

Permitimos que nos dominara 

en vez de dominarla a ella.

Fue la falta de autocontrol lo que nos condeno.
 

Génesis de Gélida: 7:09

Aenean meditaba ansiosa en la boca de la cueva, sintiendo que era la ingeniera con la peor suerte del mundo. Era el día tercero de la semana cuarta en la obra, conectar dos ciudades mediante ferrocarril era increíblemente lucrativo, pero no por eso menos trabajoso. Frente a ella estaban dos hombres, un operador de la obra y un geólogo. Miró al segundo que estaba consultando varios aparatos y tomaba notas en una libreta.

—¿Y bien? ¿Hay algo relevante que pueda decirme? —dijo tratando de no sonar hostil.

—Nada alentador, lamentablemente. La cueva se extiende en dirección a las vías y parece ensancharse mientras avanza. Si llega a pasar por abajo podría aguantar el peso del tren pero existe riesgo de erosión.

—¿Podemos determinar cuánto se extiende la cueva? —Aenean hablaba luchando contra el impulso de comerse las uñas.

—No desde afuera; puedo entrar y ver qué tan profunda es. —Propuso el geólogo —Con algo de suerte, no es lo bastante larga como para comprometer el proyecto.

—Tiene que ser una broma —le contestó Aenean, dejando salir su frustración. —¿Cómo no la vimos antes?

—Probablemente la boca de la cueva se tapó con grava y arena húmeda durante la época de tormentas que se secó después. —Hizo una pausa para examinar el polvo y la suciedad del suelo en cuclillas —Cuando llegamos nosotros martillando los durmientes las vibraciones despejaron la entrada.

—¿Unos martillazos pueden hacer eso?

—En la mayoría de los casos no pero 40 mazas golpeando simultáneamente el suelo durante 15 horas seguidas pudieron haberlo hecho. —Se puso de pie y miró a la ingeniera —Tenemos suerte de haberla encontrado ahora, antes de haber puesto las vías encima.

—Describirlo como suerte es un oxímoron. —Aenean se despejó el pelo de la frente y notó cómo sus manos temblaban —Llevemos al operador para que nos acompañe; si vamos a meternos ahí quiero que tengamos ayuda posible.

—Se que es usted la que manda —dijo tímidamente el operador que había estado callado hasta entonces — ¿pero no existe la posibilidad de que esa cueva sea un nido de shagales?

—Es muy poco posible, analice sus patrones de movimiento son mayormente solitarios y limitados a sus áreas de caza.

—¿Y porque esta no sería una de sus áreas de caza?

—Porque ese es el fuerte de mi proyecto operador, busqué la ruta entre Sagrada Arquitectura y Aurea que fuera a la vez la más corta y la más segura. Setenta kilómetros calculados al milímetro y de repente una cueva. Entenderá que los shagales no son mi principal preocupación.

—Pero no puede garantizar que no haya alguno ahí y basta con uno para matarnos a ambos. Son inmunes a toda arma creada por el hombre. Son capaces de cortar cualquier material con sus garras y reclamar el alma de quién muera bajo su sombra.

—!Por los Sagrados Mecanistas operador! Son criaturas agigantadas por los mitos y las canciones de bar. —Aenean no lograba contener su frustración ante la insolencia de su subordinado —Son perros de dos metros y de piernas antinaturalmente largas eso se lo concedo. Pero no comen humanos, se alimentan de carabanidos. y si bien los disparos de repetidora de 5 milímetros les hacen poco daño, unos disparos con shagaleras de 12 milímetros son capaces de derribarlos. Estan hechas precisamente para lidiar con aquella amenaza; no por nada se llaman así. Todo estaba detallado en el contrato que firmaron para ser parte del proyecto.

Risómico: Determinación de dueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora