15. Y más cables

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-Oye, Chispas, ¿qué te parece si nos unimos cuando vayas a pedir comida? -propusieron Rosa.

-Ah... -balbuceó la electricista, haciéndose a la idea de que tenía un nuevo mote-. ¿Tienes hambre ya?

-No, pero nos acabamos de acordar. Pagamos nosotras, no te preocupes, pero no tenemos móvil...

-De acuerdo. Pediremos en otro sitio, ¿vale? -sugirió Chispas.

-Donde tú quieras mientras sea comida humana. Para gente humana, queremos decir -puntualizaron con una risita.

-Sí, claro, lo otro sería... -murmuró la electricista tomándoselo a broma-. ¿Tu amiga, la durmiente diurna, querrá algo?

-Pues no nos atrevemos a preguntárselo, pero... ¡Un café!

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A mediodía hicieron una pausa de arrancar cables de las paredes y pidieron a otro restaurante. Mientras esperaban a que llegara el valiente repartidor, Chispas hizo otra llamada y habló con alguien sobre acercarse al día siguiente a echar un vistazo.

-Es una chavala muy maja, muy alegre -escucharon decir-. Y paga bien. ¿No quieres una consola nueva y no sé qué juego de salida? Considera que serán unas prácticas bien pagadas. Bien, mañana me paso a recogerte a primera hora.

-¿Un amigo? -se interesaron Rosa cuando Chispas hubo colgado.

-Un primo. Acaba de entrar a estudiar fontanería y está un poco pez, lo reconozco, pero prometo que lo vigilaré y no le dejaré hacer ninguna pifia.

-Tú tranquila -contestaron quitándole hierro al asunto-. Aunque más le valdrá no inundar el sótano o puede que Violet se lo coma -advirtieron macabras.

-Se lo diré, lo centrará -asintió Chispas.

La comida la trajo un motorista, también con cara de esperarse algo malo, pero se le fueron los temores cuando Rosa le dieron una generosa propina. Apartaron el café y, aprovechando que la comida venía en cajitas, dieron buena cuenta de ella en el porche, porque era cierto que los interiores de la mansión resultaban un poco insalubres para una humana no endemoniada.

Arrancaron otro puñado de metros de cables viejos, que fueron acumulando junto a los colchones, y Chispas se fue al anochecer. Rosa consiguieron sacar otro colchón más antes de que Violet apareciera como una sombra inquietante.

-Mañana volverá con su primo fontanero -prometieron Rosa, ascendiendo laboralmente al muchacho mientras rellenaban el depósito de la cafetera-. Hemos dicho que si inunda el sótano, te lo comerás -informaron por diversión.

-Ya no hago eso -contestó la vampira, con especial peso en el "ya".

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"""Ya""".

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