Confesiones

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Morgan conducía con los dientes apretados, su mirada fija en la carretera mientras intentaba mantener el control. Las luces de la ciudad pasaban a toda velocidad, pero en su mente solo había un objetivo: encontrar a Mia antes de que fuera demasiado tarde. A su lado, Reid seguía tecleando frenéticamente en su teléfono. Después de hablar con Garcia, comenzó a enviar mensajes al resto del equipo, desesperado por que todos supieran lo que estaba sucediendo.

—Garcia —dijo Reid, su voz temblorosa mientras intentaba calmarse—. Rastrea sus teléfonos. Informa a Hotch, a Rossi, a todos. Kevin podría ser el sudes, y Mia está con él. ¡Tenemos que actuar rápido!

—¡Ya lo estoy haciendo, Reid! —respondió Garcia, su voz llenando el coche con un tono de preocupación urgente—. No voy a descansar hasta que los encuentre, te lo prometo. Estoy activando todos los recursos para rastrear los movimientos de Kevin y Mia. Te prometo que saldrá bien.

Reid apretó el teléfono contra su oído, como si eso pudiera acelerar el proceso. Mientras tanto, Morgan intentaba no mostrar lo profundamente afectado estaba por la situación, aunque el miedo lo corroía por dentro. Sabía que Reid necesitaba calma, pero él mismo estaba al borde de perder el control.

Reid, después de enviar mensajes al resto del equipo, soltó el teléfono sobre su regazo, las manos temblorosas. Se llevó las manos a la cabeza y comenzó a respirar de manera errática, como si no pudiera procesar lo que estaba pasando. Morgan lo miró, intentando no parecer tan preocupado como se sentía.

—Hey, hermano... —Morgan le puso una mano firme en el hombro—. Respira, Reid. Ya los hemos avisado a todos. Hotch, Rossi y Prentiss están en camino, y Garcia nos va a guiar. Vamos a encontrar a Mia, ¿me oyes?

Reid tragó saliva, sus ojos estaban vidriosos. Apenas podía contener las emociones que lo abrumaban. Todo lo que podía pensar era en su hermana, y en lo que podría estarle ocurriendo.

—Ella siempre me protegió, Morgan —murmuró Reid, su voz temblando—. Desde que éramos niños, Mia era... más fuerte que yo. Siempre supo cómo calmarme, cómo manejar las cosas cuando yo no podía. Ahora ella está ahí fuera, con Kevin... y no puedo hacer nada.

Morgan miró de reojo a Reid, sintiendo la gravedad de las palabras de su amigo. A lo largo de los años, había llegado a conocer bien a Reid, y sabía que no era fácil para él hablar de su familia, ni mostrar esta vulnerabilidad.

—No tienes que hacerlo solo, Spencer —dijo Morgan suavemente, su tono más serio—. Vamos a sacarla de esta, porque ella es como tú. Es fuerte, Reid. Y tú eres más fuerte de lo que piensas. ¿Sabes cómo lo sé? —Hizo una pausa, esperando que Reid lo mirara—. Porque no cualquier persona hubiera aguantado todo lo que tú has pasado. No cualquier persona puede tener el corazón que tienes tú, la sensibilidad, la cabeza tan clara. Mia es igual, Reid. Lo lleva en la sangre.

Reid lo miró, sus ojos llenos de dolor, pero también de algo más: gratitud. Sentía el apoyo inquebrantable de Morgan, y aunque estaba asustado, se permitió confiar en esas palabras.

—Gracias, Morgan —susurró Reid, su voz rota, pero sincera.

Morgan sonrió levemente, intentando calmar a su amigo.

—No tienes que agradecerme nada, hermano. No solo eres mi colega. Eres mi familia, Reid. Y Mia también lo será si es lo que ella quiere. —Morgan apretó el volante con más fuerza—. Si algo le pasa, nunca me lo perdonaría. Pero sé que no va a ser así. Porque vamos a encontrarla, y te prometo que voy a protegerla como lo he hecho contigo todo este tiempo.

Reid respiró profundamente, asimilando las palabras de Morgan, sintiendo que, a pesar de todo, no estaba solo. De repente, una llamada entrante en el teléfono de Reid lo hizo reaccionar.

Mentes Criminales: La hermana de Reid (Derek Morgan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora