Capítulo XI: Escombros.

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Por eso debemos levantarnos cada día,

y seguir luchando, seguir intentando.

La verdadera derrota es abandonar la lucha,

y aquello conlleva la condena.


Génesis de Gélida 12: 03


 —Y con este serían ocho puntos —le dijo Ceres a Cáliz cortando el hilo de sutura —¿Cómo lo siente? —La reguladora movió un poco el brazo.

—Tira bastante —se palpó la herida recientemente cerrada —no voy a poder disparar bien con esto.

—La idea es que no lo hagas —le respondió la forense buscando algo en su morral —vas a necesitar cabestrillo un tiempo y aplicar este ungüento cada seis horas —le dio un frasco mediano. —Antes de aplicarlo tiene que lavar y desinfectar el área afectada, si se ensucia va tardar más en sanar.

A medida que la adrenalina amainaba el dolor se volvía más intenso y empezaba a tener conciencia de cuán herida había resultado. Era la primera vez que veía a Ceres de cerca y pudo confirmar lo que había supuesto antes, era muy bonita. Su nariz redondeada, su tez trigueña y sus ojos negros y grandes combinaban de maravilla con sus bucles recogidos con una liga en su nuca. Estaba sutilmente maquillada resaltando sus pómulos y no dejaba de sonreír mientras trabajaba. todavía no salía del shock por lo que perderse en los rasgos de aquella chica era una buena forma de escapar de los recuerdos de lo que acababa de vivir.

—Conozco el procedimiento —la detuvo Cáliz sonriendo. —Y gracias, no sé qué hubiera hecho sin tu ayuda.

—Perder el brazo de seguro —respondió Ceres devolviéndole la sonrisa y sacando unas telas de su morral —¿Y el del cabestrillo te lo sabes?

—Para eso voy a necesitar ayuda. —Ceres le ayudó a descansar el brazo dentro del cabestrillo y luego le pasó la correa por detrás del cuello.

—Nada de disparos por un tiempo, pero vas a tener que mover los dedos y el brazo un poco todos los días para evitar la rigidez. Si siente mucho dolor trate de aguantar hasta la próxima aplicación del ungüento, tiene un calmante además de un desinfectante. también va a tener que tomar unos analgesicos y antibioticos, pero esos se los doy despues, cuidese y no me haga renegar —le dijo mientras salía del motocarro forense el cúaltenía la parte de atrás ampliada para transportar elementos médicos y muestras de escenas del crimen —Voy a ver cómo están los otros.

—Gracias —le repitió Cáliz mientras se quedaba sola.

Tenía el torso tapado únicamente por su ropa interior negra, la cúalestaba parcialmente manchada de sangre. Sus pantalones no estaban mucho más limpios y adicionalmente estaban empapados con el fluido incandescente y el agua del suelo del bar. Aun así pero no pretendía quitárselos hasta tener una prenda digna para sustituirlos.

Se levantó apoyándose contra la pared y se dirigió al fondo del auto donde su uniforme reposaba en un tacho de basura. Lo habían tenido que cortar cuando se lo quitaron, según Ceres para que no se moviera y minimizar la pérdida de sangre. Un desperdicio de una camisa y una chaqueta de regulador impecables de no ser por las manchas de hollín, sangre y el tajo a la altura del hombro izquierdo. Colgadas en un costado de la pared estaban unas batas y unas mantas de tela térmica. Cáliz suspiro y se puso una dejando su brazo por dentro.

La tarea fue más difícil de lo que parecía en su mente tomando en cuenta que solo podía usar un brazo. El cansancio acumulado la empezó a arrullar, desde que participó del procedimiento forense en la casa de Gélion no había descansado. ¿Cuánto tiempo llevaba despierta? hizo unos cálculos rápidos y entendió que eran casi dieciocho horas, no le quedaba mucho para dar ese día, se sumaba ahora el dolor tampoco ayudaba.

Risómico: Determinación de dueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora