Capítulo XVII: Política Y Corrupción

9 3 10
                                    


Continuaron el camino por dos semanas más a través de los senderos, la legión iba formada, deteniéndose sólo para comer, comprar víveres o descansar. A su comandante le urgía llegar a la fortaleza principal de la orden, tenía que apoyar en todo lo posible a su maestro.

Él sabía que lo que estaba haciendo la arzobispa tenía que ver con la reciente corrupción que estaba surgiendo en las filas de los sacerdotes y clérigos de alto rango. Existían fuertes rumores de que habían vendido su alma a los infiernos una gran facción de ellos.

Si esto era cierto, el mismo acabaría con los traidores.

—No había visto a Lance tan serio —dijo Edrel mientras cabalgaba con Lidaria y Saya a su lado.

—Siento que está pensando muchas cosas. No me hagan caso, pero se viene algo muy fuerte, no sólo para la orden sino para todo el universo —comentó Edrel.

Las dos mujeres se le quedaron viendo, entendían que se refería a lo de la esfera y más ahora que parecía que la legión que cuidaba el plano estaba dividida en estos momentos.

—¿Qué haremos? —preguntó Saya.

Lo otros dos miembros del grupo la voltearon a ver.

—De mi parte yo apoyaré a Lance en lo que se necesite —dijo Lidaria.

—Yo igual, ¡Esto nos concierne a todos! —dijo Edrel.

Saya se mordió el labio, se notó nerviosa y sus amigos la vieron.

—¿Y tú Saya? —preguntó la druida.

La elfa dejó salir un suspiro, no sabía que decir.

Después de la plática que tuvo con Alindra hace unas semanas, le había dolido de alguna u otra forma lo que le dijo de Lance, que ella no merecía su amistad y que, de manera eventual, lo iba a traicionar.

Ya lo había hecho, en aquella torre con Azakar, y fue uno de sus más grandes errores, pero no entendía por qué le pesaba tanto el corazón, nunca pensó que eso podría pasarle, sentir culpabilidad por alguna acción suya.

—Iré a donde todos ustedes vayan, quedamos en eso en Arvalus —susurró la elfa.

—El caballero necesitará toda la ayuda posible en esta contienda, sé que es muy difícil ir contra tus propios aliados, pero muchas veces es lo correcto —la voz de Lidaria tenía mucha pesadumbre en sus palabras.

—Eso es cierto, nunca es fácil ir contra tu gente —susurró Saya.

Recordó cuando tuvo que revelarse ante aquel hombre que algún día pensó que en verdad la amaba, su corazón dolía con tanto recuerdo, sin embargo, al recordar a Lance, sintió cierto alivio en su ser. Como si el paladín pudiera limpiar todo lo malo que aconteció en su vida.

En ese momento vieron que él se acercaba con su caballo a ellos, su amplia sonrisa hizo que a Saya se le saltara un latido.

¿Cómo alguien en este plano podía ser tan perfecto?

—¿Cómo se sienten amigos? —preguntó el paladín.

Los chicos lo vieron y asintieron con una sonrisa.

—Todo bien maese paladín, ¿usted cómo se siente? —preguntó Lidaria.

—Esto bien, gracias. Estamos a no más de una hora de llegar a Wilmadar —comentó el jovenzuelo.

—¡Perfecto! ¿Qué pasará cuando lleguemos? —lo vio Edrel.

—Iremos directo a los cuarteles principales, mientras mi legión irá a las barracas —respondió el paladín.

Las Reliquias Primigenias: La Esfera de los PlanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora