En el camino hacia la nueva ubicación enviada por Garcia, Rossi, JJ, Prentiss y Hotch mantenían una conversación tensa pero enfocada, intentando conectar los puntos del caso mientras avanzaban a toda velocidad por las oscuras carreteras. La lluvia, suave pero constante, tamborileaba sobre el techo del coche, y el ambiente era denso, cargado de incertidumbre.
—Al principio, varios testigos mencionaron haber visto a un hombre sudoroso, nervioso, casi como si estuviera drogado —recordó Rossi, su voz firme, mientras sus ojos recorrían los archivos del caso que tenía en la mano—. Se dijo que tenía un comportamiento errático, pero nada de eso encaja con lo que sabemos de Kevin.
—Lo sé —asintió JJ desde el asiento trasero—. Además, Kevin tiene un historial de comportamiento obsesivo, especialmente en torno a Mia. Pero esos testimonios iniciales siempre parecieron sugerir que estábamos buscando a alguien mucho más violento, menos metódico.
Hotch frunció el ceño desde el asiento del copiloto. Estaba claramente preocupado, y las piezas comenzaban a encajar de forma que ninguno de ellos había anticipado.
—Hay algo que no hemos considerado lo suficiente —interrumpió Prentiss, quien estaba repasando los perfiles anteriores—. ¿Y si Kevin no está actuando solo?
Rossi asintió pensativo, mientras Hotch giraba su mirada hacia ella, serio.
—¿Crees que puede estar colaborando con el primer "sudes"? —preguntó Hotch, refiriéndose al asesino que había aterrorizado a la pequeña ciudad durante semanas.
—Eso explicaría por qué Kevin ha pasado desapercibido hasta ahora —continuó Prentiss—. Quizás, en lugar de ser el principal agresor, se ha aliado con este otro hombre, el verdadero "Sudes", para poder actuar bajo su sombra. Hay víctimas de ambos sexos, dos mujeres aún desaparecidas, y las pruebas nos indicaban que había algo más allá de la obsesión de Kevin con Mia. Tal vez él solo encontró al "Sudes" y lo convenció de que le dejara actuar sin ser delatado.
JJ frunció el ceño, considerando esa idea.
—Kevin podría haber descubierto la identidad del "Sudes", tal vez presenciando uno de los ataques o al cruzarse con él. En lugar de delatarlo, podría haberle propuesto un pacto, algo retorcido pero que encajaría con la mentalidad de alguien obsesionado y con su propio plan. —JJ hizo una pausa, mirando a Hotch—. Es posible que le ofreciera algo a cambio de no decir nada. Quizá, poder actuar en su nombre, incluso usando los asesinatos del "Sudes" como cortina de humo para lo que Kevin quería realmente.
—Tiene sentido —añadió Rossi—. Si Kevin no tiene el mismo control sobre sus impulsos, pudo aprovechar la existencia del "Sudes" para canalizar su propia violencia. Si el "Sudes" le permitió hacer esto, habría una conexión. Kevin actuando con las mujeres... mientras el "Sudes" hacía lo suyo con las víctimas masculinas o de ambos sexos.
—Y eso también explicaría por qué hay un patrón que parece romperse y reiniciarse —dijo Hotch, pensativo—. El "Sudes" se mueve por su cuenta, pero Kevin... él está más motivado por su obsesión con Mia. Cuando apareció Morgan en escena, su frágil equilibrio se desmoronó.
Prentiss apretó los labios, asintiendo.
—No creo que Kevin sea el único responsable de los asesinatos. El "Sudes" sigue ahí fuera, usando la misma firma. Y ahora Kevin se siente atrapado, acorralado. Está fuera de control y es probable que sea mucho más peligroso de lo que imaginábamos.
El silencio cayó en el coche mientras cada uno reflexionaba sobre lo que acababan de concluir. Si Kevin realmente no estaba actuando solo, eso significaba que había alguien más por ahí, alguien todavía más impredecible y letal, y dos mujeres aún seguían desaparecidas.
—Garcia está rastreando la señal del teléfono de Mia —añadió Hotch, con una mirada de determinación—. Tenemos que encontrarla antes de que sea demasiado tarde.
Rossi asintió.
—Si Kevin ha empezado a desmoronarse, no tenemos mucho tiempo antes de que pierda completamente el control... o peor, antes de que el "Sudes" también decida intervenir.
La carrera contra el reloj había comenzado, y la oscuridad que los rodeaba parecía volverse cada vez más opresiva.
Kevin estacionó el coche frente a la chabola destartalada, su rostro una mezcla de serenidad inquietante y profunda obsesión. Mia, intentando mantener la calma, vio la chabola por primera vez: era pequeña, sucia, con ventanas rotas y las paredes casi cayéndose. Esto no tenía sentido. Nada de esto encajaba con la imagen que ella tenía de Kevin.
—Mia, esta es mi casa —dijo él, con una sonrisa tenue, señalando la chabola con un gesto amplio—. No la que conoces, claro, pero aquí es donde crecí.
El aire alrededor parecía volverse más pesado con cada segundo que pasaba, y Mia intentó contener su miedo. Kevin la condujo al interior, y tan pronto como cruzaron el umbral, un olor agrio y a humedad la golpeó, casi haciéndola retroceder. La luz era tenue, pero podía ver la figura de un hombre sentado a una mesa pequeña y tambaleante.
—Quiero presentarte a alguien... —Kevin murmuró suavemente—. Este es mi hermano, Thomas.
Mia observó a Thomas. Tenía el cabello mojado, desordenado, y sus manos temblaban mientras sorbía una sopa con una sonrisa torcida que no parecía tener ningún propósito, como si estuviera atrapado en un mundo propio. Sus ojos estaban enrojecidos, como si no hubiera dormido en días, y el temblor en sus manos delataba una vida llena de abusos, tal vez de drogas o algo peor.
—No es malo, Mia —dijo Kevin, mirándola con intensidad—. Thomas es... diferente. Tuvo una vida muy distinta a la mía. Pero no es una mala persona.
Mia apenas podía creer lo que estaba oyendo. ¿"No es malo"? ¿Cómo podía decir eso?
—Cuando Thomas vino a mí —continuó Kevin, bajando la voz como si estuviera compartiendo un secreto—, me pidió ayuda. Me contó lo que había hecho... había matado a uno de los primeros. No sabía cómo reaccionar en ese momento. Quiero decir... era mi hermano. Pero cuando lo vi, lo vi tan feliz, tan... liberado, sentí que, tal vez, eso era lo que él necesitaba para sentirse mejor. Para sentirse completo.
Mia dio un paso atrás, intentando procesar lo que estaba oyendo. Su corazón latía con fuerza, como si en cualquier momento fuera a estallar.
—La primera vez que Thomas secuestró a una mujer, me lo contó —continuó Kevin, su mirada oscura y perdida—. Me sentí... confuso. Pero no pude evitar compararla contigo. Sabía que ninguna de ellas era tan perfecta como mi adorada Mia. Ninguna de ellas merecía vivir en el mismo plano terrestre que tú.
El estómago de Mia se revolvió, y aunque intentaba mantenerse tranquila, las palabras de Kevin la llenaban de un terror abrumador. Él seguía hablando, cada palabra más aterradora que la anterior.
—No quería hacerles daño, Mia. No a ti. Tú eres diferente. Pero cuando vi lo que él había hecho... —Kevin la miró con una mezcla de amor obsesivo y locura—. Supe que tenía que protegerte. Las otras... no importaban. Quizá no lo entiendas todavía, Mia pero... todo lo he hecho por ti y por Thomas. Sois mi guía.
Mia intentó apartarse un poco más, luchando por mantener una fachada de calma, pero por dentro todo en ella gritaba. Estaba sola en medio de la nada con dos hombres que habían cruzado la línea entre lo humano y lo monstruoso.
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Mentes Criminales: La hermana de Reid (Derek Morgan)
Fiksi PenggemarMia Reid, hermana del genio del FBI Spencer Reid, lucha por mantener su vida profesional y personal en equilibrio mientras se enfrenta a una compleja serie de ataques en la ciudad costera donde trabaja. Su mundo se tambalea cuando Derek Morgan, un c...