Siempre tú

Extra: Alicia

Recordaba haber seguido a un esponjoso conejo que halló en el jardín de la UA. Aquel conejito se escabulló entre unos arbustos, llegando a un agujero dentro de las raíces de un árbol.

Despertó, usaba un vestido azul y medias rayadas en blanco y negro. No recordó lo que había sucedido después de que buscara al conejo.

Se colocó de pie y miró alrededor. Todo tenía colores muy extraños como para hallarse en la naturaleza. El follaje no era verde, sino púrpura o rosa. Habían hongos de un rojo brillante con motas blancas.

Comenzó a caminar, tal vez encontraría un camino de vuelta a la escuela.

— ¡Plop!

Emergieron más hongos a su alrededor y en seguida uno más grande, al cual le apareció un rostro y cabello, asustando a Shouto de inmediato.

– ¿Eres de la Clase B? — Preguntó al reconocerla.

— Mi nombre es Kinoko. — Sonreía y continuó creando más hongos.

— ¿Sabes dónde estamos o cómo salir de aquí?

— Estamos con los hongos, rodeadas de hongos, pero... ¿por qué querrías irte?

Shouto se asustó un poco. La chica parecía en trance, tal vez una consecuencia de las esporas de sus propios hongos. La rodeó lentamente y se apresuró para alejarse, intentaría buscar ayuda también para ella.

Mientras caminaba se encontró con un letrero que indicaba varias direcciones: Izquierda, derecha, arriba y abajo.

Se detuvo para intentar leerlos, pero sólo tenían imágenes: Una taza, una rosa, un gusano y... ¿una sonrisa?

La sonrisa giró, se trataba en realidad de una boca con expresión de disgusto. A esa boca le apareció una cabeza y un cuerpo.

— ¿Bakugo?

Le analizó, poseía orejas y una cola de felino. — Aparecí en este lugar. A cualquiera que le hable es igual de inútil o actúa como un chiflado. ¡No mires mis orejas!