A medida que las semanas fueron pasando, nos acercábamos más a nuestro destino. Y no se trataba propiamente de regresar y anclar en Inglaterra. Ahora lo sé. Mi ensimismamiento fue aumentando gradualmente. Estábamos alejándonos del caribe, del calor y la alegría. Comenzábamos a confrontar la crudeza de un océano áspero, cruel y frío a medida que nuestra travesía se extendía más hacia el norte.
A bordo conocíamos las adversidades del mal tiempo, las tempestades y las mareas. Pero lo que afrontamos aquella noche nos pareció a todos casi «un castigo divino». Se había desatado la furia del dios Poseidón, literalmente. La acostumbrada tertulia nocturna fue cancelada. Estábamos afrontando una terrible tormenta; intensa y despiadada. El cielo estaba tumultuoso y desprendiendo una torrencial lluvia, rabiosa y volátil. Los fuertes vientos y las grandes olas hacían crujir y bambolear todo el barco, y los relámpagos desataban sus terribles destellos muy cerca de nosotros. Cuando los truenos detonaban, nos dejaban ensordecidos. Eran más potentes que los propios cañones que resguardaba «Corsario Negro».
—¡Mantengan firme el timón! ¡Debemos resistir! ¡Esta puta tormenta no nos puede vencer!
Morgan, nuestro regio capitán daba sus instrucciones con firmeza y determinación. Una de las velas el fuerte viento logró desgarrarla. Inmediatamente Morgan gritó a los marinos que estaban cerca de mí en el puente:
—¿Qué esperan?... ¡Vamos! ¡Reemplacen la vela! ¡Ya!
Ser de ayuda en ese momento me hizo sentir muy excitada, muy viva. Consideraba que nuestro propósito era confrontar a la naturaleza, controlada por la furia de Poseidón, hacerle frente, darle pelea. Y mientras la torrencial lluvia seguía cayendo y la inestabilidad en cubierta nos revolvía el estómago, logramos en pocos minutos que parecieron horas, sustituir el velamen roto.
El amanecer tardó en aparecer. El sol estaba todavía oculto cuando horas después la tormenta finalmente culminó.
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Valkirias y Sirenas
Cerita PendekUna aventura épica que entrelaza piratas con vikingos.