La mañana siguiente I

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Al día siguiente, el sol aún no había salido completamente cuando el equipo local y los de la BAU se reunieron en la estación de policía central. Había una extraña tensión en el ambiente, algo sutil pero palpable. Todos estaban ahí, menos Mia.

Reid, normalmente tranquilo y centrado, mostraba signos claros de inquietud. Caminaba de un lado a otro, consultando su reloj cada pocos minutos, y fruncía el ceño con preocupación.

—Esto no es nada normal en mi hermana —murmuró Reid, más para sí mismo que para los demás, aunque todos lo oyeron.

Morgan permanecía en silencio, esforzándose por no mostrar su propia preocupación. Sabía más de lo que estaba dispuesto a admitir y, aunque quería proteger a Mia, también sentía un nudo en el estómago al pensar en las repercusiones.

Kevin, sentado frente a su laptop, parecía incluso más agobiado que Reid. Sus ojos no dejaban de mirar la pantalla, aunque claramente no estaba concentrado en lo que hacía. Su teléfono descansaba sobre el escritorio, pero no dejaba de comprobarlo cada pocos segundos, como si estuviera esperando una llamada o un mensaje que no llegaba.

—No me responde al teléfono —murmuró Kevin con un tono de voz tenso—. Eso no es propio de ella. Siempre contesta, incluso en las peores situaciones.

El equipo de la BAU comenzó a intercambiar miradas, y en un murmullo casi conspirativo, empezaron a lanzar teorías sobre la posible tardanza de Mia.

—¿Y si simplemente se quedó dormida? —sugirió Prentiss, tratando de restarle gravedad a la situación, aunque su expresión la delataba.

—Imposible —respondió Rossi con un tono burlón—. Mia es "doña perfecta". Nunca llega tarde. Esto tiene que ser algo más.

—Tal vez se está tomando un día libre... o eso quiere que creamos —bromeó JJ, aunque su sonrisa se desvaneció rápidamente.

El murmullo entre ellos fue interrumpido cuando la puerta de la estación se abrió lentamente. Todos giraron la cabeza al unísono, y ahí estaba Mia. Pero esta vez, no era la Mia que solían ver.

Su rostro estaba sin maquillar, algo raro en ella, y en lugar de su habitual apariencia impecable, llevaba un moño desordenado en la parte alta de su cabeza, con algunos mechones de cabello cayendo de manera rebelde. Su ropa, aunque profesional, tenía una vibra más relajada que de costumbre, como si hubiera elegido lo primero que encontró en su armario.

Llevaba en la mano un gran vaso de café, y al verla, todos los presentes sintieron una especie de alivio combinado con curiosidad.

—Perdón... —dijo Mia con una voz ronca y algo débil, mostrando una leve sonrisa mientras se dirigía a su escritorio—. Anoche... anoche salí un rato, y... bueno, no estoy acostumbrada.

Las risas llenaron la habitación, suaves pero genuinas, mientras el equipo la observaba con una mezcla de asombro y diversión. Morgan soltó una pequeña carcajada, casi de alivio, mientras que Reid dejó escapar un suspiro que había estado conteniendo durante todo ese tiempo.

Kevin fue el primero en hablar directamente con ella, su preocupación aún evidente en su rostro.

—¿Necesitas algo, Mia? —preguntó con un tono suave y casi protector, mirándola con atención—. ¿Te sientes bien?

Mia, en su mejor intento de retomar su profesionalismo habitual, agitó la mano en señal de que estaba bien, aunque todos podían notar los efectos de la resaca en su semblante.

—Estoy bien, Kevin, de verdad. Solo... necesito este café y un par de minutos para ponerme al día.

Con esas palabras, Mia se sentó en su escritorio, tratando de concentrarse en el trabajo que tenía frente a ella. Aunque intentaba mantener la compostura, su usual energía parecía un poco apagada, y cada tanto, su mirada se perdía, como si su mente estuviera en otro lugar.

Mentes Criminales: La hermana de Reid (Derek Morgan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora