Capítulo VII

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La reina Eleonor comenzó a aburrirse a mares y su humor se hizo irritable y temperamental. Su permanencia en el reino de los muertos era lúgubre, sombría, sin propósito. Desconocía por completo cómo funcionaba el Helheim, pero intuía que su nueva realidad requería de su ingenio y determinación vikinga. Así que se dispuso a preguntarle a Hela.

«¿Quién mejor que ella...?» pensó decidida. Y fue ante su presencia.

—A partir de ahora has de dedicarte a guiar a tus tres hijas Birgit, Agnete y Noah. —sentenció la dueña y señora del inframundo.

—¿Guiarlas? Pero ¿cómo? ¿Desde acá?... ¿Es acaso eso posible?...

—Absolutamente. Sus vidas peligran.

Hela miró con profundidad y misericordia a la reina Eleonor. Ella a su vez estaba cada vez más conectada con su embrujo y encanto personal. Hela era tan hermosa y tan seductora que había dejado de extrañar a su marido Aydan. Desde que llegó al Helheim la reina Eleonor dejó de ser quien era, y ella lo sabía, pero le tomó tiempo aceptarlo. Desde ese momento se dedicó a explorar sus poderes extraordinarios. Ya no era mortal, y eso de cierta forma le reconfortaba. Formar parte de la corte de Hela la despertó de ese letargo, de esa apatía. Se sintió de alguna manera absurda, viva.

Valkirias y SirenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora