La sala de espera estaba tranquila, salvo por los murmullos bajos de los otros pacientes. Mia, sentada en una esquina, parecía increíblemente serena, pero solo era una fachada. En realidad, estaba luchando por mantener la compostura. A su lado, Garcia sollozaba descontroladamente.
—Él va a estar bien, Garcia, lo sé —le susurraba Mia mientras acariciaba suavemente su espalda—. Derek es fuerte, lo ha demostrado tantas veces.
—¡Pero casi lo pierdo! —sollozó Garcia, limpiándose las lágrimas con la manga de su colorido suéter—. No puedo ni imaginar cómo sería...
Mia sonrió con ternura, a pesar de que por dentro también estaba rota. Sabía que tenía que ser la roca en ese momento, no solo para Garcia, sino también para sí misma. Pero justo entonces, un médico salió al pasillo.
—¿Derek Morgan? —llamó, y ambas se levantaron de golpe, aunque Mia fue la que dio un paso al frente.
—Sí —respondió, su voz más firme de lo que esperaba.
El médico sonrió con alivio.
—Se ha estabilizado. Está fuera de peligro.
Garcia exhaló con tanta fuerza que parecía haber contenido la respiración todo ese tiempo. Y luego, sin advertencia, se lanzó a los brazos de Mia.
—¡Lo sabía! —gritó, llorando ahora de pura alegría—. Sabía que estaría bien, pero... ¡Gracias al cielo! ¡Mia, nuestro bombón de chocolate está bien!
Mia rió, sosteniéndola mientras su propio corazón se llenaba de alivio. En ese momento, el médico interrumpió el abrazo:
—¿Mia Reid, verdad? Derek quiere verla, señorita.
Mia asintió con un nudo en la garganta. Respiró hondo, preparándose para lo que iba a encontrar al otro lado de la puerta, antes de entrar.
Al cruzar el umbral, la habitación estaba en penumbra, con el suave pitido de las máquinas monitoreando los signos vitales de Morgan. Su piel aún lucía pálida, pero cuando vio a Mia, sus labios se curvaron en una leve sonrisa.
—Mia... —murmuró con voz ronca.
—Derek, no te esfuerces —dijo ella, caminando despacio hacia él, con lágrimas en los ojos.
Morgan, con los ojos pesados y la respiración entrecortada, apretó su mano débilmente. A pesar de su estado, aún intentaba darle la seguridad que ella tanto necesitaba.
—Mia Reid... —empezó con una sonrisa cansada—, lo único en lo que pensaba cuando estaba a punto de irme era en que... si volvía a la vida, no quería vivirla sin ti a mi lado.
El corazón de Mia se encogió. Le dolía tanto escuchar eso, sentir que lo amaba pero no estaba preparada para dar ese paso. No todavía.
—Derek, yo... —comenzó, tragando con dificultad. Cogió su mano—. Antes de conocerte... hubo alguien. Una persona que me hizo mucho daño, y eso... me dejó cicatrices. Sé que te quiero, pero no sé si estoy lista para cambiar toda mi vida por alguien. Yo...
Las lágrimas finalmente cayeron, deslizándose por sus mejillas. Sabía que Morgan no se merecía eso. Él la había amado sin condiciones, y ella no podía corresponder de la misma manera, no todavía.
Morgan, aún débil, la observó en silencio antes de sonreír y limpiarle las lágrimas con cariño.
—Mia, te esperaré. No soy mucho de esperar, pero... —rió débilmente—. Por ti, lo haré. Haría lo que haga falta.
Mia dejó escapar un sollozo, medio de alivio y medio de tristeza.
—No tienes que hacerlo, Derek... —susurró, pero él negó con la cabeza, como si todo estuviera más claro que nunca.
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Mentes Criminales: La hermana de Reid (Derek Morgan)
Hayran KurguMia Reid, hermana del genio del FBI Spencer Reid, lucha por mantener su vida profesional y personal en equilibrio mientras se enfrenta a una compleja serie de ataques en la ciudad costera donde trabaja. Su mundo se tambalea cuando Derek Morgan, un c...