Capítulo XIII: El dia después.

3 1 0
                                    

Con la palabra incompleta fuimos incapaces

de reflejar la verdad de nuestras almas.

Los malos entendidos, la discordia y el conflicto

germinan como la mala hierba en tierra fértil.

Génesis de Gélida: 8:02


Numa despertó incorporándose empapado en sudor frío, con la garganta seca, el cuerpo rígido y el corazón acelerado. Recordaba apenas la pesadilla que tuvo y suspiro con alivio al ver que estaba en su casa lejos de aquel bar, lejos de aquella cosa. Se relajó y se echó en la cama riendo, todo había sido un sueño, el mundo aún tenía sentido y solo debía reincorporarse al trabajo.

Era el día segundo de la décimo octava semana, el último día de servicio que le tocaba antes de su descanso de 3 días. Hizo acopio de fuerzas para levantarse y sintió dolor en su brazo y ardor en sus piernas. Aquello era terrible, porque entonces no fueron pesadillas, fueron recuerdos. La realidad seguía intacta, pero su interior estaba roto.

Desayuno con la mente en blanco casi sin darse cuenta de lo que hacía. De vez en cuando sus ojos se posaban en alguna esquina de su casa sin un motivo y se quedaba asi durante unos momentos, como tratando de encontrarle sentido a aquello.

Se vistió lentamente con el uniforme de regulador, cuando se calzó los pantalones recordó el abrazo ardiente de las llamas contra sus piernas. Se estremeció cuando los recuerdos de la noche anterior le asaltaron. Miro la mesa de la cocina y vio el informe que había redactado antes de irse a dormir reposando en una pequeña carpeta de cartón. Ese día debía llevarlo y presentarlo ante el principal Klein para que éste lo evalúe. Abrió la pequeña carpeta y ojeó las páginas hasta detenerse en la descripción de la pelea.

"EL SOSPECHOSO LEVANTÓ SU MANO EN MI DIRECCIÓN Y ACCIONÓ UN APARATO NO IDENTIFICADO. SUPONGO QUE ERA UNA ESPECIE DE ARMA. DEL APARATO SALIÓ PROYECTADA UNA LLAMA QUE APENAS PUDE ESQUIVAR LANZÁNDOME HACIA LA BARRA Y TOMANDO COBERTURA TRAS LA MISMA. "

Numa sabía que no era cierto, no había sido un arma sofisticada pese a lo que Caliz le había propuesto como explicación. Pero no podía escribir algo así en un informe oficial, al menos no sin pruebas. Guardo el informe en su mochila y se puso de pie reprimiendo el ardor de sus piernas, era hora de ir al trabajo.

El viaje lo hizo en automático igual que el desayuno, fue más una repetición mecánica que una acción voluntaria. Estaciono el motocarro e ingreso en la sede municipal.

Como casi todos los edificios destinados a los servicios públicos la arquitectura era minimalista y poco inspirada. Se privilegiaban los ángulos rectos de tal manera que acomodar mesas y archivadores fuera más sencillo. Las ventanas eran amplias de manera de capturar la luz del día pero también estaban enrejadas para dificultar cualquier intento de fuga o asalto que pudiera ocurrir. Ingresó y se aproximó al mostrador de la entrada, saludo a Pico el recepcionista y le pidió que informara de su llegada a los superiores.

La planta baja y el primer piso del enorme edificio estaban dedicados al departamento forenses con sus laboratorios y el almacén de evidencia. En el sótano estaban los calabozos. El segundo y tercer piso pertenecían al departamento de detectives y el cuarto tenía las salas de juntas y los archiveros de casos antiguos.

A Numa siempre le había agradado dicha disposición, disfrutaba de subir las escaleras de dos en dos, le hacía sentir vivo. Ese día hubiera preferido ahorrarse el viaje. Fichó el ingreso antes de subir al segundo piso donde estaba su escritorio. Se acercó a la oficina del principal Klein, Cáliz estaba ahí, sentada en uno de los bancos de espera amurados a la pared junto a la puerta.

Risómico: Determinación de dueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora