16. Coloquio nocturno

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–Vamos a aprovechar que estás despierta para cambiar los cables del sótano –anunciaron antes de seguir rajando paredes y techos.

–Vale –aceptó Violet como si todo le diera igual, excepto el café recién hecho.

–Ahora que lo pensamos, Chispas tendrá que bajar aquí cuando toque poner los cables nuevos.

–En realidad no necesito luz aquí abajo.

–Oh, vamos, no podemos dejar este sitio así. Por si alguna vez quieres ponerte a leer y tal –sugirieron, llegando a arrancar la triste bombilla.

–Si esperáis lo suficiente... –murmuró Violet lúgubre.

–¿Sí? –se interesaron Rosa recogiendo el cable en torno a su brazo–. ¿Qué pasará si esperamos lo suficiente?

Violet las miró con todo el hastío, hasta que desestimaron lo que tenían en mente con un leve parpadeo.

–Nada, que llegará el invierno, anochecerá antes y yo me levantaré antes –contestó y dio un sorbo de café.

–Ah, pues es buena idea –consideraron–. Aunque tal vez sea esperar demasiado.

–Empezad por los pisos de arriba. Siendo ella sola, le va a llevar varios meses.

Rosa asintieron y empezaron a subir las escaleras.

–Por cierto, gracias por sacar esos colchones.

–De nada, me aburría. Pero no me pidas mucho más.

–Cada cual dentro de sus posibilidades –asintieron conformes.

–¿Pero hacía falta que escribieras la nota con sangre?

–No teníamos otra cosa. ¿Te ha molestado? –tantearon.

–No, pero siempre me parecerá un malgasto –rumió la vampira.

Regresaron a la cocina, Rosa dejaron el cable enrollado en un rincón y Violet se dispuso a servirse más café.

–¡Ah, nos acabamos de acordar! ¡El café! –exclamaron recuperando el vaso de cartón–. Aunque está helado ya...

–Da igual, no es que tenga papilas gustativas para esto –contestó Violet aceptándolo–. Gracias por el detalle –murmuró.

–Hablando de tus papilas gustativas, ¿cómo llevas lo de la comida? –se interesaron sentándose en la encimera.

–Lo tengo controlado –se limitó a responder.

–Pero ya no te comes gente.

–No. Y hablando de necesidades fisiológicas, deberíais dormir.

–Jo, pero queremos hablar contigo –se quejaron mientras eran arrastradas a uno de los decadentes dormitorios.

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Jooooouuuu.

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