La oficina estaba en silencio. El resto del equipo de la BAU había salido hace tiempo, dejando a Derek Morgan como el único en las instalaciones. Estaba terminando algunos detalles con Penélope García, quien le estaba proporcionando información clave para el caso.
—Vamos, cariño, solo te falta un poco más y todo estará listo —dijo García al otro lado de la línea, su voz tan alegre y energética como siempre.
—Gracias, mamá tecnológica. Sabía que podía contar contigo —respondió Morgan, sonriendo mientras revisaba los últimos archivos.
—Siempre, mi amor. Ahora termina rápido y vete a casa, que sabes que no todo es trabajo —bromeó ella.
Morgan rió entre dientes, pero algo fuera de su oficina captó su atención. A través del cristal de la puerta, divisó una figura en el pasillo, inmóvil frente a una ventana. Frunció el ceño, enfocándose mejor. Era Mia Reid.
—¿Morgan? ¿Sigues ahí? —preguntó García, al notar el silencio repentino.
—Sí, Garcia, te llamo luego —respondió él distraídamente, colgando la llamada sin apartar la vista de Mia.
Mia estaba de pie frente a su despacho, con la mirada perdida en algún lugar distante. Algo en su postura, la tensión en sus hombros, la rigidez de su cuerpo, le resultó extraño. Morgan la había visto bajo presión, la había visto desafiante y dura, pero esto era diferente. Aún desde esa distancia, captó un brillo en sus ojos. ¿Estaba llorando?
Sintió un nudo en el estómago. Se acercó despacio, no queriendo alarmarla, y tocó la puerta suavemente con los nudillos.
—Mia, ¿todo bien? —su voz, baja y cuidadosa.
Mia se tensó, limpiando rápidamente su rostro con el dorso de la mano antes de girarse hacia él. Su expresión intentaba ser neutral, pero sus ojos rojos y el leve temblor en sus labios delataban que algo estaba mal.
—Morgan —dijo con un tono brusco, intentando recomponerse—. ¿Qué haces aquí? Pensé que ya te habías ido.
Él no avanzó más, manteniéndose en la puerta, pero sin desviar la mirada de ella.
—Terminé unas cosas —respondió con suavidad, sabiendo que no debía presionarla—. Pero... te vi aquí. Parecías... —hizo una pausa, midiendo sus palabras—. Parecías que necesitabas a alguien.
Mia soltó un suspiro forzado, claramente incómoda con la conversación. Apartó la vista, buscando algo en la sala para distraerse.
—Estoy bien —respondió rápidamente, casi con irritación—. No es nada.
Pero su voz, aunque firme, tenía un matiz diferente. Un tono cansado que Morgan no pudo pasar por alto. Durante un instante, pensó en dejarlo pasar, pero algo le decía que no debía hacerlo.
—Mia... —empezó, dando un paso dentro de la oficina—. No tienes que fingir conmigo. Sé que algo está pasando, y está bien si no quieres hablar de ello ahora, pero... no tienes que llevarlo sola.
Ella lo miró, y por un breve segundo, algo en sus ojos pareció quebrarse, pero rápidamente volvió a levantar sus barreras. Apretó los labios y cruzó los brazos, como si quisiera protegerse de la vulnerabilidad que estaba a punto de mostrar.
—No tienes idea de lo que hablas, Morgan —su tono volvió a ser afilado, defensivo.
—Tal vez no —reconoció él con calma—, pero he visto suficientes cosas como para reconocer cuando alguien está luchando con algo. Y no siempre es algo que puedas manejar sola, Mia.
Ella lo miró fijamente, evaluándolo, decidiendo si debía continuar con su fachada o ceder, aunque solo un poco. Pero en lugar de abrirse, volvió a esquivar la verdad, refugiándose en su sarcasmo.
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Mentes Criminales: La hermana de Reid (Derek Morgan)
Fiksi PenggemarMia Reid, hermana del genio del FBI Spencer Reid, lucha por mantener su vida profesional y personal en equilibrio mientras se enfrenta a una compleja serie de ataques en la ciudad costera donde trabaja. Su mundo se tambalea cuando Derek Morgan, un c...