Capítulo XVIII: El bosque oscuro.

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Era una batalla de desgaste entre la no forma y la voluntad.

Como si fuera una dualidad,

como si fuera una contradicción,

como si uno no deviniera del otro en un bucle eterno.

Génesis de Gelida: 5:00


Porter abrió la puerta de la sala de evidencias y vió allí a Numa sosteniendo un portafolios abierto, a su lado como no podía ser de otra manera se encontraba Cáliz. Cuando cruzaron miradas el regulador forense principal suspiro pesadamente con una expresión estoica de cansancio.

— Imagino que no tienen un permiso para allanar la sala de evidencias — dijo cerrando la puerta tras de sí.

— No — respondió Cáliz— ¿es correcto suponer que nos estaba siguiendo?

— No exactamente a ustedes, pero mantengo vigilado al prisionero y cualquiera que entre en contacto con él. ¿Cómo abrieron el portafolios? esa cosa es una caja fuerte.

— Soy bueno con las ganzúas — contestó Numa.

—Mentirme no les va a servir de nada — Porter se acercó a los reguladores e inspeccionó el interior del portafolios con la mirada— ¿Por qué les permitió abrirlo?

— Quería que le llevemos ropa, específicamente este conjunto — Numa levanto un pantalón negro que tenia unos tiradores prendidos y una camisa azul, debajo de ellos había un libro de encuadernación de cuero.

Al verlo Porter lo tomó en un rápido movimiento. Los reguladores se quedaron paralizados ante la súbita reacción del principal, casi demasiado rápida para alguien de su edad. Porter abrió el libro y lo ojeó frenéticamente pasando las hojas a una velocidad tal que les pareció imposible que estuviera leyendo. Los ojos del anciano se abrieron de par en par unos instantes antes de que cerrara el libro y lo escondiera entre sus ropas.

— Regulador Colbert — Dijo Porter con voz de mando— Deje el portafolios en su lugar y no haga esperar a nuestro invitado, llévele su ropa. Luego de eso retírese y espere en el estacionamiento. Usted reguladora Témpez acompáñeme.

— Momento — Exclamó Numa— ¿podría explicarnos que esta...?

— No, por si no se dio cuenta estamos en medio de un conflicto enorme — Se podía notar la rabia contenida en las palabras de Porter— no me hagan repetirlo.

El principal se dio media vuelta y caminó hacia la puerta dando a entender que la discusión había terminado. Cáliz miró a su compañero quien estaba apretando los dientes y suspiró antes de seguir a su superior. Numa por su parte cerró el portafolios y obedeció la orden que le habían dado.

Cáliz y Porter entraron a la oficina del Principal en el primer piso, la reguladora tomó asiento al frente del escritorio. Ser llamada a la oficina de un principal era una experiencia que cualquier trabajador del cuerpo trataba de evitar y ella estaba allí por segunda vez en ese día. Sin embargo Cáliz noto que los despachos de los Principales no podían ser más distintos.

El del Forense tenía contra las paredes laterales varios estantes con exhibidoras de cristal. En ellos reposaban múltiples aparatos de medición, estudio y recolección de pruebas, varias probetas y manuales de investigación. Había reglas, bisturíes, compases, escuadras, cintas métricas, transportadoras, plomadas, placas de virología y bolsas de todo tipo de tamaños. En la pared del fondo había dos armarios de acero con gruesos cerrojos. Porter se acercó a uno de ellos y lo abrió para sacar una caja antes de cerrarla nuevamente. Tomó asiento frente a Cáliz y deslizó la caja hacia ella por sobre la mesa.

Risómico: Determinación de dueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora