Capítulo V

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Volví a mirar a aquel atractivo vikingo, con lujuria y voracidad.

—¿Cómo te llamas?... —Le interrogué sin más delante de todos los presentes.

—Soy Erik. Hijo bastardo del rey Aydan. ¿Y tú? ¿Cuál es tu nombre?...

—Me llamo Birgit, hija de Eleonor, reina del norte y esposa del rey Aydan.

Mis palabras enmudecieron por completo toda la algarabía de la celebración.

—¿Qué?... ¡La puta sucesora de esos bastardos!... ¿Qué clase de burla se traen los dioses? ¿Acaso he salvado a la hija de mis peores enemigos?...

El fortachón no solo se alzó sino además se trajo de un violento empujón la mesa que tenía enfrente, desatando un caos total.

Sin saber exactamente por qué, una vez la mesa y toda la comida y enceres cayeron, me abalancé con todas mis fuerzas hacia aquel hombrezote de un salto formidable y usando el mismo cuerno que era el recipiente para mi bebida, lo invertí en mi mano para atravesarle el cuello a Erik de manera mortal con su afilada punta.

—¡Muere maldito infeliz! ¡Esto es por mis padres!

La sangre brotó generosa al instante de su yugular. Erik apenas rugió de rabia y dolor, era un hombre cuyo apodo precisamente era «el sanguinario». Con una de sus manos buscó quitarse el cuerno de su cuello y con la otra intentó tomar de su espalda la monumental espada que llevaba colgada, pero llegué hasta su empuñadura justo antes que él, desenvainándola. Mi fuerza y habilidades de lucha eran formidables, sobrehumanas.

Lo decapité de un solo tajo.

Escuché a mi alrededor un murmullo de asombro. Luego un silencio frío y solemne me envolvió.   

Valkirias y SirenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora