Cita inesperada

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N.A: ¡Muchas gracias por la acogida a esta novela! Tengo otras de Spencer Reid y Derek Morgan por si os interesa ❣ Siento mucho si tardo más en actualizar; está siendo un mes intenso en el trabajo. ¡Mil gracias igualmente por estar ahí! ¿Qué pensáis hasta ahora? Estaré encantada de leeros en comentarios.

El ambiente en la oficina se fue asentando a lo largo de la mañana, aunque la tensión entre Kevin y el resto del equipo, local y la BAU, comenzaba a ser palpable. Mientras Morgan se ocupaba de revisar unos informes, su mirada se desvió hacia Kevin, quien se mantenía al margen, murmurando algo para sí mismo mientras tecleaba en su computadora. Lo que solía ser una actitud relajada, casi amistosa, ahora parecía un muro de nerviosismo e incomodidad. Algo había cambiado.

Kevin, con los labios apretados y la mandíbula tensa, se levantó abruptamente de su escritorio y salió al pasillo, dejando su teléfono detrás. No pasó desapercibido para Morgan, que frunció el ceño.

—¿Alguien más ha notado lo raro que está actuando Kevin desde aquel día? —preguntó Morgan, disimulando mientras revisaba sus papeles, pero claramente atento a los movimientos de Kevin.

Emily, que estaba a pocos metros de él, levantó la vista de su pantalla y asintió ligeramente.

—Sí, lo he notado. Está más... irritable. Y ese arrebato de antes, ¿salir tan de repente? No es típico de él.

—Ya te digo que no son solo nervios —intervino Rossi, que observaba todo desde su posición—. Algo más está pasando.

Reid se acercó con su taza de café en la mano y se unió a la conversación, hablando en voz baja para no llamar la atención de los demás.

—El comportamiento de Kevin es un claro ejemplo de ansiedad disociativa. Está mostrando signos de inquietud extrema cada vez que estamos cerca, y se está aislando del grupo, lo cual es una respuesta natural cuando alguien se siente observado o acorralado.

—Eso no me tranquiliza —dijo Morgan con una media sonrisa sarcástica, pero con una sombra de preocupación en los ojos—. ¿Has visto cómo mira a Mia últimamente? Ya no es la misma relación amistosa de antes.

En ese momento, Mia salió de su despacho y se dirigió hacia el área común, su semblante algo más relajado tras una mañana de trabajo. Al notar que Morgan la miraba, se le acercó con una pequeña sonrisa, pero antes de que pudieran intercambiar palabras, Kevin reapareció, caminando de vuelta a su escritorio con pasos largos y apresurados. Pasó junto a ellos sin siquiera saludarlos, lo que no pasó desapercibido para Mia.

—¿Qué está pasando? —preguntó Mia en voz baja, inclinándose ligeramente hacia Morgan.

—Kevin está actuando... aún más raro —respondió Morgan sin rodeos, manteniendo su mirada fija en su compañero de trabajo—. Algo no me cuadra.

Mia asintió, claramente preocupada.

—No tiene buen aspecto...

—Mierda —murmuró Morgan, sabiendo que esto complicaba las cosas aún más—. Algo no está bien con él, Mia. No es solo incomodidad por las bromas. Hay algo más profundo ahí. No me gusta cómo se está comportando.

—A mí tampoco —admitió Mia, sus ojos oscureciéndose por la preocupación—. Pero no puedo alejarme de él sin levantar sospechas.

—Por ahora, mantente cerca de nosotros, ¿vale? No quiero que te metas en ningún problema.

Mia lo miró con una mezcla de agradecimiento y frustración. No le gustaba depender de nadie, pero sabía que Morgan tenía razón. Kevin estaba actuando extraño, y algo en su interior le decía que no debía ignorarlo.


Kevin caminó directamente hacia el despacho de Mia, su expresión era tensa y cargada de incomodidad. A pesar de su evidente nerviosismo, trató de sonreír cuando se paró en el umbral de la puerta. Mia, quien estaba organizando algunos archivos, levantó la mirada al verlo.

—¿Tienes un momento? —preguntó Kevin, apoyándose en el marco de la puerta, su tono intentando ser relajado, aunque su postura rígida traicionaba esa calma.

Mia asintió, apartando un mechón de cabello de su rostro. Su estómago dio un vuelco. Sabía que tenía que mantener la calma y aprovechar esta oportunidad para entender qué estaba pasando con él.

—Claro, ¿en qué puedo ayudarte? —respondió, intentando sonar casual.

Kevin entró en el despacho y cerró la puerta detrás de él, lo cual hizo que Mia sintiera una leve punzada de inquietud. Se movió hacia el escritorio de Mia, quedándose de pie frente a ella, su mirada recorriendo brevemente el lugar antes de centrarse en ella.

—Pensaba que... tal vez podríamos hacer algo esta noche —dijo, con una ligera sonrisa. Sin embargo, no había la misma chispa juguetona que solía tener en sus propuestas anteriores. Ahora parecía más una sugerencia incómoda, casi forzada.

Mia fingió considerar la idea, aunque por dentro se sentía tensa. Sabía que no podía rechazarlo abiertamente sin arriesgarse a levantar sospechas. Además, necesitaba sacar más información de él, sobre todo con el comportamiento errático que había mostrado últimamente.

—No sé, Kevin, he estado tan ocupada últimamente —comenzó, usando un tono despreocupado—. Pero si te apetece algo tranquilo... podría ser.

Kevin asintió, pero había algo extraño en su mirada, como si intentara descifrar sus palabras. Mia no podía evitar notar pequeños detalles que la incomodaban. Su cabello, normalmente ordenado, parecía todavía húmedo de la ducha matutina, lo cual no era típico en él. Además, su corbata estaba deshecha y algo torcida, otra señal fuera de lugar para alguien tan meticuloso como Kevin.

—¿Estás bien, Kevin? —preguntó finalmente, inclinándose ligeramente hacia adelante, simulando preocupación—. Estoy preocupada por ti.

Él se rió brevemente, aunque fue un sonido vacío, sin la calidez habitual.

—Sí, sí, claro... solo cosas del trabajo. Ya sabes, el estrés. —Kevin desvió la mirada un momento, como si buscara las palabras correctas, antes de añadir—. A veces, todo esto se siente un poco... abrumador.

Mia asintió lentamente, sintiendo que estaba tocando una fibra sensible. La manera en que Kevin se movía y hablaba era completamente distinta a la que solía tener, como si estuviera bajo una presión invisible que nadie más podía ver.

—Bueno, si necesitas hablar de algo, sabes que puedes contar conmigo —dijo Mia suavemente, sus ojos buscando los de él, tratando de entender lo que realmente pasaba.

Kevin mantuvo la mirada solo un segundo antes de apartarla, su mandíbula apretada una vez más.

—Lo sé... —murmuró. Luego, después de una pausa incómoda, agregó—. Entonces, ¿te parece si quedamos esta noche? Puede que te cuente más...

La insinuación estaba clara. Mia forzó una sonrisa, consciente de que cada palabra suya ahora era crucial.

—Claro, esta noche. Pero que sea algo tranquilo, ¿vale?

Kevin asintió nuevamente y, tras un segundo más de vacilación, se volvió y salió del despacho sin decir nada más. Mia lo observó mientras se iba, una sensación de inquietud asentándose en su pecho. Algo no estaba bien con él, y sabía que esta noche podía ser clave para descubrir lo que realmente sucedía.

Mientras miraba hacia la puerta cerrada, no pudo evitar tocarse el cuello, pensativa, preguntándose hasta dónde estaría dispuesta a llegar para obtener esa información. Sabía que Morgan no estaría muy contento si se enteraba de lo que había planeado, pero algo le decía que no había otra opción.

Mentes Criminales: La hermana de Reid (Derek Morgan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora