10. La especialista

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Horas después, a juzgar por cómo variaron las sombras, Rosa regresaron al edificio acompañadas de una mujer cargada con material de electricista.

–Por aquí –le indicaron guiándola dentro de la mansión.

Tal vez por ser de día, esta electricista no miraba con terror el lugar ni con quien se encontraba. Aunque su cara cambió al ver la caja de fusibles.

–¡Ya me sorprendía a mí que el Chapuzas me recomendara para un trabajo! –exclamó dejando caer la caja de herramientas, que aterrizó con un golpe contundente–. Esto es una liada de las grandes –añadió quitándose la gorra como gesto indicativo de que la superaba.

–¿Ayuda si tenemos dinero de sobra para los arreglos?

–Ayuda mucho –se carcajeó la electricista recuperando fuerzas.

–Guay. ¿Qué necesitas? ¿Quieres un adelanto? –propusieron tendiéndole un puñado de billetes arrugados–. ¿Un café? –añadieron con la otra mano sumando una taza a la oferta.

La electricista aceptó ambas cosas, una con cada mano y, después de un instante de aturdida duda, consiguió beberse el café y guardarse el dinero.

–Um, sabe curioso este café.

–Es por el hierro del agua –aseguraron Rosa.

–Ah, vale –aceptó sin más y le devolvió la taza–. Has dicho que os corre prisa tener electricidad, así que os dejaré un generador para que os haga el apaño.

–Chachi, a mi amiga le encantará oír eso –exageraron.

–En cuanto a la instalación eléctrica... el problema es que este lugar tiene mala fama y nadie va a querer venir a trabajar. Así que tendré que hacerlo yo sola, lo que llevará más tiempo –advirtió preocupada.

–Entendemos. Y estaremos encantadas de recibirte a diario hasta que termines –aseguraron, viéndola ya como potencial amiga.

–Aprecio tu comprensión y paciencia. Espero que tu amiga opine lo mismo –musitó dubitativa.

–Ella es mucho más paciente.

–De acuerdo. ¿Y podría estar presente en...?

–Oh, es que duerme durante el día y tiene muy mal despertar –informaron con poca sutileza.

–Vale, pues voy a por ese generador.

–¡Te acompañamos!

Al rato instalaron un ruidoso trasto junto a la cocina, por fuera de la casa para que el humo generado no las intoxicara. Lo primero que hicieron fue enchufar la cafetera y comprobar que funcionaba. Rosa fueron corriendo a contárselo entusiasmadas a Violet.

Y regresaron pasmadas de la impresión.

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Ayyyy, cabeza de chorlito.

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